domingo, 19 de mayo de 2013

Laura Montoya Upegui


La tenacidad, la entrega, el convencimiento de que es posible cambiar las cosas y sobre manera la fe inquebrantable son condiciones y características que exhiben los santos, aquellos seres humanos que han entendido su vocación, la fuerza interna que los mueve a transformar su entorno y a superarse a sí mismos.

Recientemente han elevado a los altares a la religiosa “Laura Montoya Upegui”, una mujer que contra todos los pronósticos fue capaz de entender la población indígena para dar a conocer el mensaje del Maestro. El ejemplo de vida, de oración y de pasión por un objetivo, sin caer en las tentaciones propias del mundo como lujos, reconocimientos y arrogancias, es hoy la nueva antorcha que se eleva sobre Colombia, para que entendamos que esa nueva luz que brilla en lo alto, es la fuerza que ahora nos debe asistir para no dejar que el otros decidan nuestro futuro y tomar las riendas de nuestro destino y hacer que las cosas pasen.

Un santo no es una persona con dones sobrenaturales o poder superiores. Es un ser dócil y dúctil a las promesas del Creador, que ha encontrado el camino hacia la verdad, en medio de sus propias dificultades, sus horas de oscuridad y limitaciones propias. Es aquel que, sin grandes manifestaciones de gloria, es capaz de consolar y ser consolado, sentir la presencia del otro y lanzarse a su encuentro.

Los santos brillan por su valentía y energía así como su gran entendimiento, fortaleza y sabiduría frente a las decisiones más trascendentales de sus vidas. Son seres generosos, ricos en sueños y virtudes que han cultivado día a día su vocación con rituales de excelencia; espíritus encendidos que los hacen “extranjeros en tierras conocidas” y “locos en medio del mundo”. Por tanto, cuando una persona descubre y acepta su vocación, es capaz de robarle las gracias a DIOS, de mover su mano para que el mundo cambie.

Las guerras y las confrontaciones han sido la constante del mundo conocido provocados en parte por la traición del egoísmo, la indiferencia en el corazón y la inercia para actuar, actitudes que nos recuerdan, que no podemos pretender cambiar sin enfrentarnos a nuestros propios retos, sin pagar la cuota de sacrificio real y evidente, que arranque de nuestras vidas esa posición cómoda que sólo le interesa su propia realidad.

El ejemplo de Santa Laura Montoya, debe recordarnos que existen modelos de vida que van más allá del deber y lo establecido, para conquistar nuevos mundos y desafiar lo existente, como signo de contradicción para la doctrina del mundo, pero estandarte de fortaleza y poder para los hombres que creen en el evangelio. No podemos cerrar los ojos, ni callar nuestra boca ni nuestros pensamientos ante el llamado para ser luz y sal del mundo: es necesario responder desde la vida con nuestras obras y ser fieles hasta el final.

Renunciar a encontrar nuestra vocación, es dejar inconclusa la obra de DIOS en nuestra vida. Él necesita de tu energía, de tu valor y de tus talentos para seguir actuando en el mundo y hacer de cada persona un sirio de luz que jamás se extingue, que jamás se consume; como columna de fuego que ilumina y guía al pueblo que peregrina, al pueblo que espera, al pueblo que ha creído en la palabra divina.

Busca la santidad en tu vida, no como algo religioso o sobrenatural, sino como un ejercicio diario de excelencia y motivación personal, que recorre los linderos de nuestras pasiones humanas, para destruir nuestros temores y lanzarnos a descubrir los reflejos del rostro de DIOS.


El Editor

1 comentario:

  1. "Renunciar a encontrar nuestra vocación, es dejar inconclusa la obra de DIOS en nuestra vida. Él necesita de tu energía, de tu valor y de tus talentos para seguir actuando en el mundo y hacer de cada persona un sirio de luz que jamás se extingue, que jamás se consume; como columna de fuego que ilumina y guía al pueblo que peregrina, al pueblo que espera, al pueblo que ha creído en la palabra divina". Que cierto es esto, y qué dificil es pretender no renunciar cuando se ven tantas cosas de los hombres que nod decepcionan y nos hacen rendirnos ante un "las cosas no pueden cambiar"... Excelente reflexión Jeimmy. Mil gracias por compartirla.

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