Tres palabras rondan
la dinámica de las empresas y los retos de las personas estos días. El coaching, el mentoring y el counseling
son tres ejercicios que buscan potenciar lo mejor de las personas cada una
desde un propia conceptualización y fundamento.
En primer lugar, el
coaching, en palabras de Whitmore (2015), “consiste
en liberar el potencial de las personas, para que puedan llevar su rendimiento
al máximo” (p.21). En este ejercicio se busca potenciar la conciencia, la
responsabilidad personal y autoestima del individuo para que quiebre sus propios
límites, aumentando la confianza en sí mismo conectando el “ser” y el “estar”,
es decir, llenar de recursos a las personas y motivar el aprendizaje sobre sí
mismo y sobre el mundo que lo rodea.
En el mentoring, a diferencia del coaching, “sí supone una enseñanza explícita sobre temas específicos” (Yuste,
2014, p.19), una orientación sobre el área de especialidad del mentor, para que
el individuo tutelado analice y revise opciones a partir de sus indicaciones o
establezca nuevas alternativas que surgen de la conversación con el mentor. La
exigencia del mentor motiva a la persona a moverse de su zona cómoda y explorar
nuevas “montañas” que confrontan su nivel alcanzado en ese momento.
El Counseling (o consejería) de forma
diferenciada con el coaching y el mentoring, es un asesor con importantes
conocimientos técnicos sobre una temática particular, para concretar una vista
específica para aquel que consulta. El consejero aconseja, no decide sobre la
situación particular. Ofrece una vista abierta de posibilidades en el tema
donde se tienen las inquietudes, para que la persona explore y encuentre
opciones que pueda tomar y aplicar según su criterio y necesidad.
En la gerencia
moderna pareciera que el ejecutivo debería alternar entre todas estas opciones
según se requiera para mantener sintonizado el actuar de su equipo para
alcanzar los resultados. De otra parte, da la impresión, que de igual forma las
personas requerimos alguno de los anteriores en algún momento de la vida, bien
para hacernos conscientes de nuestras capacidades, bien para movilizarnos hacia
niveles de exigencia mayores o para recibir una orientación que nos permita
concretar una acción en un tema particular.
Si revisamos las
tres prácticas podemos identificar elementos comunes que habilitan al ser
humano para conectar su “realidad interior” y movilizar su “potencial” hacia el
exterior. Estos elementos son: la
vulnerabilidad, la curiosidad, las aspiraciones y el conocimiento de sí mismo.
El experimentar la vulnerabilidad, el sentir “que no se
sabe”, que no se domina un área particular frente a una situación, crea un
quiebre interno e intelectual que la persona puede capitalizar o negar. La
vulnerabilidad abre oportunidades para desaprender, aprender y reaprender como
condición para transformar el individuo y hacerlo un “otro diferente”.
Cuando lo anterior
ocurre y la apertura está en la persona, la curiosidad
aparece planteando opciones antes inexploradas. La curiosidad permite imaginar
lo inimaginable y eliminar las barreras autoimpuestas para correr el velo de
las opciones que se pueden concretar para crear un entorno diferente y, desatar
la nube incierta que nos ha bloqueado hasta ese momento.
Las ideas generadas
en este instante, para que sean una realidad, se deben conectar con las aspiraciones
y sentimientos trascendentes del individuo para que encuentren vías concretas
que lleven a su realización. Sin estas aspiraciones
y motivaciones sintonizadas, las
ideas sólo serán buenas intenciones que no cruzarán los linderos de la emoción,
dejando la acción “en zona de parqueo”, muchas veces por tiempo indefinido.
Si las ideas pasan a
la acción, la indicación del movimiento nace en el interior del individuo, en el real convencimiento de la persona
para actuar frente al reto que supone la idea. El reto se convierte en una
forma de movilizar la vida del ser y conectarlo con el hacer. La energía requerida
para para lanzarse y perseverar en el desarrollo de un proyecto se nutren del
ser, como fuente infinita de combustible emocional y profesional que mantiene
la vista en el horizonte donde se conecta lo espiritual como lo terrenal.
Así las cosas, coaching, mentoring y counseling,
son conceptos, prácticas y experiencias que están disponibles para todos
aquellos que reclaman una oportunidad para ser diferentes, para alcanzar
niveles de competencia y realización superiores; un momento de la vida donde
nuestro “yo” se conecta con la esencia de lo “sobrenatural”, con la emoción de
lo superior, para ser una mejor versión de nosotros mismos.
Referencia
Whitmore, J. (2015) Coaching. El método para mejorar el
rendimiento de las personas. Barcelona, España: Paidos.
Yuste, F. (2014) Herramientas de coaching ejecutivo. Bilbao, España: Editorial
Desclée de Brouwer.
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