domingo, 18 de diciembre de 2016

Legado

Cuando las personas dejan este plano existencial conocido, se les recuerda por aquello que hicieron o muchas veces dejaron de hacer. Es una experiencia que permite recordar un legado, aquellas cosas que marcaron la diferencia para personas particulares o para una comunidad. Bien decía Stephen Covey (2003), que había que imaginarse al final de la vida, frente a la “caja negra” y ver qué decían los que estaban alrededor sobre aquel ser inanimado, para comprender la misión personal o vocación que veníamos a desarrollar en el mundo.

Muchos se han preocupado por cómo serán recordados cuando ya no estén en este mundo, otros sencillamente no piensan en eso y se concentran en aquello que su vocación les inspira. Mientras los primeros, la misma vanidad personal les motiva para desarrollar cosas que sean de interés y marquen una diferencia en lo exterior, los segundos se concentran en transformar su entorno desde su realidad, conectando vidas para lanzarlas a descubrir su potencial.

Entender un legado, es comprender la esencia de un pensamiento, de una postura ante la vida, de una práctica consistente y muchas veces dolorosa, cuando se trata de ser coherente y consciente todo el tiempo respecto de aquello en que se cree. Un legado es la historia de una tradición con sus aciertos y errores, la impronta de un ser que se donó a sí mismo para que los demás pudiesen creer que había formas distintas de hacer las cosas y transformar sus propias vidas.

Cuando vemos los legados de las grandes civilizaciones del mundo, sólo vemos parte de lo que ellos vivieron e hicieron en lo exterior, sus posibles creencias y aún sus grandes misterios. Pero aquello que no vemos, está reservado para la estirpe de los que buscan comprender aspectos insospechados de la dinámica de esas culturas, sus formas de pensar, sus posturas ante el mundo y las inquietudes que los motivaban.

Cuando hablamos de un legado, hablamos de una inteligencia con vocación universal, una tradición de reflexiones que deben conectar el pasado, entender el presente y anticipar el futuro, una carrera, no contra el tiempo, sino contra la propia existencia humana, para capitalizar las lecciones aprendidas, movilizar los retos claves del momento actual y visualizar las consideraciones y escenarios de futuros posibles y probables.

Un legado es una oportunidad para flexibilizar nuestra visión del presente para crear contratos de “desaprendizaje” en el futuro, una manera de abrirnos a comprender el mundo de una manera distinta, deconstruyendo en cada nuevo paso, aquello que no nos permite la posibilidad de ser los protagonistas de nuestro viaje. Cada ser humano ha venido al mundo para tener el papel principal en su historia y el legado, es aquello que se funde en la realidad presente como el aroma de una esencia que con el paso del tiempo permanece, suave y muchas veces desapercibida.

Cuando pensemos en el legado de nuestra vida, reflexiona no, sobre los bienes físico o tangibles del cual has hecho uso responsable y que no podrás pasar a tu nueva dimensión, sino en la forma como entendiste y le diste forma a los reflejos de esas cosas en tu vida, para que otros descubran que somos seres holísticos, que no pertenecemos a un plano particular, sino a una experiencia permanente de vida, donde somos uno con todo lo que habita en el universo.

El Editor.

Referencias
Covey, S. (2003) Los siete hábitos de las personas altamente efectivas. Buenos Aires, Argentina: Paidos. Recuperado de: http://www.dgsc.go.cr/dgsc/documentos/cecades/los-7-habitos-de-la-gente-altamente-efectiva.pdf

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