domingo, 26 de agosto de 2018

Conocimiento salvaje


En tiempos de incertidumbre, caos y volatilidad, creer que se tiene control de una situación es un pensamiento ingenuo y muchas veces bien intencionado. Sin embargo, la realidad nos muestra que lo que llamamos “control”, no es más que una ilusión que creamos en nuestra mente y reiteramos en nuestro imaginario, para encontrar “seguridad y tranquilidad” en un momento específico de la vida.

En este sentido, las personas y las organizaciones deben desarrollar capacidades para mantenerse “surfeando” en el escenario inestable del contexto actual, con el fin de hacer evidentes sus cegueras cognitivas, sus propios sesgos de comprensión y sobremanera, sus propios miedos sobre el futuro. La sensación de vulnerabilidad que implica el "no saber", constituye una lectura de debilidad que lleva a la empresa o a la persona, a un escenario no deseado que los deja expuestos a sus propios temores y saberes limitados para mirar hacia adelante.

Los conocimientos aprendidos y estandarizados, definen un capital clave de la empresa y de la persona para movilizarse en escenarios conocidos. Sin embargo, generan una gran limitación para activar su capacidad de desaprender y dejar fluir, los acontecimientos y eventos inestables, muchas veces desconocidos por la realidad. Esto supone que existe un conocimiento que no sabemos que está, pero que podemos acceder cuando nos dejamos sorprender por el ambiente; y otro que está oculto en aquello que no sabemos que no sabemos y declaramos que queremos aprender.

Este nuevo conocimiento latente y emergente que vive en las cegueras cognitivas establece la nueva frontera de saberes que está lista para dar el siguiente gran salto en la humanidad: inyectar nuevas percepciones, visualizar las cosas actuales desde diferentes ángulos, y reinventar los métodos, técnicas, procedimientos y modelos disponibles en la actualidad. Este conocimiento que podemos llamar salvaje, indómito y brioso, es el que transforma y eleva la reflexión de lo actual para leerlo en clave de futuro (Indset, 2017).

No puede haber futuro sin conocimiento salvaje, sin creatividad que combine las ideas pasadas, reinvente las propuestas presentes y rete las ideas futuras. Un ejercicio de co-laboración para pensar colectivamente, sin restricciones autoimpuestas, y en especial, con momentos de frustración y oscuridad, que demuestran la entereza y determinación de una persona o empresa que se resiste a mantenerse en la zona cómoda.

Por tanto, si tratas de controlar tu dominio de conocimiento, “como experto”, tenderás a dejar de aprender, a explorar y dejarte sorprender de las inestabilidades del entorno. Sentirse torpe, algunas veces perdido y sin fundamentos claros, recuerdan que la ilusión del control, es un deseo que detiene tu crecimiento, limita tu manera para preguntar y no te deja experimentar la novedad, como aquel que no conoce e inicia su camino. Darse la oportunidad para aprender es ver las posibilidades que experimentan los aprendices y retar la visión de los expertos que sólo ven limitaciones y marcos de conocimiento.

El conocimiento salvaje crea por tanto “disparadores”, que sugieren nuevos pasos, que quiebren el status quo actual, para crear ideas y acciones discontinuas y disruptivas, las cuales algunas llegarán a ser implementadas y otras no. En este sentido, se hace necesario adaptarse rápidamente al entorno actual, reinventar los lentes con los que vemos el mundo y quebrar las reglas existentes que corresponden a estereotipos creados por personas que no les conviene que el mundo cambie.

Recuerda que, mientras se manifieste la inevitabilidad de la falla, te sientas necesitado y dispuesto a desaprender, siempre habrá oportunidad para crear, pensar y cambiar.

El Editor

Referencia:
Indset, A. (2017) Wild knowledge. Outthink the revolution. London, UK: LID Publishing.

lunes, 20 de agosto de 2018

Ser excelente


Se escucha con frecuencia en diferentes círculos sociales, económicos y académicos, la palabra “excelencia”, como ese referente al que todos los que participan deben aspirar. La excelencia como esa frontera que todo ser humano debe alcanzar y mantener durante el desarrollo de su vida sobre este planeta. Si esto es cierto y es la forma como el ser humano rompe sus propios límites, la pregunta que surge es ¿a qué costo se debe ser excelente?

Excelencia viene del latín “excellentia”, que significa “sobresalir”, “cualidad del que sobresale”, una conexión hacia el interior de una persona que busca encontrar motivos para ser mejor, para reconocerse como ser que evoluciona y se transforma en otro distinto. La excelencia no tiene que ver nada con “darle gusto a otros”, ni recibir aprobación de terceros. La excelencia es una postura individual que reta una condición actual y la proyecta sobre su propia ruta de futuro.

Ser excelente no responde a métricas inventadas por terceros, que generalmente terminan imponiendo una vista particular de lo que ellos comprenden. Por tanto, la excelencia es reconocer aquellos espacios donde cada persona u organización puede hacer la diferencia, encontrando motivos para ser distinto y por lo tanto, superando la inercia de aquello que conocemos y donde nos sentimos cómodos.

