domingo, 11 de septiembre de 2016

Seres contingentes

Anotan los profesores Colom, Sarramona y Vázquez (1994, p.34) que “la contingencia implica inseguridad. (…) Ello significa renunciar a las soluciones perfectas y plantear las cuestiones en términos de “posibilidad” o de aproximación. La contingencia implica asimismo eventualidad, cambio, y por lo tanto dependencia”, una frase que nos recuerda el ser contingente que somos, lo necesitado de nuestra condición humana y la inevitabilidad de la falla que debemos asumir.

Continúan los académicos diciendo: “etimológicamente, contingencia proviene del latín contigo, que significa ser limítrofe, o sea, estar en relación o en contacto, lo que hace que se pueda acoger al significado de interacción entre variables, en donde una de ellas está en función de la otra”, un ejercicio de reconocimiento del otro como parte de un todo donde construimos y evolucionamos para mantenernos en constante movimiento, sabiendo que la vulnerabilidad es la fuente natural del aprendizaje y del cambio que requerimos o requieren las empresas.

Entendernos como seres contingentes, es reconocer que estamos sujetos al cambio, a fluir más allá de las causas y efectos del mundo, para comprender cómo estamos conectados con otras personas para enfrentar situaciones límites o inesperadas, y así superar la posición cómoda que podamos tener en algún momento. Mantener una postura abierta en la vida frente a las situaciones inciertas y motivar cambios en nuestra forma de pensar y actuar, permite que la experiencia de vida, sea una experiencia educativa que transforma nuestro hacer y por tanto, construye y define nuestro actuar.

Si la contingencia significa dependencia, estar en relación con, debemos entender que no estamos solos en la construcción de nuestros sueños y conquista de nuestro destino. La inseguridad que produce estar frente a la inevitabilidad de la falla, debe activar en nuestra mente la posibilidad de tomar acciones sin temor al castigo, para crear oportunidades que releven aspectos inéditos de la realidad, distinciones no preestablecidas que hacen avanzar la forma como reinventamos el mundo y a nosotros mismos.

Si entendemos que la vida y las organizaciones no son procesos secuenciales de acuerdo con una sucesión cronológica de un calendario y llevada a cabo en un lugar predeterminado, es posible entender que la contingencia es una realidad natural que asiste a los seres humanos para encontrarse unos con otros, como la fuente de un nuevo lenguaje que remonta las diferencias superfluas de clases o condiciones, para lanzarnos a superar las certezas donde hemos sido educados, y conquistar el imperio de la causalidad.

Aceptar que somos seres contingentes, significa descubrir y revelar aquello que había estado temporalmente oculto; es habilitar el “poder ser”, ese que avanza y retrocede, que comprende y se confunde, que tiene encuentros y desencuentros; ese que tiene más incertidumbres que certezas, ese plantea más posibilidades que probabilidades; en pocas palabras, esa persona que sabe de la inestabilidad del momento y del entorno donde opera para repensarse como participante creativo y no como controlador de la naturaleza (Calvo, 2016, p.94).

El Editor.

Referencias
Colom, A., Sarramona, J. y Vázquez, G. (1994) Estrategias de formación en la empresa. Madrid, España: Ediciones Narcea.
Calvo, C. (2016) Del mapa escolar al territorio educativo. Disoñando la escuela desde la educación. La Serena, Chile: Editorial Universidad de la Serena.

1 comentario: