El tema de competencias
educativas es un tópico donde existe aún mucho debate académico y práctico.
Mientras unos se enfocan a que el tema tiene que trascender hacia un vista
integrada sobre el ser humano, otros establecen fundamentos particulares que se
operacionalizan en la práctica de cada individuo.
Sin perjuicio de lo anterior,
parece que hay cierto acuerdo en la literatura que existen al menos cuatro
competencias educativas básicas que deben tener todos los sujetos: aprender a
aprender, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser. Cada una de
ella, complementaria de la otra, forma un cuerpo de capacidades propias del ser
humano como fundamento de su integración con la realidad y entorno.
Aprender a aprender, según la literatura, consiste en que los estudiantes se hacen
conscientes de sus aprendizajes, construyendo conocimiento a partir de éstos.
Una definición conceptual y causal. Sin embargo, el aprendizaje en la vista de
sistemas ocurre cuando tenemos un quiebre que nos saca de nuestra zona cómoda y
nos percata que algo ha cambiado en nuestro entorno. Es una oportunidad para
encontrarse con el entorno y entender cómo hacemos parte de esta realidad.
Aprender a hacer, según los autores académicos, es la aplicación del conocimiento
adquirido en beneficio de su entorno social, entendiendo los cambios continuos
de su contexto. Una definición operacional y basada en la acción. En la vista
de sistemas, el hacer ocurre en la actuación de las personas, en su relación
con el entorno y en la vista propia de sí mismo respecto de su contexto social.
Es una forma de delimitar el marco informacional que domina la persona,
operando en las conversaciones con los otros.
Aprender a convivir, según los educadores expertos, es el respeto por el otro, vivir en el
pluralismo, reconociendo y valorando la diferencia, como oportunidad para
descubrir al otro. Una propuesta socialmente incluyente. Esta competencia leída
en la teoría de sistemas, es delinear las relaciones entre los componentes de
un sistema, los cuales definen su comportamiento, una convivencia diseñada para
que el todo sume más que sus partes.
Aprender a ser,
según los especialistas, es el reconocimiento de lo que somos, de nuestras
virtudes y limitaciones, un ejercicio autónomo y libre que busca su realización
como persona y profesional. Una definición orientada a la autoreflexión. En la
vista de sistemas, el aprender a ser, es el desarrollo de una propiedad
emergente del ser humano, sustentada en la transformación interna permanente
del ser, que busca su lugar en el universo y que no se acomoda en el ejercicio
de su práctica permanente.
Estas cuatro competencias
educativas, describen el fundamento del hombre que vive en sociedad, las
capacidades requeridas para explicarnos a nosotros mismos, las expectativas que
yacen en las declaraciones de un mundo más humano y justo, en síntesis una
enseñanza permanente, que sin caer en una vista academicista, abre la
posibilidad de una transformación personal que supera los criterios de
valoración humanos, para encontrarse con la providencia divina.
El Editor.
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