domingo, 24 de septiembre de 2017

Nueva dinámica de aprendizaje

El reto permanente de la educación en el contexto actual demanda que tanto profesores como estudiantes entren en una nueva dinámica de aprendizaje y desaprendizaje basada en cinco declaraciones: (Britos y Fasihuddin, 2016)
  • Deben sentirse cómodos con la incertidumbre y la ambigüedad
  • Deben resolver o solucionar situaciones problemáticas y buscar nuevas
  • Deben ser pensadores audaces: pasar de “qué es” a “qué podría ser”
  • Deben generar espacios para materializar “errores brillantes” o productivos
  • Deben emprender diferentes maneras de pensamiento y aprendizaje

Lo anterior supone cambiar las certezas de las experiencias del aula, por las posibilidades de los retos del entorno; un ejercicio de descubrimiento que exige tanto de profesores como estudiantes una disposición para profundizar juntos y co-laborar en el diseño de una propuesta que hasta la fecha no existe y dar cuenta de un ciclo de renovación permanente que supere la zona cómoda (ver figura 1).

Figura 1. Propuesta de nueva dinámica de aprendizaje (Autoría propia)

Las situaciones problemáticas del entorno se deben convertir en el nuevo currículo de las escuelas y universidades, como quiera que es allí donde ocurre la conexión entre el reto natural que tiene el estudiante con la oportunidad para revelar aspectos novedosos del conocimiento. En este sentido, el cuerpo de temas o conocimientos que refiere un currículo, son las preguntas que se plantean alrededor del escenario del problema, como la base de la ruta de aprendizaje, que tanto estudiante como profesor, van a trazar para lograr una vista conjunta del desafío que sugiere el mundo real.

El pensar de manera audaz, exige salir de la zona cómoda, de la vista disciplinar a la que estamos acostumbrados y darse la oportunidad de explorar puntos de vista distintos desde otras disciplinas o propuestas de pensamiento. La exigencia de una respuesta para un evento o hecho, no debe opacar el ejercicio de “aquello que puede ser”, como una experiencia de opciones, donde es posible imaginar y ver posibilidades que retan el contexto vigente y el estado actual de la práctica en un dominio específico.

Concretar una educación para el siglo XXI es entender el error como parte natural del proceso (De la Torre, 2004). No es motivar el error per se, sino concretar escenario de experimentación y simulación donde éste sea productivo, es decir, en palabras de Schoemaker (2011), errores cuyo beneficio es mayor al costo de cometerlos. Esto es, contar con una zona psicológicamente segura donde es posible pensar sin restricciones y cuestionar los supuestos de la situación inicialmente analizada. Cuando esto ocurre, es viable desconectar el entorno de sus variables conocidas y enriquecerla con reflexiones inéditas a la fecha.

Lograr lo anterior, demanda una apuesta para emprender permanentemente posturas distintas y pensamientos incluso contrarios a los que se tienen en el momento. Las contradicciones, las rarezas y las inestabilidades se convierten en las maestras de las reflexiones actuales, habida cuenta que son la ocasión para construir y deconstruir las formas vigentes de conocer y explorar el entorno. Lo anterior no deja de generar ansiedad y angustia, pues muchas veces no se encuentra “el” camino que se quiere, sino que nos exponemos a “muchos” donde las respuestas pueden ser posibles y probables.

Así las cosas, la educación actual demanda un ejercicio de deconstrucción en sí misma, para recabar en sus propios cimientos, no para inhabilitarlos o destruirlos, sino para repensarlos y ajustarlos de cara al reto que la sociedad actual le propone. Una declaración de independencia, que capitalizando los logros del pasado, sea capaz de conquistar los retos del presente y anticipar las capacidades del futuro.

Referencias
Britos, L. y  Fasihuddin, H. (2016) Change in Higher Education. Creativity, innovation, and the redesign of Academia. Liberal Education. 102, 2. Spring. Recuperado de: https://www.aacu.org/liberaleducation/2016/spring/cavagnaro  
De la Torre, S. (2004) Aprender de los errores. El tratamiento didáctico de los errores como estrategias innovadoras. Buenos Aires: Ed. Magisterio del Río de la Plata
Schoemaker, P. (2011) Brilliant mistakes. Finding success on the far side of failure. Philadelphia, USA: Wharton Digital Press

domingo, 17 de septiembre de 2017

Universidad - Empresa

Existe una tensión permanente entre la universidad y la empresa. Mientras el argumento desde la universidad hacia la empresa, es la falta de un mayor relacionamiento y financiamiento de iniciativas para movilizar la investigación en problemas de interés para el país; la postura de la empresa hacia la universidad, es su concentración en aspectos novedosos de la ciencia y construcción de teorías, que muchas veces carecen de aplicación práctica.

Esta tensión, que si bien no es nueva, si la miramos en detalle podemos encontrar dos posiciones encontradas que trascienden los discursos arriba mencionados. Mientras la universidad se reconoce como la poseedora del conocimiento, los saberes y aquella que forma para el desarrollo de las dinámicas empresariales; la empresa se precia de ser la que hace realidad la teoría de los académicos, la que resuelve problemas reales y desarrolla apuestas prácticas que hacen que se movilicen los objetivos estratégicos propuestos por los cuerpos ejecutivos.

Mientras la universidad no se concibe así misma como una entidad que genera utilidades, sino que presta un servicio a la sociedad formando seres integrales para asumir los retos de un entorno cambiantes y ambiguo; la empresa si piensa en primer lugar en sus estrategias de negocio, que hacen realidad una promesa de valor para sus clientes, para luego conectar sus dinámicas y conocimiento al servicio de la sociedad y sus diferentes grupos de interés.

Así las cosas, encontramos dos vistas que al parecer no encuentran puntos convergentes, dada la necesidad de cada una de mantener su lugar en la dinámica social. La pregunta sería, ¿qué pasaría si reconocemos a la empresa como una lugar natural donde se desarrolla el aprendizaje, donde los académicos logran alinear sus objetivos pedagógicos con los retos y objetivos empresariales?

Lo anterior supone compartir y desafiar los saberes previos en las teorías educativas vigentes para encontrar un nuevo lugar común donde tanto empresa como universidad se puedan sorprender y construir una vista común, no sólo de convenios y apuestas de investigación, sino de relaciones de aprendizaje, con escenarios, simulaciones y prototipos, asistidos de la pedagogía del error, para encontrar nuevas apuestas de valor que están más allá de un descubrimiento científico y así habilitar una posibilidad para crear experiencias distintas en los clientes.

La relación universidad y empresa debería estar mediada por una función de educativa que superando una vista mecanicista de la enseñanza y el aprendizaje, es capaz de formular una apuesta convergente que conecta y desconecta al mismo tiempo los objetivos de negocio, con los objetivos pedagógicos, para crear un espacio de creación conjunta, donde el resultado no es otro, sino un avance concreto para la ciencia y una ventaja competitiva para la empresa.

Esta relación entre universidad y empresa deberá madurar de forma acelerada si queremos potenciar un desarrollo académico y social que responda a los retos de un entorno volátil, incierto, complejo y ambiguo, donde la inestabilidad es la constante y la creación de nuevas capacidades es el nuevo normal de las organizaciones protagonistas de la dinámica del siglo XXI.

El Editor

domingo, 10 de septiembre de 2017

Un mundo distinto

Cuando podemos reconocernos como parte de un todo, encontramos la razón de ser de nuestra vida. Todos sumamos en la construcción del universo, y tenemos una misión que se nos ha encomendado. Algunos la descubren pronto, otros un poco más tarde. Lo importante, es poner todos los medios humanos y divinos disponibles para emprender ese viaje al interior de cada persona para encontrarnos con la revelación celestial que hemos recibido desde lo alto.

Cada persona es un regalo sobrenatural que lo sagrado que nos rodea, nos entrega para descubrir en ella la manera de conversar con la fuerza de la creación. Una declaración que a diario se hace en el silencio de las miradas y sonrisas; un testimonio de una verdad que se abre paso en medio de las luces y opacidades del mundo: el amor es la esencia de todo lo que ocurre en la naturaleza.

Cuando podemos descubrir que somos en esencia relación, conexión, entrega, parte de un tejido social que se construye a cada momento, que se resiste a existir aislado y fuera de la realidad, comprendemos que todos tenemos algo que compartir y sintonizar con otros. Una experiencia necesariamente abierta y expuesta, donde la vulnerabilidad es la base del reconocimiento del otro y la incertidumbre, la apuesta personal que se abre para aprender y construir con lo desconocido.

No podemos negar la esencia social que el ser humano contiene, la fuerza vital de una conexión sobrenatural con la cual hemos venido al mundo y que muchas veces negamos desde nuestros propios comportamientos. No podemos seguir ignorando el llamado de nuestra naturaleza humana, si bien caída y proclive a lo menos santo, para continuar en el ejercicio de construir relaciones posibles y humanas, y no repetir aquellas conocidas y generalmente artificiales.

