Parece que vivimos atrapados en
un juego de contradicciones. La necesidad de tener una vida sobresaliente, pero
al mismo tiempo moderada y prudente; queremos tener el respeto de los otros,
sin embargo, muchas veces no lo otorgamos como es debido; queremos una vida de
abundancia, pero no queremos trabajar para que eso ocurra. Estas afirmaciones
nos ponen en una encrucijada de vida que parece no dejar espacio para puntos
medios o vistas balanceadas.
Norman Drummond, nos dice en su
libro, “El poder de tres”, que en la vida debemos mantener tres principios, en
los cuales las contradicciones se disipan y las presiones se alivian: 1) la persona antes que el procedimiento,
2) la sabiduría antes que el conocimiento
y 3) la integridad antes que la política.
La persona antes que el procedimiento, es volver la mirada sobre
los individuos, sobre sus necesidades y retos. Es reconocer que las reglas y
normas están para mantener un orden y orientación para un conjunto social, pero
no para volverse el estándar de estricto cumplimiento que ahoga a la persona,
cosifica sus sentimientos e ilusiones y sobre manera encuadra sus deseos y
retos. Los procedimientos son declaraciones que indican la forma de hacer una
actividad en condiciones adecuadas y ajustadas a los niveles de riesgo
permitidos por una organización, sin perjuicio que las necesidades y derechos de
los individuos tengan prioridad.
No es posible que al advertir una
situación que comprometa la seguridad, higiene, honra, bienes o derechos
individuales, no se pueda actuar, porque no hay una autorización que seguir,
una indicación gerencial que obedecer o una norma que aplicar. Es probable que,
como en la milicia, se llegue a comprometer su siguiente ascenso o promoción,
sin embargo habrás privilegiado un bien superior, una vista trascendente que
hizo la diferencia para unos pocos. ¿Cuándo llegue el momento estarás dispuesto
a hacer lo que corresponde, conociendo de antemano sus consecuencias?
La sabiduría antes que el conocimiento, Drummond la define la
sabiduría como “la capacidad de darse cuenta de qué es lo que vale en la vida,
de reconocer la interconexión fundamental de todas las personas y todas la
cosas, y de hacer uso de este reconocimiento para elegir y tomar decisiones”,
una visión sistémica del mundo que mantiene a un observador de la realidad
conectado con su vida interior y la forma como transforma su realidad exterior.
El conocimiento te permite recabar información y establecer dominios de saber
que revelan variables claves del mundo; la sabiduría te permite ver
los patrones y las conexiones relevantes para indicar un camino, una ruta que
te llevará al siguiente nivel de evolución.
Tener mucho conocimiento de sobre
el mundo, no me habilita para verlo como es, sólo me permite caracterizar los
fenómenos que ocurren con una baja capacidad para explicarlos. El sabio ve en
el mundo una oportunidad para conocer, un tesoro escondido que descubrir, una
aventura que surge en su mundo interior, para ver en perspectiva, actuar con
cuidado, y discernir con claridad el nuevo paso que dará, para volverse a
sorprender y dar cuenta de nuevas experiencias que transformarán la dinámica
del mundo.
La integridad antes que la política. Si entendemos la política en
su connotación negativa, como las dobles agendas, motivos ocultos y acciones
convenientes, estamos en una ruta de oscuridad, que de manera silenciosa
degrada al ser humano y todo cuanto toca, pues es como un veneno que poco a
poco te intoxica sin darte cuenta, comprometiendo al final todo cuanto eres. Lo
contrario, es la integridad, el mundo te exige la visibilidad de los
compromisos, la claridad de los motivos y la transparencia de tus acciones. Es
el ejercicio de la decencia y la honorabilidad de cada ser humano que es capaz
de asumir sus responsabilidades con el corazón y su conciencia.
El camino de la integridad, es
pedregoso, exigente y algunas veces (por no decir siempre) doloroso. Significa
anteponer todo lo que somos, nuestros sueños, nuestro prestigio y nuestro honor
para dar cuenta de nuestra promesa, los esfuerzos y responsabilidad para hacer
que las cosas pasen, para movilizar el bien general sobre el bien particular,
para ir en contra de “es que todos lo hacen” y permitir el espacio de la
justicia y la verdad, como fundamentos de nuestro actuar: no empeñar nuestro
criterio, para devolver un favor cuando corresponda.
Si tenemos en nuestro radar estos
tres principios a diario, la vida se vuelve menos complicada (en términos
trascendentes), pero más peligrosa en el contexto real, pues serás objeto de
confrontaciones y sugerencias que te inviten a ser laxo y abierto, que la
sociedad ha cambiado y que estas un poco tenso. La vida ligera, donde todos
somos cómplices de las dobles agendas y posiciones “empeñadas” es generosa en
recompensas y tranquilidad material, pero aquella fundada en la integridad
personal y conexión espiritual es abundante en recompensas invisibles y paz
interior, muchas veces con rosas y abrojos materiales, pues al final, de ¿qué
le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma?
El Editor
Referencia
Drummond, N. (2015) El poder de tres. Descubrir lo que realmente
importa en la vida. Bilbao, España: Mensajero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario