domingo, 25 de septiembre de 2016

Información y conocimiento

Se dice que estamos entrando en la Cuarta Revolución Industrial, aunque algunos académicos indiquen que no sea el mejor término para denominar esta nueva etapa de la humanidad, donde la información y el conocimiento se constituyen en la moneda real del valor y conquista de las nuevas fronteras económicas y empresariales del mundo.

La información un elemento configurado alrededor de intereses particulares, que busca establecer una lectura específica de la realidad, para tomar decisiones que permitan alcanzar una ventaja en el escenario global, y el conocimiento, la movilidad permanente de la información, como categoría emergente, resultante de resolver preguntas alrededor del “cómo” se hacen la cosas; son dos hechos que movilizan el entender y el saber de la humanidad hacia linderos antes desconocidos.



La educación actual, si bien se encuentra en transición de la escolaridad hacia una movilidad, donde la incertidumbre y la inestabilidad se constituyen como la fuente del currículo real, está preocupada por construir referentes de información y respuestas a preguntas conocidas, impactando la capacidad de innovación y creatividad de sus clientes. En este sentido, se hace necesario acelerar las posturas novedosas de los que se arriesgan a crear el incierto y la ambigüedad en sus aulas de clase, para movilizar el pensamiento hacia la construcción de escenarios y realidades inéditas e inexploradas.

El conocimiento no puede ser sólo la experiencia que se concreta en un aula de clase, sino el fluir permanente de la mente humana sobre las olas de aprendizaje a las cuales se encuentra expuesto, esa condición natural de construcción de mundos emergentes que provocan desencuentros con las prácticas conocidas, para deconstruir lo que hemos aprendido y reconocer las nuevas oportunidades para crear ganancias teóricas que hacen mover la línea del saber.

Si bien como anota el profesor Calvo (2016, p.160), “la incertidumbre y contradicciones nos confunden en la escuela, pero nos orientan fuera de ella”, es necesario pasar la página de los eventos y problemas conocidos, para asumir una educación fuera de las aulas, como una oportunidad complementaria de la formación humana. Una apuesta que nos saque del dominio de la causalidad, de las explicaciones definidas y de la inercia de las respuestas pedagógicas tradicionales.

El conocimiento como fundamento de las relaciones de la sociedad del siglo XXI, debe conjugar la teoría y la práctica, establecer una ruta convergente que enlace las formalidades de los académicos, con las posibilidades de los empresarios, de tal forma que la empresa se convierta en un escenario privilegiado de aprendizaje permanente y la academia un habilitador de nuevos negocios en la práctica de los empresarios. Esta doble realidad conecta la inestabilidad del entorno de negocios y de los conceptos aprendidos, como fundamento para romper el aislamiento y prevención tanto de la academia para la empresa y viceversa.

Así las cosas, información y conocimiento como posibilidades de conquista plena del ser humano, al servicio de su comunidad, establece una fuente real de oportunidades, no solamente de “saber hacer”, sino de “saber ser”. En este sentido, esta nueva revolución empresarial basada en un mundo digitalmente modificado, no deber ser óbice para enriquecer y desarrollar el potencial humano, ese que supera el cumplimiento de tareas empresariales y es capaz de cruzar el umbral del confort social, para concretar aprendizajes que modifiquen sus actitudes actuales y potencien nuevas capacidades futuras.

El Editor

Referencias

Calvo, C. (2016) Del mapa escolar al territorio educativo. Disoñando la escuela desde la educación. La Serena, Chile: Editorial Universidad de la Serena.

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