domingo, 14 de febrero de 2016

Arriésgate a triunfar

Cuando te has entregado a tus metas, es inevitable que te tropieces con rechazos. Dalo por sentado. Agradécelo. Aprécialo. Luego no le prestes más atención y sigue adelante”, palabras que Hughes (2010) establece en su libro “Pensamiento Líquido”. Expresión que nos debe fortalecer y animar para mantener el paso firme y vigoroso frente a nuestros sueños y metas.

Bien decía Nietzche: “Temo al hombre de una sola idea”, un hombre que ha puesto toda su energía y consagración a conseguir un objetivo. Este individuo es una fuerza incontrolable que estará enfrentando todo aquello que separar de lo que quiere alcanzar. Estará todo el tiempo pensando en cómo superar los retos y abriendo posibilidades donde otros solo ven probabilidades.

El riesgo a fracasar, palabra que lleva una carga emocional muy alta, debe ser reemplazado por “un intento más para avanzar”. Si nos quedamos afectados por la emocionalidad de la palabra, seremos seres presos del pesimismo y la inacción. Mientras, si lo convertimos en una zona psicológicamente segura, donde podemos seguir intentando y efectuando variantes, estaremos en la ruta de los que abren oportunidades y construyen nuevas formas de ver el mundo.

Bien anota Santiago Álvarez de Mon en su libro “Aprender a perder”: “La vida no va de cruzar metas impuestas y reconocidas por los demás, sino de reconocer y conquistar nuestra esencia”, una expresión que nos reconoce como seres únicos e irrepetibles, que estamos en la ruta por alcanzar nuestro potencial, de superar nuestras propias restricciones autoimpuestas. En pocas palabras, individuos que están asistidos por la perseverancia, que conscientes de sus capacidades y firmes en sus convicciones, no abandonan sus deseos, ni pierden la confianza en sí mismos, para ir más allá de sus propias limitaciones.

Miguel Induraín en su apuesta por ganar el Tour de Francia anotaba: “la mayoría tenemos altibajos, pero es la perseverancia, la determinación, lo que a fin de cuentas no hacer ser lo que somos. No tiene que ver con ser más listos ni tener más oportunidades, como dirían otros. (…) Los que no llegan hasta el final son los que vuelven pronto a casa, sin responder nunca a los retos ni ir nunca a ningún sitio” (Hughes, 2010).

Por tanto, no se trata de ser un temerario, ni un arrogante en la forma como enfrentamos la vida, sino entender que ella exige una construcción diaria, donde aprendemos de cada uno de los momentos, como una forma de incorporar distinciones que antes no veíamos y ahora podemos comprender y potencializar. La vida al igual que el error, no debe ser tratada como un resultado, donde criterios externos demuelen la fortaleza interior de un ser humano para clasificarlo, sino como un proceso donde tenemos la oportunidad permanente de abrir nuevos horizontes de conocimiento y aprendizaje.

Así las cosas, recuerda como afirma Joan Báez, cantante y compositora: “No decides cómo vas a morir. Ni cuando. Sólo puedes decidir cómo vas a vivir. ¡Ahora!” (Hughes, 2010,p.46), por tanto, concéntrate en construir la historia de tu futuro, donde todo lo que haces y disfrutas hoy, por pequeño que sea, abre la puerta para consolidar tus propios sueños y metas.

No temas equivocarte, siempre que los beneficios de tu error, sean mayores que el costo del mismo (Schoemaker, 2011), pues así, a pesar de la “oposición de las mentes mediocres”, tu esfuerzo, disciplina y dominio de sí, como afirma Buda, creará una isla, donde la inundación de lo efímero, pasajero y perecedero, no logra distraer ni puede destruir.

El Editor

Referencias
Hughes, D. (2010) Pensamiento líquido. Barcelona, España: Ed. Empresa Activa.
Álvarez de Mon, S. (2012) Aprendiendo a perder. Las dos caras de la vida. Barcelona, España: Ed. Plataforma Editorial.
Schoemaker, P. (2011) Brilliant mistakes. Finding success on the far side of failure. Philadelphia, USA: Wharton Digital Press.

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