sábado, 24 de marzo de 2018

Gestionar la envidia


Recientemente revisando algunos apuntes y relatos en libros, he encontrado una frase que me ha llamado la atención: “gestión de la envidia”. La envidia es por definición una carencia, la falta de algo que es deseado generalmente en el otro. El envidioso ordinariamente trata de ocultar su envidia, para no tener que aceptar su carencia; su deseo no satisfecho que ve se ve proyectado en su prójimo.

Si bien, la envidia es un tema de madurez personal y entendimiento de una carencia como una oportunidad para potenciar sus habilidades y capacidades, es importante poderla gestionar en los demás, para movilizarse mejor en entornos complejos y de intereses cruzados, con el fin de canalizar la mejor energía para el desarrollo de las iniciativas.

Para “gestionar la envidia”, primero una terapia intensiva de valía personal y espíritu trascendente, y luego algunas recomendaciones, descritas a continuación, para disuadir y enfocar a la persona en su propia carencia, no como reclamo o acusación, sino como posibilidad y reto.

Sea auténtico en todo lo que haga. La autenticidad es el símbolo de los que saben quiénes son, de los que conocen sus aciertos y sus equivocaciones. Una expresión de la esencia de lo que somos y podemos. Un ejercicio de apertura que reconoce en los otros, los complementos de nuestras propias limitaciones y la potencia de nuestras virtudes.

Comparta sus logros con el equipo de trabajo. Cada vez que se logra algo en la vida, nunca se llega solo. Siempre hay personas detrás que han ayudado y apoyado para llegar al momento presente. Somos el fruto de levantarnos sobre hombros de gigantes, de grandes mentes, grandes esfuerzos y sobremanera, grandes seres humanos con estatura humana, que han hecho la diferencia en nuestra vida.

Construya marcas personales de doble vía. Una marca personal es un sello que dice y habla de nosotros como personas, no de nuestros logros. En la medida que podemos apoyar y ayudar a otros, nuestra marca se posiciona como una oportunidad para construir comunidad y donarnos como individuos. En este ejercicio, se crea una sinergia que engrandece la actuación de un colectivo y se fortalece el ejercicio apertura y exigencia personal.

Sea prudente en sus comentarios y audaz en sus acciones.  La prudencia “que hace verdaderos sabios” no debe confundirse con el “apocamiento” de los acomplejados. La prudencia es el trazo natural de lo que somos, el esfuerzo personal y colectivo que se ha consolidado para enfrentar y superar los retos en la vida. Una expresión de la audacia del hombre, que no ve en las “situaciones problemáticas” obstáculos, sino laboratorios de oportunidades permanentes.

Construya su propio relato y viva como un original. Sea protagonista de su propia historia, de su propio guión, para encontrar la narrativa de su vida, que despliegue la fuente de las motivaciones, miedos, temores y deseos con el fin de darle forma a sus sueños, haciendo una lectura de la vida en clave trascendente, donde al final de la historia, un legado persiste y resiste el paso del tiempo: nunca condenado al olvido, sino vigente en un eterno presente.

Si se logra completar una renovación interior de la persona envidiosa y se canalizan las acciones comentadas previamente en el contexto de su relación social, se habrá rescatado y potenciado un ser humano, y al mismo tiempo habrás confirmado tu vocación de servicio:  ser genuino, tener foco, ser comprensivo, evitar ser reiterativo y nunca acusar o culpar a otros por algo que es tu responsabilidad.

“Gestionar la envidia” es una apuesta para construir perspectivas en el interior del hombre, para crear el futuro promisorio en su exterior. Lo que una carencia marca por dentro a un ser humano, debe ser el insumo y la oportunidad para transformar, el miedo y las dudas, en valentía y entrega que capitalice sus lecciones aprendidas y eleve su autoestima.

El Editor

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