domingo, 8 de octubre de 2017

Ser racional, Ser emocional

Vivimos un encuentro permanente entre nuestro ser racional y nuestro ser emocional. Encuentros que pueden ser amenos y otros más bien tensionantes. Sin embargo, la vida se trata de mantener la armonía entre estos dos seres que buscan cada uno su protagonismo y que en algún momento tendrán que encontrarse frente a frente para superar sus diferencias y saber que cada uno tiene su momento y lugar durante la vida. Mientras el ser racional vive de hechos, datos y pensamiento lógico, el ser emocional se funda en los impulsos y energía de impresiones o sentimientos (Peters, cap.2).

Para ello es importante reconocer que consolidamos creencias y conductas que interpretan cada uno de estos seres en tiempo real para dar cuenta de nuestra acciones, esas que nos definen como somos. Siguiendo a Peters (2013) podemos tener pilotos automáticos, duendes, trasgos y piedra de la vida, las cuales definen la creencias o conductas que permiten una visión de nuestra existencia como punto de referencia para actuar.

Los pilotos automáticos “son todas las creencias y conductas positivas, constructivas” que permiten mantener una actitud motivada y afín con los retos que la vida nos sugiere. Estas se pueden incluir en cualquier momento de la vida, creando patrones o hábitos que fortalecen nuestra postura equilibrada frente a los eventos del entorno, fomentando una autoimagen positiva y propositiva que se supera siempre a sí misma.

Los trasgos y los duendes son lo opuesto a los pilotos automáticos. “Son conductas, creencias o programas automáticos inútiles y destructivos” residentes en nuestro interior. Generalmente ingresan en etapas tempranas de la vida, lo que hace que sean difíciles de erradicar, por lo cual el reto es aprender a controlarlos. La diferencia entre un duende y un trasgo, es que un duende “no está arraigado desde la primera infancia y son susceptibles de ser eliminados cuando se detectan”, mientras el trasgo es todo lo contrario.

La piedra de la vida “es el punto de referencia definitivo. Es donde se encuentran grabadas sus “verdades de la vida”, sus “valores” y su “fuerza vital” (…) ”, lo que en últimas define el filtro o marco donde se juzgan todas la cosas que conocemos, vemos, hacemos o pensamos. Las “verdades de la vida” son afirmaciones que usted considera ciertas sobre la manera en que funciona el mundo, las cuales son interpretadas tanto por su ser racional como por su ser emocional. Los “valores” son los principios e ideales en los que usted cree; un recordatorio de las lecturas morales y éticas que la persona pretende defender. La “Fuerza vital” es aquello que para el individuo es el propósito de la vida y que le dice cómo vivirla, es la esencia de su existencia.

Todas estas creencias y conductas, se enmarcan dentro de lo que Peters (2013, p.105) define como disposición mental, que no es otra cosa que “el modo en que el individuo aborda la vida basado en la visión de sí mismo, de otros y del mundo en que vive”. Por tanto, en la medida que nuestra disposición mental está equilibrada frente a la confrontación frecuente de nuestro ser racional y emocional, probablemente habrá oportunidad para concretar siempre una oportunidad para crecer personal, profesional y espiritualmente.

Por tanto, tómese un tiempo para clarificar que está escrito en su “piedra de la vida”, disponga de verdades y valores concretos, desarrolle “pilotos automáticos” que lo mantengan concentrado en el logro de sus objetivos; para que cuando tenga tal claridad, sitúe su piedra en un lugar destacado “donde le recuerde en qué cree y con qué criterio desea vivir su vida” (Peters, 2015, p.109).

Referencia
Peters, S. (2013) La paradoja del chimpancé. Barcelona, España: Urano.

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