Si en algo
en la vida hay que volverse experto, es en vencerse a uno mismo, en vencer
nuestras propias limitaciones y restricciones, en superar nuestra propia
comodidad, para salir al encuentro con nuestro potencial, con nuestras
capacidades latentes y con el destino superior que debemos alcanzar.
Vivimos
intensamente cada día buscando la eficiencia y la efectividad en el trabajo,
buscando oportunidades para hacer en cada momento mejor las cosas, lo que nos
permite mantenernos concentrados para alcanzar aquellos objetivos que son
propios de nuestra labor y soporte para la organización. En este contexto, una
pregunta surge: ¿Qué estamos haciendo para lograr nuestros sueños?
Algunos
podrían responder, mientras trabajo estoy trabajando por mi sueño, pues me
permite desarrollar las habilidades que requiero y la experiencia clave para
alcanzar lo que tanto he querido. Otros podrían responder, mis sueños son una
cosa y el trabajo es otra y así, podríamos encontrar respuestas que de una u
otra forma definen aquello por lo cual vale la pena vivir la vida, por lo cual
cada día es una oportunidad y cada momento un instante de plenitud.
Cuando
renunciamos a los sueños y nuestra rutina nos consume, la vida se empieza a
marchitar, los días se destiñen, la niebla de la imposibilidad aparece; la vida
pierde su sabor y el alma se arruga con mayor celeridad. Renunciar a los sueños
es el camino que desaparece la esencia del proyecto de los seres humanos, la
fuente de nuestra conexión divina y el diálogo permanente con la generosidad
del Universo.
Vivir la
vida para alcanzar nuestros sueños, supone tomar cada momento como fuente de
conocimiento y experiencia, para apuntalar y crear el entorno donde crece
nuestro destino; es liberarnos de nuestros temores y lanzarnos a enfrentar con
decisión los retos que exige alcanzar eso que deseamos. La esperanza del mañana
y el brillo de la fe, acompañan a todos aquellos que luchan para superarse y
hacer que las cosas pasen.
Nadie te
puede reemplazar en la construcción de tu destino, pero si puedes identificar y
vincular a todos aquellos que han creído en tu sueño, para que juntos, con tu experiencia
y visión, abran nuevas posibilidades y capacidades antes nunca vistas. Si crees
que es posible realizarlo, todo va a conspirar a tu favor para que se
materialice. Bien decía Walt Disney: “Si lo sueñas, puedes realizarlo”.
Así pues,
muchos afirman que aquellos que se vuelven expertos en un tema particular,
cultivan para sí mismos su mayor vulnerabilidad, pues entran en una zona de
comodidad. Sin embargo, tener la experticia de vencerse a sí mismo, tiene la
ventaja superior que la zona de confort se define como “estar fuera de zona
cómoda”, lo que necesariamente mantiene la movilidad y motivación permanente
que genere quiebres y retos para continuar en el camino de los sueños.
Por tanto,
vencerse a uno mismo, es el ejercicio de disciplina personal, que superando las
innecesarias comparaciones con otros, es capaz de consultar el entorno, validar
sus supuestos y plantear alternativas fuera de los estándares conocidos, para
enfrentar el reto de conquistar sus propias metas y repensar la vida más allá
de los reconocimientos humanos.
El Editor
Felicitaciones. Uy ienrazonado e inspirador
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