Revisando algunas ideas del
libro “Contagioso. Cómo conseguir que tus
productos e ideas tenga éxito” escrito por Jonah Berger, profesor de
mercadeo de escuela de negocios de Wharton en la Universidad de Pensilvania, se
ponen de manifiesto los pasos que se deben seguir para que un producto o una
idea se vuelva contagiosa o viral.
De acuerdo con el académico existen seis
principios claves (no deben manifestarse necesariamente los seis) para que el
contagio ocurra: 1- crear una moneda social, 2- generar activadores con ayuda
del entorno, 3-crear emoción, 4-Desarrollar productos con autopublicidad,
5-Mostrar valor práctico y 6-tener una historia.
Tener una moneda social, significa ofrecer a las
personas una forma de quedar bien al hablar de los productos e ideas. Esto se
puede lograr a través de cosas excepcionales, enganche a través de mecánicas de
juegos (lograr puntos, cambiar de status, etc.) y hacer que las personas se
sientan privilegiadas por tener o lograr algo.
Los activadores son estímulos que hacen que la gente piense en cosas
relacionadas con algo. La idea es que no solamente se hable del producto, sino
que el entorno le recuerde igualmente el mismo, creando un ciclo de recordación
permanente que se activa en cada momento.
La emoción, es esa experiencia que se percibe en el interior de una
persona y se comparte con otros. Los productos deben producir esa emoción que
hace que compartamos más y encender el fuego interior que moviliza tanto a la
persona como a sus cercanos, alrededor del objeto que genera dicho sentimiento.
La autopublicidad, anota el académico de Wharton, es la habilidad de
diseñar productos, ideas e iniciativas que se anuncien por sí solos y creen
pautas de comportamiento que permanezcan incluso cuando la gente ya haya
comprado el producto o asumido la idea.
El valor práctico de la idea o producto hace referencia a cómo éste
puede ayudar a otros, a mejorar algún aspecto de la vida de las personas. Es
presentar de manera clara y concreta el conocimiento del producto o idea de tal
forma que le resulte a la gente fácil de transmitir.
Tener una historia, es instalar en el colectivo de
las personas relatos que las personas quieran contar, momentos que sólo se
puedan manifestar o contar a través de la historia que hemos creado.
Si revisamos cada uno de
estos principios, todos responden a características y momentos que se instalan
en la percepción y vivencia de las personas; se aprovechan (en el buen sentido
de la palabra) de las experiencias humanas para enganchar, recordar, motivar y
elevar las expectativas de los individuos para compartir y mantener este
momentum, a través de las comunidades donde participamos.
Si esta teoría es cierta,
revisa tu vida para comprender que tanto contagio te produce tu conexión con lo
sagrado, cómo experimentas la exclusividad de tu predilección divina, cómo tu
entorno te recuerda lo valioso que eres, cómo tus acciones revelan la fuente de
donde vienes, cómo tus palabras transmiten lo fácil y valioso que es la
sintonía con tu Creador, y cómo tu vida se inserta en la vidas de otros, cuando
ellos relatan tus logros y luchas para hacer que las cosas pasen.
Si todo esto ocurre, es
porque eres parte del contagio divino y de la agenda viral que sigue
desarrollando DIOS, en el ejercicio permanente de donarse a sí mismo para que
otros activen y mantengan el contagio, bañados en su gracia y bendición.
El Editor
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