"En el universo no hay cosas desconocidas, sino temporalmente ocultas".
James T. Kirk, Capitán de la USS Enterprise.
Cuando se tiene una
situación desconocida, parte del protocolo militar para estos casos sugiere los
siguientes aspectos:
- Identifique las intenciones de los actores desconocidos que aparecen en el escenario.
- Si no se comunican las dichas intenciones, son una amenaza potencial.
- Entienda cómo sobrevivir a un ataque de este actor desconocido.
El miedo a lo
desconocido revela nuestra necesidad de protección interior, que habilita una
serie de sensores de entorno que pasan la mayoría del tiempo inactivos, cuando
nos encontramos en la zona cómoda. Las inestabilidades del ambiente, son de
alguna forma, las maestras que entrenan nuestra capacidad de evolución y
transformación para continuar el descubrimiento de nuestra vocación o la excusa
para dar el paso a esa nueva etapa que debemos cubrir en el desarrollo de la
vida.
Lo incierto, si bien
es natural en la evolución de la naturaleza, es una amenaza para el hombre que
requiere de certezas y estabilidades para construir y edificar conceptos que le
permitan explicar el mundo de la mejor forma posible y así mantener una
tranquilidad relativa en el ejercicio de compartir su visión del mundo y la
experiencia de lo conocido.
Cuando queremos
conquistar un mundo que no conocemos, nos permitimos explorar y descubrir para
recrear lo que encontramos de acuerdo con nuestros parámetros de la realidad.
No poder explicar lo que vemos, crea un desencuentro entre los paradigmas que
tenemos y la realidad que se nos presenta. Ese desbalance ocasiona una ruptura
de los conocimientos previos y la aventura para reconstruir lo que sabíamos,
donde el único riesgo que se corre es aprender.
La novedad que
enfrenta el ser humano con aquello que no puede explicar, se asemeja a la vista
de un ser “extraterrestre” que observa nuestra forma de pensar, conocer o
entender el mundo, desde la lógica de alguien que no es de nuestra especie. Al
tratar de describir aquello que no conocemos, nos describimos a nosotros
mismos, privilegiamos la forma que tenemos de apropiarnos del mundo y
sobremanera tratamos de llevarlo a un terreno menos incierto y seguro para
poder apropiarnos de él.
Mantener al ser
humano en una zona incierta permanente puede ocasionar fatiga mental y
corporal, pues el estado de alerta y anticipación, si bien es saludable, debe
mantenerse en una zona de tensión creativa que permita recargarse y motivarse
cada cierto tiempo, darse un espacio para meditar y encontrarse consigo mismo, sin
sobrepasar los límites naturales de la vulnerabilidad inherente del ser humano.
Lo importante al
final del ejercicio de exploración de lo incierto, más allá de las condiciones
propias de protección necesarias y el reconocimiento del nuevo territorio,
donde los mapas de navegación aún están en construcción, es adquirir una capacidad
de aprendizaje/desaprendizaje para facilitar la flexibilidad conceptual que
permita dar forma a una nueva oportunidad antes inexistente y, lanzarse a
descubrir y resignificar sus conocimientos y aprendizajes previos en clave de
los desafíos y retos de la nueva realidad, donde no es preciso que los pasos
que se den sean calificados como “correctos”, sino perfectibles.
El Editor
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