sábado, 5 de enero de 2013

8760 horas



Completar un periodo, iniciar uno nuevo es una experiencia que cada uno de nosotros vive, que cada uno de nosotros distingue. Bien sea contado en horas, días, años, siglos o cualquier otra métrica lo importante, es que son inicios y fines que en cada momento los seres humanos asumimos y registramos.

Cada ciclo nos permite aprender y reconocer los avances que hemos tenido, las fortalezas que hemos potencializado, los logros que hemos alcanzado, los retos que hemos superado, tantas cosas que debemos considerar como elementos base de nuestro propio desarrollo, experiencias propias que nos dicen que no somos iguales, que algo ha cambiado dentro y fuera de nosotros.

Iniciar un nuevo año es la oportunidad para creer que podemos seguir alcanzando nuevas cumbres, que nuestro viaje hacia nuestro interior continua y que nuevas aventuras tendremos para reconocer aquellos dones que aún tenemos adormilados, una búsqueda renovada de nuestra capacidad de soñar y transformar nuestro entorno, que encuentra en este nuevo ciclo una oportunidad para liberar nuestro talento interior que busca pasar de buenas intenciones a actos concretos.

Un nuevo tránsito de la tierra alrededor del sol, es escribir en cada momento los retos y metas que nos movilizan, es encontrar nuevas razones para superarnos a nosotros mismos, es mantener la llama de la vocación encendida, es encontrarnos con nuestros sueños y transfigurarnos con ellos, una declaración abierta para vivas la fuerza del universo conspirando contigo, en últimas, una agenda nueva que está dispuesta para que escribas en ella, todo aquello que enaltece, brilla y renueva: una historia de un hombre que se dona todo de sí.

365 días de esfuerzo, de cumplir promesas, de escuchar atentamente, de ser compasivos y de ser fieles a la verdad, son las premisas que anteceden a una voluntad indeclinable, a un espíritu disciplinado, a una vida centrada en lo más importante, en aquello que se esconde a los ojos del mundo, pero no a los ojos del corazón. Esto es, hacer la diferencia en lo que hacemos, transformar nuestra visión del mundo, nuestra forma de encontrarnos con el otro, el reto de ser protagonistas de nuestra propia historia.

Cada día de este nuevo ciclo debe ser un momento para sobrepasar nuestras habilidades de entender cómo funcionan las cosas, para hacer mágicos nuestros pensamientos y relaciones, para vivir la irracionalidad de los imposibles que produce resultados impensables, para escribir en las márgenes y descubrir en las letras ilegibles puntos de quiebre que cuestionen el statu quo, en fin, que cada una de las 8760 horas sean de luz, iluminación y transmutación de hombres ordinarios en seres extraordinarios.

Bienvenidos estos nuevos momentos, estas nuevas horas, para dar rienda suelta a la iniciativa, la imaginación y la pasión para crear la nueva página de nuestra vida, donde cada día la inspiración que motiva, la fogosidad que consume y el empuje que congrega nos libere de la zona de confort y recobremos la confianza para reinventarnos en lo esencial y así, arriesgarnos a predecir el futuro, es decir, a crearlo.

El Editor.

1 comentario:

  1. Como comenta el autor, es un momento apropiado para ver con los ojos del corazón. Comparto la siguiente cita bíblica que nos invita a reflexionar en estas 8760 horas:

    Eclesiastés 12:9 - 14 (RVR1960)

    9 Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios.
    10 Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabras de verdad.
    11 Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor.
    12 Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne.
    13 El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.
    14 Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.

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