domingo, 9 de octubre de 2016

Camaleones organizacionales

Se escucha con alguna frecuencia se habla de personas acomodadas. Esas personas que tienen la habilidad de moverse a zonas tranquilas en medio de las tormentas y situaciones agrestes. Son individuos con una capacidad de adaptación que les permite asumir posturas poco frecuentes en ellas, con el propósito de superar los escollos que se presentan y preservar su supervivencia en el medio.

Estas personas podrían catalogarse camaleones organizacionales, como quiera que conocen bien la dinámica de la organización y lograr mutar rápidamente frente a las circunstancias, de tal forma que, o se esconden en la vorágine de la estructura organizacional o se presentan delante de ella como “guías” naturales para aquellos que no conocen los movimientos de la empresa durante sus transformaciones.

Los profesionales acomodados, mantienen su nivel de competencia y aporte en la organización basado en los contactos que tienen, de tal forma que balancean una cadena de favores, donde la reciprocidad es la constante que permite un flujo de acciones, que benefician a cada parte, bien porque ha podido movilizar un tema en otra área, o porque se ha reconocido el aporte de la persona para lograr una actividad clave en la organización.

Las mutaciones de estos camaleones, sugieren una capacidad natural de los individuos para focalizarse en sobrevivir y mantener las posiciones privilegiadas que ha adquirido a lo largo del tiempo. Cuando no es posible conectar con el cambio o la transformación, entran una zona de incomodidad, de actuaciones erráticas, buscando apoyo en el entorno transformado para lograr ajustarse y situarse de forma privilegiada, mientras pasa la tempestad y volver a salir para reconocer el escenario con su red de contactos.

Las personas acomodadas suelen con facilidad llevar a límites insospechados sus actuaciones con el fin de proteger sus intereses. Su vista no es otra que la personal y la de sus contactos, aunque ante situaciones donde su red no lo puede defender, sólo tendrá ojos para defenderse a sí mismo, dando la espalda a aquellos que en otro momento lo defendieron. Es un costo político muy alto que está dispuesto a asumir por su supervivencia.

Quienes viven cómodos en la organización movilizan su red de contactos, para motivar acciones que le permitan mantener su nivel de competitividad y así beneficiarse mutuamente de los logros que se tengan. Esto es, “yo te ayudo, tú me ayudas”, una frase que se escucha frecuentemente en las empresas, que da cuenta de la necesidad de ser validados frente al referente organizacional y los indicadores de gestión que aprietan la exigencia de desempeño.

Si se hiciera un ejercicio de caso de negocio para estos personajes podríamos decir que saben priorizar sus intervenciones, obtienen el apoyo requerido para sus actividades, modifican la oferta existente de la empresa, saben con quién conversar y con quien no, y saben vender su producto o servicio. Son estrategas que usan su habilidad para sobrevivir y comunicar que son enlaces válidos en medio de los inciertos organizacionales.

Los camaleones organizacionales deben renovar cada cierto tiempo su portafolio de productos y servicios para encontrar anclas en la organización que les permita seguir sobreviviendo, de no hacerlo, serán alcanzados por la luz de los resultados concretos, los cuales dejarán al descubierto su camuflaje y por tanto, su mejor herramienta de supervivencia, acabando con los privilegios alcanzados y marchitando su credibilidad, lo que implica la extinción de la especie, sin ningún tipo de recuerdo empresarial, ni reconocimiento de logros previos.

Si bien un camaleón organizacional exhibe una serie de características interesantes como estratega y maestro de las tácticas de supervivencia, es una persona que se encuentra instalada en lo que sabe, que se cubre con los contactos que tiene y que no tiene interés en que las cosas cambien. Es una especie que no busca desarrollarse a sí misma o a otros, se nutre de la fuerza vital de los demás, para mantenerse sobre las olas de los resultados organizacionales, dejando en entre dicho sus propios sueños y expectativas, los cuales se marchitan con el pasar del tiempo.

Si alguien aspira a ser un camaleón organizacional, que lo piense muy bien, pues los efectos de mediano y largo plazo, de mantenerse en esa posición, comprometerán sus capacidades de crecimiento y logro, pues la zona cómoda irá poco a poco consumiendo la ilusión de los sueños y la energía de los logros, hasta que no pueda moverse y allí será el momento donde no habrá forma de cubrir o mantener la vida como la conoce, ni de remediar aquello que el mismo construyó y decidió al acomodarse en la empresa.


El Editor.

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