Se escucha con
alguna frecuencia se habla de personas acomodadas. Esas personas que tienen la
habilidad de moverse a zonas tranquilas en medio de las tormentas y situaciones
agrestes. Son individuos con una capacidad de adaptación que les permite asumir
posturas poco frecuentes en ellas, con el propósito de superar los escollos que
se presentan y preservar su supervivencia en el medio.
Estas personas
podrían catalogarse camaleones
organizacionales, como quiera que conocen bien la dinámica de la
organización y lograr mutar rápidamente frente a las circunstancias, de tal
forma que, o se esconden en la vorágine de la estructura organizacional o se
presentan delante de ella como “guías” naturales para aquellos que no conocen
los movimientos de la empresa durante sus transformaciones.
Los profesionales
acomodados, mantienen su nivel de competencia y aporte en la organización basado
en los contactos que tienen, de tal forma que balancean una cadena de favores,
donde la reciprocidad es la constante que permite un flujo de acciones, que
benefician a cada parte, bien porque ha podido movilizar un tema en otra área,
o porque se ha reconocido el aporte de la persona para lograr una actividad
clave en la organización.
Las mutaciones de
estos camaleones, sugieren una capacidad natural de los individuos para
focalizarse en sobrevivir y mantener las posiciones privilegiadas que ha
adquirido a lo largo del tiempo. Cuando no es posible conectar con el cambio o
la transformación, entran una zona de incomodidad, de actuaciones erráticas,
buscando apoyo en el entorno transformado para lograr ajustarse y situarse de
forma privilegiada, mientras pasa la tempestad y volver a salir para reconocer
el escenario con su red de contactos.
Las personas
acomodadas suelen con facilidad llevar a límites insospechados sus actuaciones
con el fin de proteger sus intereses. Su vista no es otra que la personal y la
de sus contactos, aunque ante situaciones donde su red no lo puede defender,
sólo tendrá ojos para defenderse a sí mismo, dando la espalda a aquellos que en
otro momento lo defendieron. Es un costo político muy alto que está dispuesto a
asumir por su supervivencia.
Quienes viven
cómodos en la organización movilizan su red de contactos, para motivar acciones
que le permitan mantener su nivel de competitividad y así beneficiarse
mutuamente de los logros que se tengan. Esto es, “yo te ayudo, tú me ayudas”,
una frase que se escucha frecuentemente en las empresas, que da cuenta de la
necesidad de ser validados frente al referente organizacional y los indicadores
de gestión que aprietan la exigencia de desempeño.
Si se hiciera un
ejercicio de caso de negocio para estos personajes podríamos decir que saben
priorizar sus intervenciones, obtienen el apoyo requerido para sus actividades,
modifican la oferta existente de la empresa, saben con quién conversar y con
quien no, y saben vender su producto o servicio. Son estrategas que usan su
habilidad para sobrevivir y comunicar que son enlaces válidos en medio de los
inciertos organizacionales.
Los camaleones
organizacionales deben renovar cada cierto tiempo su portafolio de productos y
servicios para encontrar anclas en la organización que les permita seguir
sobreviviendo, de no hacerlo, serán alcanzados por la luz de los resultados
concretos, los cuales dejarán al descubierto su camuflaje y por tanto, su mejor
herramienta de supervivencia, acabando con los privilegios alcanzados y
marchitando su credibilidad, lo que implica la extinción de la especie, sin
ningún tipo de recuerdo empresarial, ni reconocimiento de logros previos.
Si bien un camaleón
organizacional exhibe una serie de características interesantes como estratega
y maestro de las tácticas de supervivencia, es una persona que se encuentra
instalada en lo que sabe, que se cubre con los contactos que tiene y que no
tiene interés en que las cosas cambien. Es una especie que no busca
desarrollarse a sí misma o a otros, se nutre de la fuerza vital de los demás,
para mantenerse sobre las olas de los resultados organizacionales, dejando en
entre dicho sus propios sueños y expectativas, los cuales se marchitan con el
pasar del tiempo.
Si alguien aspira a
ser un camaleón organizacional, que lo piense muy bien, pues los efectos de
mediano y largo plazo, de mantenerse en esa posición, comprometerán sus
capacidades de crecimiento y logro, pues la zona cómoda irá poco a poco
consumiendo la ilusión de los sueños y la energía de los logros, hasta que no
pueda moverse y allí será el momento donde no habrá forma de cubrir o mantener
la vida como la conoce, ni de remediar aquello que el mismo construyó y decidió
al acomodarse en la empresa.
El Editor.
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