Cuando podemos discernir en medio de la neblina de los elogios y reconocimientos, el fundamento de la vida cotidiana, es decir, la conexión de una mirada, la fuerza de un abrazo, la luz de una sonrisa y el bálsamo de una palabra, hemos comenzado a estar presentes en el mundo, a comprender que todo sabe mejor cuando se comparte, cuando se beneficia a otros y sobre manera cuando nos dejamos interrogar por la vida de nuestro prójimo.

Hacernos ocasión de relación y construcción de significados con otros, es una oportunidad para descubrir que en el mundo hay otras realidades, que nos permiten abrirnos a las posibilidades, a la exploración de nuevos horizontes que esperan que personas como nosotros nos atrevamos a surcar. Un viaje que motiva navegar en aguas profundas, desconocidas e inciertas, donde sólo la fuerza de la gracia trascendente, es la única certeza que nos hace creer que es posible lograrlo.

No podemos parar de creer que podemos construir un mundo distinto, no podemos dejarnos engañar por aquellos que nunca zarpan de sus puertos y comodidades, de aquellos que sus acciones dan poco testimonio de sus palabras, de aquellos que nos seducen con sus insinuaciones de caminos cortos y atajos. Creer que es posible un mundo mejor, es el combustible que anima la acción, un mensaje que se convierte en realidad, cada vez que uno de nosotros es valiente para hacer que las cosas pasen, un momento donde el cielo resplandece y brilla, pues allí hay una sonrisa y una mirada tierna que te dice “ánimo, yo he vencido al mundo y nada ni nadie te puede separar de mi amor”.


El Editor

sábado, 2 de septiembre de 2017

Visión holística

La incertidumbre es una oportunidad para desarrollar una vista holística de la vida. Ver la vida de manera holística, es comprender al mismo tiempo a los individuos y simultáneamente a las partes (Leblanc, 2016). Es un ejercicio por integrar aquellos elementos del entorno que cuestionan y superan los saberes previos de los participantes, con las tendencias más relevantes que se advierten en el horizonte.

Ver la vida de manera holística, significa danzar con los retos del entorno, reconocer los movimientos laterales e inesperados de los participantes del ambiente, y sobremanera es integrar las habilidades y percepciones individuales con las lecturas extendidas de todos los copartícipes de un equipo de trabajo. Un esfuerzo que exige ver desde las diferencias, circunstancias inéditas para concretar apuestas diferenciadoras que crean nuevas distinciones.

Tener una visión holística de la vida, es reconocer cada momento de la existencia como un continuo de lecciones aprendidas, como un conjunto de desafíos de la práctica, donde el error se habilita como facilitador del aprendizaje. Lo holístico no entiende el entorno como una lectura de causa-efecto, sino como una relación circular que crece como espiral de conocimiento adquirido: un ejercicio de reinvención permanente que supera la postura tradicional de quien observa el mundo desde una vista particular.

Cuando podemos ver la vida desde la plataforma de lo holístico desaparecen los límites de una vista única, se habilita la comprensión superior de la realidad, esto es, se desconectan las lecturas previas de lo conocido, se descomponen las relaciones que las nutren para indagar en los supuestos que la conforman, para luego integrar posturas diferentes, incluso contradictorias, para darle forma a una nueva ganancia teórica que no solo amplía el horizonte, sino que dispone el escenario para un nuevo acontecer.

Lo holístico exige una comprensión del tejido social que construye la complejidad misma de las relaciones del todo. Es un proceso de fusión entre mis supuestos y posturas de lo que soy, con las apuestas distintas de todos aquellos que configuran la malla de saberes acumulados. Ver la vida desde la perspectiva holística nos pone fuera de la zona cómoda, para observar patrones o tendencias que emergen de la dinámica de las relaciones que exhiben los objetos, los procesos, las regulaciones y las personas.

Ver la vida desde lo holístico, es asumir nuestra responsabilidad como miembros de la junta directiva de nuestra existencia, un cuerpo colegiado que asistido de la divinidad, experto en la dinámica de lo incierto, es capaz de construir y desarrollar capacidades particulares en los individuos para reconocer el entorno y sus relaciones conocidas, así como navegar y superar turbulencias y mares inestables y contradictorios, donde siempre es posible ver oportunidades y retos, más que limitaciones y problemas.

Cuando observamos, comprendemos y deconstruimos la vida desde lo holístico, las habilidades y saberes se vuelven complementarios, el conocimiento se transforma en una herramienta para innovar y la práctica cotidiana una oportunidad para aprender, o mejor aún, para desaprender.

El Editor

Referencia

Leblanc, R. (2016) The handbook of board governance.  A comprehensive guide for public, private an not-for-profit board members.  Hoboken, New Jersey, USA: John Wiley & Sons.