Servicio es una
palabra que para muchos puede llegar a ser despectiva o denigrante y para otros
una oportunidad para descubrir un mundo nuevo a sus pies. Servir, en su
etimología original habla de ser un esclavo, alguien que se somete a la
voluntad de su amo para cuidarle y dispensarle en todo lo que necesite. Una
persona que está pendiente de mantener un entorno saludable y cómodo para aquel
que lo necesita y para quien trabaja.
Ejemplos de servicio
vemos a diario: la señora que nos asiste en la oficina con las bebidas y los
quehaceres domésticos, el repartidor del supermercado, el vigilante que está en
las porterías de los edificios, el tendero que despacha en su tienda, la
enfermera que atiende en un hospital, el mensajero que lleva los recados, todos
esos oficios que muchas veces pasan desapercibidos, que invisibilizamos pues
parece que no son relevantes para los retos y actividades que realizamos a
diario.
Servir es una
vocación inherente en el ser humano, una oportunidad para donarse a otros y
encontrar esa fuente de energía que nutre la razón de ser de nuestra humanidad.
Bien se dice que “el que no vive para
servir, no sirve para vivir”, una expresión que nos anima a conectarnos con
esa realidad superior que vive dentro de nosotros mismos, para sintonizarnos
con las necesidades, retos y emociones de todos aquellos que la vida ha puesto
y pondrá en nuestro camino.
El servicio es una
experiencia humana, un reto de abandono de nosotros mismos para ser ocasión que
otros surjan, vuelen y transformen sus vidas. Mientras más puedas servir, más
oportunidades tendrás para vivir, para conocer, para reinventarte, pues allí
encontrarás razones poderosas que te darán el horizonte que tu vida necesita,
la respuesta a tus preguntas interiores; allí donde la divinidad se desborda en
generosidad y te el ciento por uno.
Servir no es una
opción en la vida, es la acción más relevante para lo cual has venido al mundo.
Cuando no asumes el ejercicio de servir, el óxido de la arrogancia te detiene,
el sarro de la envidia te contamina, el moho de la indiferencia te anula y la
ceguera de la ignorancia te limita. Vive intensamente tu vocación de servicio,
esa que está fundida en tus habilidades y capacidades para que experimentes en
tu vida, la plenitud de la bendición que está reservada para ti.
El servicio no es una
forma para someterse a otros, sino la oportunidad para conquistarse a sí mismo,
la ruta que nos permite conectarnos con el universo en pleno y destruir la zona
cómoda donde habitamos. Servir es descifrar la mirada de la esperanza que vive
en el otro y experimentar el camino incierto que acompaña el reto de orientar y
asistir, un desafío de flexibilidad personal y comunitario que no solo confía en
el otro, sino que lo habilita para “caminar sobre las aguas” desconocidas.
Servir nos permite
despertar del “sueño de las luces y los reconocimientos”, ser lámpara encendida
en medio de la oscuridad, signo de contradicción de la soberbia de los poderosos
y testimonio de aquellos que no tienen voz. El buen servidor finalmente, es
aquel, que como anota De Mello (2015), “es
como un árbol que da su sombra aún a la persona que lo está cortando, Y si
fuese aromático, dejará su perfume en el hacha”.
El Editor
Referencia
De Mello, A. (2015) Caminar sobre las aguas. Décima
reimpresión. Bogotá, Colombia: Ediciones Paulinas.
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