“Cuando te has entregado a tus metas, es
inevitable que te tropieces con rechazos. Dalo por sentado. Agradécelo.
Aprécialo. Luego no le prestes más atención y sigue adelante”, palabras que
Hughes (2010) establece en su libro “Pensamiento Líquido”. Expresión que nos
debe fortalecer y animar para mantener el paso firme y vigoroso frente a
nuestros sueños y metas.
Bien decía Nietzche:
“Temo al hombre de una sola idea”, un
hombre que ha puesto toda su energía y consagración a conseguir un objetivo.
Este individuo es una fuerza incontrolable que estará enfrentando todo aquello
que separar de lo que quiere alcanzar. Estará todo el tiempo pensando en cómo
superar los retos y abriendo posibilidades donde otros solo ven probabilidades.
El riesgo a
fracasar, palabra que lleva una carga emocional muy alta, debe ser reemplazado
por “un intento más para avanzar”. Si nos quedamos afectados por la emocionalidad
de la palabra, seremos seres presos del pesimismo y la inacción. Mientras, si
lo convertimos en una zona psicológicamente segura, donde podemos seguir
intentando y efectuando variantes, estaremos en la ruta de los que abren
oportunidades y construyen nuevas formas de ver el mundo.
Bien anota Santiago
Álvarez de Mon en su libro “Aprender a perder”: “La vida no va de cruzar metas impuestas y reconocidas por los demás,
sino de reconocer y conquistar nuestra esencia”, una expresión que nos
reconoce como seres únicos e irrepetibles, que estamos en la ruta por alcanzar
nuestro potencial, de superar nuestras propias restricciones autoimpuestas. En
pocas palabras, individuos que están asistidos por la perseverancia, que
conscientes de sus capacidades y firmes en sus convicciones, no abandonan sus
deseos, ni pierden la confianza en sí mismos, para ir más allá de sus propias
limitaciones.
Miguel Induraín en
su apuesta por ganar el Tour de Francia anotaba: “la mayoría tenemos altibajos, pero es la perseverancia, la
determinación, lo que a fin de cuentas no hacer ser lo que somos. No tiene que
ver con ser más listos ni tener más oportunidades, como dirían otros. (…) Los
que no llegan hasta el final son los que vuelven pronto a casa, sin responder
nunca a los retos ni ir nunca a ningún sitio” (Hughes, 2010).
Por tanto, no se
trata de ser un temerario, ni un arrogante en la forma como enfrentamos la
vida, sino entender que ella exige una construcción diaria, donde aprendemos de
cada uno de los momentos, como una forma de incorporar distinciones que antes
no veíamos y ahora podemos comprender y potencializar. La vida al igual que el error, no debe ser tratada como un resultado,
donde criterios externos demuelen la fortaleza interior de un ser humano para
clasificarlo, sino como un proceso donde tenemos la oportunidad permanente de
abrir nuevos horizontes de conocimiento y aprendizaje.
Así las cosas,
recuerda como afirma Joan Báez, cantante y compositora: “No decides cómo vas a morir. Ni cuando. Sólo puedes decidir cómo vas a
vivir. ¡Ahora!” (Hughes, 2010,p.46), por tanto, concéntrate en construir la
historia de tu futuro, donde todo lo que haces y disfrutas hoy, por pequeño que
sea, abre la puerta para consolidar tus propios sueños y metas.
No temas
equivocarte, siempre que los beneficios de tu error, sean mayores que el costo
del mismo (Schoemaker, 2011), pues así, a pesar de la “oposición de las mentes
mediocres”, tu esfuerzo, disciplina y dominio de sí, como afirma Buda, creará
una isla, donde la inundación de lo efímero, pasajero y perecedero, no logra distraer
ni puede destruir.
El Editor
Referencias
Hughes, D. (2010) Pensamiento líquido. Barcelona, España:
Ed. Empresa Activa.
Álvarez de Mon, S.
(2012) Aprendiendo a perder. Las dos
caras de la vida. Barcelona, España: Ed. Plataforma Editorial.
Schoemaker, P.
(2011) Brilliant mistakes. Finding
success on the far side of failure. Philadelphia, USA: Wharton Digital
Press.
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