Las personas ven el mundo de
formas diferentes. Cada uno desde su realidad observa y distingue aspectos de
la vida que pueden o no ser iguales a los de otros. De acuerdo con Kofman (2013,
p.99-100) la forma como cada persona establece las diferencias se puede definir
en función de dos posiciones, los que
quieren controlar y los que quieren
aprender.
Los que quieren controlar
pretender saber cómo son las cosas, cómo deben ser, y lo que hay que hacer.
Ellos dan muchas órdenes y hacen pocas preguntas. Los que quieren aprender son
curiosos y humildes, son más cuidadosos al interpretar lo que está pasando y
qué hacer al respecto, preguntan más y dan menos órdenes. Tienden a considerar
la perspectiva del otro, en lugar que imponer la suya.
Los que quieren controlar
manejan las situaciones imponiendo sus propias opiniones y reclamando que las
mismas son “la verdad”. Su discurso desconoce la realidad del otro y margina
sus comentarios o visión de las reflexiones que se pudiesen dar. Aquellos que
no tienen su mismo punto de vista, están en un error. Los que quieren aprender,
invitan a los otros a compartir sus diferentes miradas, manejan las situaciones
por consenso y reconocen que su interpretación de la realidad, sólo es una
parte del todo que se analiza.
Los que quieren controlar,
saben en su interior que no conocen la realidad que pretenden modelar y se
marginan de las situaciones inciertas que se les pueden presentar las cuales
advierten como una amenaza. Generalmente sus reacciones son agresivas o contrarias,
para indicar una posición dominante que deja al descubierto su debilidad
manifiesta para dar cuenta de la condición inestable de su conocimiento. Los que quieren aprender, se reconocen necesitados de los otros, saben que en
el ejercicio de construcción conjunta las situaciones inciertas no son una
amenaza, sino una oportunidad para desarrollar nuevas capacidades y conocer
puntos de vista diferentes.
Los que quieren controlar
están insertados en la pedagogía de éxito, en la necesidad de tener respuestas
para todo y la capacidad de entender los detalles ante situaciones inesperadas.
Ellos piensan que están elevados por encima de las realidades y que su visión
abarca y explica todo cuanto ocurre. Los
que quieren aprender entienden
que la diversidad y las diferencias suman en el escenario de lo incierto, que
la realidad no pertenece a una mirada particular si no que cada expresión de
los otros cuenta.
"La ilusión del control es una realidad inestable que se instala de manera silenciosa en aquellos devotos de la pedagogía del éxito; mientras la inevitabilidad de la falla, es la fuente de los que "perseveran" y "aprenden" desde la pedagogía del error".
Así las cosas, cada una de estas
personas, las que quieren controlar y las que quieren aprender cuentan con su propio
modelo mental, en palabras de Kofman (2013, p.103), su conjunto
particular de supuestos, generalizaciones, creencias y valores profundamente
arraigados. Por tanto, vincular estos dos perfiles, requiere comprender la construcción
cognitiva del otro y cómo ella influencia sus experiencias y acciones.
Los modelos mentales tienen
filtros propios que organizan y dan sentido a las experiencias de las personas,
determinan lo que existe, lo que es importante, lo valioso, en pocas palabras
lo que la realidad significa para ella. En consecuencia, no importa si una
persona privilegia el controlar o el aprender, es importante que se reconozca
como observador de la realidad, para encontrar allí aquellos puntos que aún continúan
desconectados y trazar líneas novedosas que motiven transformaciones sociales y
reflexiones personales donde prime la armonía de los contrarios.
El Editor
Referencia
Kofman, F. (2013) Conscious business. How ti build value
through values. Boulder, Colorado. USA: Sounds true.