Muchas son las publicaciones
que nos hablan sobre liderazgo, sobre dirección, sobre motivación, sobre alto
rendimiento, sobre esa forma particular en que las personas son capaces de
lograr grandes cosas con otras. Encontrar esa fuente de movilización personal y
la de otros, es una búsqueda que inicia en el conocimiento propio y nunca termina
en el descubrimiento del otro, pues de acabar, la transformación deseada no
sería sostenible y el resultado totalmente estéril y fugaz.
Robin Sharma, en su libro “Las
ocho claves del liderazgo del monje que vendió su ferrari”, anota en una de sus
páginas, una reflexión profunda sobre que “descubre y revela” esa fuerza que
nos moviliza:
“Cuando te inspira un gran objetivo, un proyecto extraordinario, todas
tus ideas rompen sus lazos. Tu mente supera sus límites, tu consciencia se
expande en todas direcciones y tú te encuentras en un mundo nuevo, mayor y
maravilloso. Las fuerzas, las facultades y el talento que dormían en tu
interior cobran vida y descubres que eres una persona más importante de lo que
nunca habías soñado ser.”
Analizando estas palabras,
encontramos que todo inicia en aquello donde todo nuestro ser se eleva, se
desdobla, se encuentra con la esencia misma del universo, lugar donde ocurre la
fisión personal, ese momento donde se produce la reacción en cadena que libera
toda tu energía interior y te transforma para alcanzar todo lo que has querido.
Ese romper con la inercia particular de tu vida, y revelar cómo se quiebra la estabilidad
de tu propio núcleo que le da vida nuevamente al fuego interior.
Encontrar ese lugar, ese
punto interior, exige de cada uno de nosotros conocer muy bien la naturaleza
del núcleo, la fuente misma de la energía potencial acumulada, para poder
experimentar cómo animar nuevamente la esencia de la cual estamos hechos, de la
cual hemos sido creados, de la cual hemos sido dotados, la fuerza de
transformar el mundo y conquistarnos a nosotros mismos.
Producir una reacción en
cadena interior, es decir, abandonar nuestras propias seguridades y posiciones
cómodas, es un ejercicio de valor y reto personal, una apuesta para descubrir
quiénes somos y de qué estamos hechos. Una reacción de esta índole, puede
ocasionar dolor, malestar, incomodidad y hasta la incapacidad de actuar, pero
sólo si a diario estamos atentos a moldear nuestros potenciales y liberarnos de
nuestras propias seguridades, seremos capaces, no solo de crear condiciones
semejantes, sino transformaciones superiores en los demás.
Una fisión personal, esa
liberación de energía humana con un propósito, con una vocación, con una visión,
es la clave para forjar individuos extraordinarios, esos que saben que cada desilusión
no es más que una lección encubierta que conducen a la sabiduría y a la prosperidad,
que cada paso es un ejercicio de fe para lograr un fin superior, que cada
momento es una oportunidad para crear el futuro y cultivar aquello que protege
y alimenta su núcleo: la vida interior.
El Editor
Referencia
SHARMA, R. (2011) Las ocho claves del liderazgo del monje que
vendió su ferrari. Liberdúplex. Barcelona. España.
Es una creación interior que rompe con los esquemas de seguridad y tranquilidad que poseemos. Nos mueve de la zona de confort. No obstante, no todos estamos dispuestos a pagar el precio que se exige, tal vez por desconocimiento, por temor al fracaso o a la desilusión o por la misma incapacidad de actuar. Pero una vez descubierto, es un motor que no debe ser apagado por el resto de nuestras vidas. Forjará nuestro destino y nos conducirá, inevitablemente, a ser mejores seres humanos y a dejar nuestra huella en la humanidad.
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