lunes, 6 de mayo de 2013

No somos víctimas de la realidad

Anota el Clérigo Benedictino Alselm Grün en su libro “¿Qué quiero? Valor de la decisiones”: “(…) No somos simples víctimas que tienen que aguantar lo que está dado. Somos seres libres que dan forma a lo que les está dado; somos seres libres que pueden asumir una determinada actitud ante la realidad que les ha sido dada. Viviremos la realidad de acuerdo con la actitud que tenemos: no como sus víctimas, sino como seres libres que actúan activamente frente a ella. (…)”.

Estas palabras retadoras del religioso alemán, nos invitan a revisar nuestras decisiones diarias, las cuales determinan nuestra postura frente a los hechos que ocurren en cada momento. Elegir como sentirse y qué hacer en distintos momentos, es una virtud que cada ser humano debe desarrollar, para vivir una vida plena y llena de logros o someterse al vaivén de las emociones y sentimientos que distorsionan la esencia misma del mensaje que cada situación trae para el hombre.

Elegir correctamente, es abonar terreno en nuestra tranquilidad, en la paz espiritual y en el balance de nuestras capacidades para amar, sentir y proponer. Elegir correctamente es privilegiar experimentar reto y motivación para salir adelante, y no agresiones o limitaciones que no suman o detienen mi desarrollo natural como persona. Cuando tu entorno se convierta en una fuente generadora de cosas negativas, que toda tú persona irradie la esencia del valor de la fe y transforme la oscuridad en luz.

Cuando optamos por una vida llena de plenitud y logros, muchos estarán tratando de que no sea así. En este sentido la reacción de los otros, no deberá afectar mi conciencia interior, mi decisión personal de hacer que pasen las cosas, de transformar mi entorno, de elevar mi autoestima, de encontrarme con el otro, en pocas palabras, de sentirme privilegiado hijo del Creador, que ha venido al mundo a dejar una huella definitiva, como parte fundamental del plan que ha trazado para cada uno de nosotros.

Vivir nuestra realidad de acuerdo con nuestra actitud, supone tener claro que las cosas pueden no salir como esperamos. Exponernos a que nuestro plan no se realice, no debe paralizarnos para avanzar, sino retarnos a detallar aquellos elementos humanos y potencialidades divinas que nos permitan entender aquello que tenemos que aprender, aquello que debemos descubrir, la enseñanza que debemos comprender. El temor a la desilusión es el mismo que se experimenta cuando alcanzamos lo que queremos.

Cuando nos decidimos actuar respecto de nuestros principios y valores, aquellos aspectos fundamentales que no son negociables en nuestra vida, asumimos una actitud coherente, firme y fiel que nos permite encontrar nuestra propia vocación y asegurar nuestros resultados. En este contexto, debemos tener la confianza e intuición para motivar nuestras acciones y así desde ese momento, asumir los caminos y consecuencias que se van gestar, los cuales serán nuevos insumos para mantener nuestra vigilancia y atención en el camino, y no elementos para cuestionar la decisión tomada.

La realidad no es un hecho dado, es una construcción colectiva de seres humanos que aparenta ser la verdad establecida. Por tanto, lanzarnos a desdoblar y reinventar la realidad, es una de las razones más poderosas de nuestra existencia en el mundo, es la motivación divina que yace en lo profundo del corazón para tomar partido por algo, es promover experiencias de encuentros trascendentes que muevan la mano de DIOS, es confiar, como anota Grün, “que el Creador hará de esta decisión una bendición para nosotros y para todos aquellos con los cuales convivimos”.

El Editor.

Referencia:
GRÜN, A. (2012) ¿Qué quiero? Valor en las decisiones. Ed. San Pablo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario