Perdonar, es una palabra que viene del latin,
"per", que significa "por completo" y "donare", que se entiende como
"regalo o donación". En este sentido, perdonar, es donarse por completo,
en abundancia, sin límites. Cuando hablamos que "perdonamos", sabemos
que debemos ofrecernos cual ostias vivas a los demás, como fuentes de bondad y generosidad para que otros "sean más" y a través de ellos, brille la luz que habita en nosotros.
"Perdónanos nuestras ofensas, así como también perdonamos a los que nos ofenden", es una expresión que repetimos y no meditamos. "Perdónanos nuestras ofensas", es una invocación para el infinito se done a nuestra vida, para que seamos llenos de la abundancia de la ternura del Creador, superando nuestros egoísmos y haciéndonos ofrendas de fe y esperanza para el mundo. De otra parte, "perdonamos a los que nos ofenden", otra declaración que ruega a DIOS para que se done en los demás, en aquellos que se encuentran enojados consigo mismos y con otros, para que superando su pobre visión del mundo, puedan ver la grandezas de las bendiciones del Creador en su vida.
Perdonar, no es disculpar, es abandonar nuestra zona de confort y salir al encuentro con el otro; es descubrir la bondad y sueños del próximo y vivir allí la experiencia de vaciarnos de si y construir juntos una nueva Jerusalem. Perdonar, es reconocer en la diferencia el puente de unión entre vivir intensamente y ser intensos con la vida; es traducir nuestra misión de vida, en un propósito real, para mantener nuestra vista en el cielo con los pies en la tierra.
Cuando "perdonamos" y somos "perdonados" se configura una armonía de gracias y bendiciones en el universo, pues destruimos nuestros egoísmos y mezquindades, encontrando la frecuencia en la que se define el infinito; la fuente misma del origen y fin de las cosas, el alfa y omega del tiempo que nos espera a diario para traer la gloria a la tierra. Esa misma fuerza, que unge cada momento al experimentar el "perdón", es la que nos hace vitrales transparentes de la luz, símbolo de la riqueza espiritual que hemos heredado.
Cuando quieras "perdonar", recuerda que tu DIOS te ha "perdonado" primero y te ha abierto las puerta a la bendición celestial. Somos hijos del "perdón" y la gracia, y por lo tanto, no tenemos otra patria que la "vida sobrenatural" y la promesa de alcanzar siempre el ciento por uno. No temas "perdonar", pues sólo así seremos "grano de trigo" que cae en tierra y muere, para dar el fruto abundante.
El Editor.
"Perdónanos nuestras ofensas, así como también perdonamos a los que nos ofenden", es una expresión que repetimos y no meditamos. "Perdónanos nuestras ofensas", es una invocación para el infinito se done a nuestra vida, para que seamos llenos de la abundancia de la ternura del Creador, superando nuestros egoísmos y haciéndonos ofrendas de fe y esperanza para el mundo. De otra parte, "perdonamos a los que nos ofenden", otra declaración que ruega a DIOS para que se done en los demás, en aquellos que se encuentran enojados consigo mismos y con otros, para que superando su pobre visión del mundo, puedan ver la grandezas de las bendiciones del Creador en su vida.
Perdonar, no es disculpar, es abandonar nuestra zona de confort y salir al encuentro con el otro; es descubrir la bondad y sueños del próximo y vivir allí la experiencia de vaciarnos de si y construir juntos una nueva Jerusalem. Perdonar, es reconocer en la diferencia el puente de unión entre vivir intensamente y ser intensos con la vida; es traducir nuestra misión de vida, en un propósito real, para mantener nuestra vista en el cielo con los pies en la tierra.
Cuando "perdonamos" y somos "perdonados" se configura una armonía de gracias y bendiciones en el universo, pues destruimos nuestros egoísmos y mezquindades, encontrando la frecuencia en la que se define el infinito; la fuente misma del origen y fin de las cosas, el alfa y omega del tiempo que nos espera a diario para traer la gloria a la tierra. Esa misma fuerza, que unge cada momento al experimentar el "perdón", es la que nos hace vitrales transparentes de la luz, símbolo de la riqueza espiritual que hemos heredado.
Cuando quieras "perdonar", recuerda que tu DIOS te ha "perdonado" primero y te ha abierto las puerta a la bendición celestial. Somos hijos del "perdón" y la gracia, y por lo tanto, no tenemos otra patria que la "vida sobrenatural" y la promesa de alcanzar siempre el ciento por uno. No temas "perdonar", pues sólo así seremos "grano de trigo" que cae en tierra y muere, para dar el fruto abundante.
El Editor.
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