Dicen los maestros en meditación
que nos pasamos la vida distraídos, es decir, pendientes de cosas que pasan a
nuestro alrededor, sin ocuparnos de lo verdaderamente importante, que anida
generalmente en aquello que no se ve, donde la polilla no tiene control. A continuación se detalla una lista corta de
distracciones que tenemos cada día, enumerando algunas que posiblemente son las
más frecuentes, para que tomemos nota y tratemos de identificarlas y superarlas
lo más rápido posible y así mantener la atención en aquello que mayor beneficio
nos ofrece.
No te distraigas con
reconocimientos, alabanzas y distinciones, son importantes frutos y logros que
te has ganado, pero no representan lo que tú eres, una obra en constante
evolución y reto, que no te conformas con lo alcanzado y buscas permanentemente
nuevas fronteras para descubrir y avanzar.
No te distraigas con tu ego, con
tu necesidad de ser reconocido, con el comentario que te ensalza y empalaga,
pues hay motivos suficientes dentro de ti, que te dicen que hay mucho que
transformar y repensar para liberarte de tus propios miedos y temores, que te
impiden elevarte sobre tus circunstancias y continuar en el camino de tu propia
conquista.
No te distraigas con aquellos que
no quieren que surjas; que quieren verte sometido o disminuido, pues sabes que
su lucha es perdida sobre ti. Sabes que tienes tu centro en aquello que es
trascendente y la fuerza que te nutre supera sus oscuros propósitos, que sólo
confirman los temores que tienen, pues como dice la escritura: “lo que el
malvado teme, eso le ocurre”.
No te distraigas con los afanes
del día, con las críticas demoledoras de tus detractores, pues cada vez que te
afanas o te concentras en esos comentarios, pierdes el foco de tus objetivos.
Lo que ellos no saben es que sus opiniones te fortalecen y te ayudan a mejorar
tus argumentos, enfocar tus energías y crear escenarios de crisis anticipados,
que te permiten ver más allá del momento, sin prisa y sin afanes.
No te distraigas con las noticias
menos positivas del mundo y sus alrededores, pues si bien son sucesos que
ocurren y están fundados en decisiones de muchos, no deben alterar tus
objetivos y planes. En su lugar, te debe servir como alertas de posibles
cambios que debes considerar bien para mantener tu curso o para identificar nuevas
oportunidades que otros no han visto.
No te distraigas con la rutina,
con el hacer lo mismo cada día; con entrar en un circuito de comodidad que
difumina la esencia de tus objetivos y sueños. La rutina tiene la virtud de “hacerse
invisible” con el fin de mantener oculta su presencia y no ser denunciada.
Mantén tus ojos abiertos y tu mente despierta, para que al observar cualquier
intento de conquista de esta ladrona de los sueños, la puedas controvertir y
desterrar muy lejos, sabiendo que diseñará nuevas estrategia para acercarse
nuevamente.
No te distraigas con aquellos que
no creen en las mismas cosas que tú crees, pues ellos son libres de
experimentar y vivir en el contexto y vida trascendente que han escogido. Más
bien, entiende y comprende las “verdades” de tu modelo sagrado y vive con
intensidad la búsqueda de lo que no se ve, las fuerzas superiores que la
acompañan y la mística que supone entrar en conexión con tu vida espiritual.
Si logramos evitar, al menos
estas distracciones, estaremos experimentando cada día el tiempo presente, la
presencia viva y real que cada momento nos brinda para encontrarnos con la
eternidad y la vida sobrenatural que nos ha sido prometida. No es un camino
fácil, pues la tentación de “engancharnos” con ellas estará al orden del día;
sin embargo es nuestra decisión aceptarlas o superarlas.
El Editor