Durante estos días estamos invadidos de noticias sobre
cierres y personajes del año, sobre pronósticos para el año siguiente y en
alguna medida de predicciones que nos anticipan cambios y transformaciones que
establecen nuevas realidades y retos tanto para las personas como para las
empresas.
El ejercicio de hacer pronósticos a nivel empresarial,
es una práctica que motiva una revisión en profundidad de los hechos y datos
disponibles, así como la exploración de tendencias claves para la dinámica del
negocio que permiten establecer escenarios posibles y probables con el fin de obtener,
en la medida de la posible, una lectura del futuro y de aquello que puede ocurrir
en los próximos años.
El resultado de esta práctica establece un conjunto de
posibilidades que procuran una base de movimientos estratégicos claves de la
empresa, sin perjuicio que aparezcan tendencias no identificadas, las cuales
cuestionarán los ejercicios previos realizados, no como un reclamo sobre la
precisión de los mismos, sino como una oportunidad para enriquecer la vista
planteada y la manera como incorporar nuevos aprendizajes propios de la
complejidad del entorno.
Así como ocurre en el mundo empresarial, en la vida
personal es necesario establecer los mapas profesionales de mediano y largo
plazo, que permitan vincular aquellas cosas que sabemos hacer muy bien, con las
oportunidades que se visualizan en el entorno. Este ejercicio, demanda un
reconocimiento personal de nuestras capacidades y abrir nuevos espacios de
conexión con otros profesionales y amigos para tender puentes inéditos que
creen un escenario diferente donde se cultive aquello que queremos en el
futuro.
Los pronósticos permiten en nuestra vida personal
desarrollar un ejercicio de proyección y movilidad que genera incomodidad y
resistencia frente a lo logrado hasta el momento. Esta situación demanda una
visión de la vida que entiende la dinámica social, económica y política donde
estamos situados, así como la definición de una estrategia clara de formación y
construcción de posibilidades que nos lleven de una orilla conocida a otra que aún
no conocemos, pero podemos construir.
En este sentido, es nuestro deber salir al encuentro
de nuestra propia ruta de navegación, para ubicar en el plano de las
oportunidades y posibilidades, aquellas coordenadas que nos lleven al siguiente
nivel de comprensión de la realidad; un camino de situaciones inesperadas,
inciertas y novedosas que enfrenten nuestras creencias, valores y actitudes
para decidir sobre aquello que queremos y la vida en abundancia a la cual
estamos destinados.
Por tanto, levanta la cabeza, mira al horizonte y
traza la ruta de la prosperidad que quieres para tu vida, un plan estratégico y
táctico que conjuga la mejor versión de lo que eres hoy y la visión de tus
retos superados, aquellos que te transforman en una persona diferente y madura que
sabe lo que quiere, permanece atento a las tendencias del entorno y se mantiene
fiel a sus talentos, esos que lo hacen un ser único e irrepetible.
El Editor
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