Una persona es excelente, cuando mantiene su compromiso con su propio desarrollo. Es aquella que nunca deja de aprender, que se sorprende con retos nuevos y que encuentra en su balance personal, profesional y espiritual, una razón para continuar abriendo espacios para compartir y ayudar a otros a encontrar, su propio camino para avanzar en sus propios sueños.

Cuando una persona no cumple con los requisitos que un tercero ha diseñado para hablar de excelencia, no posible afirmar que ésta no lo sea. Pues, en la ruta de crecimiento y descubrimiento de capacidades y potencialidades, este individuo estará avanzando tan rápido o tan lento de acuerdo con su plan de vida, sus condiciones particulares y sobremanera, dando todo de sí, para hacer que las cosas pasen.

La excelencia no debe ser sinónimo de perfeccionismo, pues lo que inicialmente es un camino de construcción de nuevos saberes y capacidades sanas, santas y sabias, termina siendo un escenario de logros no saludables, dependencia de la aprobación de otros, adicción a los halagos y parálisis en la vida (Brown, 2016, p.122-123).

La excelencia es esforzarse saludablemente, concentrado en uno mismo, para tener el valor de arriesgarse y hacer cosas distintas, sabiendo que vamos a esta expuestos a la crítica, a la pregunta mal intencionada, a las agendas ocultas y a aquellos que les molesta que otros hagan la diferencia. Para ello, es importante ser amable con uno mismo, aprender de lo que experimentamos y sentimos, para luego, aceptando nuestra historia personal, continuar con la ruta que nos llevará a nuevos destinos lejos de la orilla donde zarpamos.

Cuando alguien es excelente se nota. Se apasiona por lo que hace, todo el tiempo habla de sus retos y trabajos, reconoce que tiene mucho que aprender, la humildad es parte de su esencia, nada lo turba, ni lo distraen las luces de los halagos, pues su objetivo no se compara con otros. El ser excelente, es ejercicio de confianza imperfecta personal, que sabe, como dice Leonard Cohen, “que en todo existe una fisura y así es como entra la luz”.

El Editor

Referencia
Brown, B. (2016) El poder de ser vulnerable. ¿Qué te atreverías a hacer si el miedo no te paralizara? Barcelona, España: Ediciones Urano.

domingo, 12 de agosto de 2018

Asombro y aprendizaje


Dice García (2018, p.116): “El asombro es el descubrimiento de lo oculto que se esconde en lo evidente, de la originalidad de lo común, de lo extraordinario que permanece escondido en lo cotidiano y lo ordinario, de lo que estando ahí siempre se percibe (como) por primera vez”. La experiencia del asombro es el punto de inicio donde encontramos la esencia del aprendizaje, que como anota el mismo autor, es esa “explosión de luz que se produce en nosotros” cuando revelamos una realidad oculta a nuestros ojos.

Aprender, es asumir que somos vulnerables, seres limitados con conocimientos finitos, que estamos todo el tiempo en tensión con nuestros saberes previos, como parte natural del proceso de crecimiento y evolución que tenemos todos los seres humanos. Por tanto, “experimentar vulnerabilidad no es opcional: lo único que si podemos controlar es nuestra respuesta cuando nos enfrentamos a la incertidumbre, el riesgo y la exposición emocional” (Brown, 2016, p.49).

Aprender, es atreverse a arriesgarse, es lanzarse al ruedo y librar el buen combate, ese donde nuestros prejuicios y saberes son cuestionados, para liberarnos de nuestros propios supuestos y encontrar nuevas formas de comprender la realidad. Aprender, es asumir las riendas de nuestra propia vida, entrar en el terreno de la fe y tomar acción para salir de la zona conocida y, encontrarnos con rarezas, inestabilidades y contradicciones, que nos rescatan de la ilusión de la invulnerabilidad y de aquellos miedos que nos paralizan.

El mártir del madero, nos ilustra con sobrada experiencia y testimonio, que significa ser vulnerable y abierto para aprender. La verdad desnuda y abierta de su mensaje, es el reconocimiento de que somos seres incompletos y en permanente obra gris. Los contextos más provocadores y atractivos para aprender, están fuera de las zonas tranquilas y sin contradictores. Esta fue la vida de este "enviado de la divinidad", siempre en momentos de tensión, en contradicciones y sobremanera, abierto al aprendizaje, ese que se descubre en cada manifestación del corazón humano.

En consecuencia, al ser seres imperfectos, vulnerables y necesitados de ayuda, sólo en el aprendizaje podemos encontrar la ruta para llenarnos de valor y asumir los retos que en cada momento se nos presentan. Aprender significa que afirmamos que no sabemos, que estamos dispuestos a aprender y a declarar un maestro. Por tanto, el proceso de aprendizaje significa “dejarse enseñar y acompañar”, abrirse a las reflexiones que te propone tu maestro y darle la autoridad para que sus palabras crezcan en ti y abran posibilidades más allá de tus propios límites.

Anota García (2018, p.23) “el aprendizaje consiste en descubrir el acontecimiento que se nos presenta, y a menudo se oculta, envuelto en los hechos”. Es decir, desarrollar una mirada nueva cada vez sobre el mundo, encontrando razones inéditas para comprender aquello que se esconde a su postura actual, a su marco de conocimiento conocido y que lo llevará a explorar nuevos destinos basados más en las posibilidades que en la probabilidades.

En resumen, el asombro sigue al aprendizaje, como esa disposición a la sorpresa, a la aventura de recorrer caminos antes inexplorados, que motivan la plasticidad cerebral y convocan a la curiosidad, la perseverancia, la sencillez, la vulnerabilidad, la confianza, la tolerancia y la profundidad como fundamentos de una vida plena, esa que asume “los límites de la realidad”, sin renunciar a luchar y trabajar cada día por sus sueños, para así reinventarnos a nosotros mismos.

Referencia
García, A. (2018) Educar para el asombro. Sencillez, confianza, paciencia y profundidad. Bilbao, España: Ediciones Mensajero.
Brown, B. (2016) El poder de ser vulnerable. ¿Qué te atreverías a hacer si el miedo no te paralizara? Barcelona, España: Ediciones Urano.

domingo, 5 de agosto de 2018

Tres momentos y tres retos: la esencia del cambio

Si bien el cambio, es la norma de las organizaciones y de las transformaciones en general, es importante comprender la dinámica que esto implica para movilizar y asegurar las nuevas promesas de valor que se irán a concretar. De acuerdo con Brown (2009) tres momentos y tres retos definen la innovación y los cambios en las organizaciones.

Los tres momentos hacen referencia a la inspiración, la ideación y la implementación, y los tres retos correspondientes son factibilidad, viabilidad y deseabilidad. Cada uno de ellos serán detallados a continuación desde la lectura de la reinvención personal frente a un entorno que demanda cambios y nuevas competencias para mantenerse encimas de las olas.

El primer momento es la inspiración. La inspiración es la motivación, esa situación problemática que demanda una estrategia concreta para ser enfrentada. La inspiración es la conexión que existe entre los desafíos del entorno y las expectativas de las personas. Una persona inspirada, no es aquella que se eleva y se pierde en el tiempo y espacio, sino aquella que logra conjugar curiosidad y concentración en el mismo escenario, para lograr revelar opciones antes desconocidas y dar cuenta de la situación que se le propone.

La ideación, se concibe como el proceso de generación, desarrollo y prueba de ideas. Este segundo momento habilita al ser humano a disponer un escenario de experimentación que le permita aprender y desaprender luego de cada “error”, entendiendo éste último como parte natural del proceso de conocer y descubrir aquello que está más allá de los saberes previos y que implica salir necesariamente de la zona cómoda para quebrar el status quo.

El tercer momento es la implementación, el cual establece el camino de la propuesta concreta probada en el laboratorio y validada en la mesa de proyectos, hacia el mercado objetivo con el fin de crear nuevas experiencias en los clientes. La implementación es la fase definitiva que hace realidad una idea y se convierte en una promesa de valor para un grupo de interés, de tal forma que es éstos están dispuestos a pagar por hacer realidad la misma en sus experiencia de vida.

Estos tres momentos concretan la esencia del aprendizaje, que no es otra que romper con lo establecido, para encontrar formas alternas de reconectarlo mas allá de las necesidades identificadas, y así crear oportunidades en aquellas preferencias profundas del mercado que no están siendo bien atendidas.

Estos tres momentos tienen tres retos concretos, que permiten aterrizar la esencia del espíritu emprendedor y motivarlo a visualizar y actuar para no sucumbir al primer intento.

La factibilidad, como esa característica que hace funcionalmente posible la propuesta en futuro no muy lejano. Esta característica demanda de las personas un ejercicio de evaluación de la operación de lo que se sugiere, con el fin de explorar cómo se puede comportar la misma en un entorno real de trabajo.

La viabilidad, establece la sostenibilidad del modelo de negocio que se plantea alrededor de la propuesta. Es establecer los recursos especializados y difíciles de copiar que separan a la empresa de sus competidores, las transacciones que vinculan a la empresa con sus socios, clientes y participantes del ecosistema y cómo se crea valor con los recursos y las transacciones identificadas materializada en una narrativa.

La deseabilidad, que está relacionada con aquello que hace sentido a las personas y por las personas. Establece la conexión emocional que se configura entre el producto, las expectativas del clientes y la funcionalidad del mismo. Es un ejercicio de crear un entorno relevante para los imaginarios de las personas, que permitan encontrar lugares comunes que cambien su percepción actual por una nueva, inédita e inexplorada.

Estos tres momentos y sus tres retos, nos recuerdan que las ideas son valiosas, la creatividad una capacidad clave y la innovación, una manifestación necesaria. En este contexto, no podemos quedarnos en la zona cómoda, y por tanto, hay que salir a navegar en aguas profundas, manteniendo el norte, con distracción focalizada y mucha resiliencia para superar las tempestades y así celebrar en las horas de “eureka”.

Referencia
Brown, T. (2009) Change by design: how design thinking transform organizations and inspires innovation. New York, NY. USA: HarperCollins Publishers.