Tomar decisiones significa
definirnos a nosotros mismos; implica poner sobre la mesa el plan de vida que
queremos y la apuesta superior que tenemos en nuestra existencia. Decidir es
darle forma al futuro en el presente, es movilizar nuestra humanidad para dar
testimonio (ser un mártir) de un proyecto que queremos realizar.
Toda decisión tiene una renuncia,
pues bien dice la sabiduría popular “no podemos tener lo mejor de los dos
mundos” y por tanto, una realidad será la que ocurra y la otra sólo será un
imaginario. Decidir es ejercitar nuestra capacidad para hacer que las cosas
pasen, nuestro interés por materializar un sueño que transforme nuestras vidas
y la sociedad. Una decisión que implica un “yo quiero” y luego un “yo puedo”.
Cada decisión que tomamos trae
consecuencia positivas o negativas (según la lectura que tu tengas de lo que
quieres realizar) tanto para tu vida personal como para las comunidades donde
tu participas; algunas de ellas visibles y otras emergentes, ésta últimas
difíciles de prever, dado que condiciones particulares se pueden presentar y
otras sobrevinientes, no previstas, pueden manifestarse.
No somos consecuencia del
devenir, ni marionetas de DIOS, somos responsables, como afirma el clérigo
Eudista Linero Gómez, por darle sentido y dirección a nuestra vida, claro está
iluminados por el Creador y su plan de vida, para que podamos potenciar los
talentos y la vocación que hemos recibido. Esto es, movilizar nuestra capacidad
para aprender, nuestro esfuerzo personal y sobre manera las ganas para
alcanzar, con el fin de perfeccionar dichos talentos y ponerlos al servicio de
los demás.
Cuidado con dejar guardados los
talentos, no sea que te puedan decir “sabes que soy un amo exigente, que recojo
donde no siembro y reclamo donde no invierto” (Mt 25, 14-30), pues todo lo que
hemos recibido es regalo y como tal no solamente es para apalancar tu plan de
vida, sino para potenciar y materializar condiciones y expectativas de otros.
Es un sabotaje a plan del Creador
no tomar la decisiones que potencien tus talentos, que saquen lo mejor de ti,
pues precisamente el mundo espera que lo hagas, dado que sólo así es posible el
siguiente paso de la humanidad, sólo así es viable materializar las condiciones
requeridas para crear el escenario de las nuevas posibilidades.
Nunca pienses que tus talentos
son menos que los otros, o que son menos importantes delante del Creador,
recuerda que cada uno viene con un conjunto de ellos, para ayudar en la
construcción de una nueva forma de hacer las cosas y en la medida que nos
demoremos en descubrirlos, fortalecerlos y revelarlos, de igual forma se harán
lentas las bendiciones y gracias que se tienen previstas por la eternidad para
el mundo.
Nunca subestimes lo poderoso de
tus talentos, pues estarías retando a tu Creador en su ejercicio de creatividad
permanente con el mundo, un ejercicio de incertidumbre, mezclado con tus
expectativas y un tinte de sorpresa, que nunca sabes en donde va terminar. Lo
importante es que sepas que no hay nada pequeño o menor en la lectura de DIOS
en el mundo, todo cuenta y cuando menos lo esperes esa habilidad que tienes
será el detonante de una nueva realidad que para muchos posiblemente era un
imposible.
El Editor
Referencia
Gómez, A. (2015) El poder de la decisiones. Tu siguiente
decisión puede cambiarlo todo. Bogotá, Colombia: Ed. Diana.
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