“No estás viendo el bosque, sino los árboles”
es una expresión que corresponde a lo que los norteamericanos denominan “Big
picture”, ver la totalidad para comprender mejor donde estamos, qué podemos
hacer y cómo hacer que las cosas pasen. Entender la integralidad del escenario
donde estamos, de acuerdo con Kevin Cope (2012) implica:
- Identificar los elementos claves que movilizan un negocio, sus relaciones entre ellos, para producir crecimiento rentable.
- Comprender las comunicaciones y datos entre sus diferentes componentes, incluidos sus estados financieros.
- Usar el conocimiento desarrollado para tomar buenas decisiones.
- Comprender cómo las acciones y decisiones impactan los elementos claves de la empresa y los objetivos de liderazgo de las compañías.
- Comunicar efectivamente las ideas a otros colaboradores, gerentes y ejecutivos.
Ver la “totalidad de
la pintura” es un ejercicio para tomar distancia de nuestros propios modelos de
realidad y explorar con visión periférica la dinámica de la empresa. Esto es,
con una perspectiva social como fundamento de los significados que se comparte;
luego con una lectura política como fuente de los flujos de intereses propios
de los ejecutivos y la gerencia media; con vista económica como declaración de
metas de crecimiento y optimización de recursos; como apuesta tecnológica como
fuente de las nuevas formas de hacer las cosas en el contexto digital y como
postura de aprendizaje, donde los retos y contradicciones de los procesos
muestran nuevas oportunidades para repensar la esencia de la empresa.
Cuando se entiende la “dinámica del bosque” se descubren aquellas particularidades que permanecen ocultas, frente a una vista específica de un solo árbol.
No son los costos los que mueven las empresas, ni el liderazgo de los ejecutivos basado en sus posiciones o cargos empresariales, ni los logros que ellas tienen en su sector de negocios, sino la “dinámica de cambio” que logra identificar en su contexto, en la “lectura amplia y concreta de su entorno”.
Si las empresas se
esmeran en que, sólo sus ejecutivos tengan una vista de la “gran pintura”, y no
que sus empleados logren un nivel de alcance semejante, muchas inestabilidades
que pudieron ser identificadas previamente, terminan siendo parte de las discusiones
ejecutivas, donde se buscan culpables y no fuentes de aprendizajes.
La fuente de
conocimiento y aprendizaje vigente en las personas, recoge y moldea la
complejidad reinante en el entorno, la cual muchas veces es ignorada por las estructuras organizacionales, creando “mercados aislados de conocimiento”, cuyas acciones no son valoradas por los
grandes conglomerados, sino por los pequeños contribuyentes que saben lo que
valen sus aportes.
Privilegiar la vista
de la totalidad, permite compartir visiones de la realidad, que revelan como
fluyen las relaciones entre los componentes claves de la organización. Esto es,
entender como liberar y canalizar la energía de los participantes de la empresa,
abandonar las posiciones conquistadas del pasado para privilegiar nuevas
reflexiones en el futuro.
Tener una vista de “la
gran pintura” es “mantener en el
horizonte el objetivo y el reto a superar, des-viarse, reconducirse, entender y
cuestionar los límites del cauce de sus acciones, no como restricciones, sino
como oportunidad para mantener el fluir de su energía y tender puentes entre
sus orillas”.
En pocas palabras “ver
el todo” “significa ser reflejo de la dinámica de la organización,
concentrarse en las posibilidades y no en las limitaciones; es serenar la mente
del estratega, para tener el valor de perder la vista de la orilla y así surcar
nuevos horizontes que están esperando ser descubiertos”.
El Editor
Referencia
Cope, K. (2012) Seeing the Big picture. Business acumen to
build your credibility, career, and Company. Austin, TX. USA: Greenleaf
Books.
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