Bien anota la sabiduría popular: “No
hay fecha que no se llegue, ni plazo que no se cumpla”, condiciones que nos
hablan del paso del tiempo y el cumplimiento de metas y objetivos, del
ejercicio de ejecución de un plan de trabajo, que nos indica lo que hemos
caminado y las lecciones que hemos aprendido. Esta realidad nos conduce
indefectiblemente a revisar y evaluar lo alcanzado y establecer la efectividad
de nuestra planeación durante el marco de tiempo establecido para realizar el
plan.
Considerando lo anterior, movilizar un plan exige, además de las
condiciones naturales de un proyecto, tiempo, recursos y objetivos, un elemento
fundamental que es la actitud. Es posible tener todo lo anterior coordinado y
en las proporciones necesarias, pero sin una actitud adecuada sólo sería la
ejecución de un conjunto de actividades y no la consecución de un nuevo logro.
Por tanto, es necesario consolidar la vista de la actitud para asegurar que
el esfuerzo, que hace la diferencia, está realmente conectado con una meta
superior que transforma y detona el potencial de aquellos que participan. Para
ello, John Maxwell, en su libro “¿Qué tan alto quiere llegar?”, establece
algunas reflexiones que nos permiten sintonizar los retos que tenemos con la
actitud que se requiere para triunfar en la vida:
* ¿Quién soy? La personalidad
establece rasgos de las personas y el rastro de las actitudes que definen a un
individuo.
* ¿Qué me rodea? El ambiente
afecta nuestro sistema de creencias. Los contornos nos definen y fundan nuestra
manera de conectarnos y movilizarnos con y en la realidad.
* ¿Cómo me expreso? De lo que
está lleno el corazón habla la boca. Las palabras comunican sentido en un
contexto particular y determinación a la hora de tomar acción.
* ¿Cómo me siento? El
sentimiento es lo que queda luego de una experiencia. Cada momento en la vida
se conecta con nuestro sentir. Podemos olvidar las enseñanzas, pero la emoción
permanece.
* ¿Cómo me veo? Los
sentimientos internos definen nuestras actuaciones externas. De la percepción
que tenemos de nosotros mismos, depende la transformación de la vida que
podemos tener.
* ¿Qué puedo aprender y
desaprender? Qué riesgos estamos dispuestos a correr, ¿qué cosas vamos a
dejar atrás para abrirnos a nuevas oportunidades y experiencias? Todas
experiencias en la vida preparan el camino del siguiente paso y fundan la cuota
del siguiente nivel.
* ¿Quiénes influyen en mí? Lo
que otros dicen acerca de su percepción sobre nosotros afecta cómo nos
percibimos a nosotros mismos. Revisa que cosas vas a dejar entrar en tu dominio
para que sume y las otras que deberás abandonar, que no agregan valor y roban
tu energía.
* ¿Cómo luzco ante los demás?
La apariencia exterior proyecta, comunica y conecta con los otros. No son los
estándares del mundo los que te definen, sino tu propia esencia y valor la que
hace la diferencia. Luce tu mejor versión cada vez, para que tu legado sea
permanente.
* ¿Dónde tengo puesta mi
seguridad? Una pregunta que nos interroga sobre “en qué creemos”, un
ejercicio de esperar lo mejor del otro, como fundamento de una relación de
doble vía donde mis debilidades ofrecen la seguridad para continuar creciendo.
Todas estas preguntas establecen los contornos de la realidad interior,
como una preparación y construcción permanente de la actitud, aquella que
moldea y define las acciones que transforman expectativas y sueños, en realidades
y resultados concretos.
El Editor
Referencia
Maxwell, J. (2014) ¿Qué tan alto quiere llegar? Determine su
éxito cultivando la actitud correcta. Nashville, USA: Grupo Nelson.
Capítulo 6.
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