Tres expresiones
definen las posturas de los profesionales del mundo moderno: “la vida no es lineal”, “la formación continua no es un lujo” y “la curiosidad no es una opción”. Estas
declaraciones establecen el fundamento de la movilidad permanente del
pensamiento, los desafíos y el desarrollo de aquellos que han entendido que su
misión es “destruir los muros” de lo conocido y habilitar el entorno para que
las cosas sucedan.
Cuando se indica que
“la vida no es lineal”, se advierte
que el paradigma causa-efecto comienza a debilitarse, para dar paso a lecturas
complementarias de la realidad, bien por el complemento o por diseños
relacionales. Pensar por el complemento nos permite ver la parte de una
distinción que no vemos, es decir, revelar la parte ciega de lo que conocemos,
que nos permite una revisión alterna que confirma o desafía lo que hasta el
momento se ha estudiado.
De igual forma, los
diseños relacionales, privilegian, en palabras del profesor Calvo (2016) una
integración sinérgica y valórica. En este sentido, continúa el académico: “aprender es holístico y cada nuevo aprendizaje
implica la reconstrucción de los saberes precedentes” (Calvo, 2016, p.322),
una realidad que entraña “estar en conexión con”, y no solamente “participar
desde”. Esto comporta “organizar patrones de información significativos sobre
la base de criterios emergentes” (ídem, p.322) que necesariamente reconocen al
otro como fuente de rumbos inesperados y oportunidades insospechadas.
Si lo anterior es
correcto, “la formación continua no es
un lujo”, es la consecuencia natural de aquellos inquietos que están
dispuestos a asumir la aventura de lo nuevo, que reconocen en la equivocación,
no un resultado, sino un proceso que es capaz de sorprender y cuestionar los
saberes previos y lanzarse a construir y resignificar sus propios conceptos y
posiciones. Quien en el mundo actual
busca continuamente certezas, estará expuesto a las incertidumbres y
contradicciones propias del entorno, las cuales estarán siempre modificando el
refugio aparentemente seguro y temporal de los logros alcanzados.
En razón con lo
anterior, la formación continua, no solamente ocurre dentro de la escuela, sino
fuera de ella, en espacios, tiempos y lenguajes diferentes, allí donde se crean
perturbaciones y alteraciones en el proceso de construcción de conocimiento;
una oportunidad para “conocer, comprender y valorar lo que es la vida” desde la
exploración y confrontación de los intereses individuales y colectivos.
Finalmente, y no
menos importante, no es posible abrir nuevas oportunidades y posibilidades si
la curiosidad no está presente. Parafraseando a Calvo (2016) los profesionales
no logran asombrarse ante algún misterio que les provoque curiosidad, pues no
logran conectarse emocionalmente con ellos y existen pocos ambientes activos
que motiven su flexibilidad mental y posturas inestables. En consecuencia, la
necesidad de certeza y relaciones preestablecidas, mantienen su prevalencia en
muchas de las exigencias empresariales, pues la inversión en aprendizaje, si
bien es necesaria, no siempre se está dispuesto a pagar el precio.
La curiosidad
es el combustible de toda acción educativa, una apuesta que supone un avance no lineal e
inseguro, donde la incertidumbre y la contradicción, crean distinciones que
provocan emociones para entender y superar un reto. Como bien anota el
académico Calvo (2016, p.93) “la riqueza
del desafío radica en sospechar de a dónde puede conducir una ruta, pero
ignorar el destino final”. Un juego de claroscuros cambiantes, donde no hay
prioridades establecidas, sino realidades encontradas que conllevan en su
interior la presencia del otro.
El Editor.
Referencias
Calvo, C. (2016) Del mapa escolar al territorio educativo. Disoñando la escuela desde la
educación. La Serena, Chile: Editorial Universidad de la Serena.
saludos desde Colombia Profe
ResponderEliminar