Si hay palabras que
se usan por estos días, son resiliencia y “nuevo normal”, para indicar que
debemos renovar y repensar nuestra forma de entender el mundo y la vida. Sin embargo,
algunos autores sugieren que la resiliencia en sí misma no es suficiente
(Russell, 2013). Si entendemos la
resiliencia como un acto de rebote y volver al punto anterior donde se inició
la condición adversa, no logramos entender la esencia del concepto.
La resiliencia
es una capacidad humana que reconoce y anticipa condiciones “no estándar” para
movilizar los esfuerzos y acciones que le permita navegar en el incierto,
aprendiendo de la situación adversa, y así, proponer caminos distintos que
abran posibilidades y movilicen su intelecto y certezas fuera de su zona cómoda. La resiliencia no es exclusivamente rebote y
recuperación, es habilitar un espacio para prosperar y enriquecer la vida práctica
con posturas renovadas y saberes enriquecidos.
Si la resiliencia sólo nos deja en la recuperación y
restauración, nos lleva al punto cero de retorno, donde seguimos anclados a
las certezas previas y acomodados, incluso a las lecciones pasadas que hemos
superado. La resiliencia entendida
como “regresar a la normalidad” puede resultar más nociva al final, comoquiera
que sólo volver al punto de inicio lo único que nos ayuda es a mantenernos “vivos”
y nos negamos la oportunidad de avanzar y explorar nuevas respuestas.
La resiliencia significa en el ser humano enriquecer y
desinstalar los conocimientos y prácticas referentes para generar y transformar
su entorno hacia un escenario de “nueva prosperidad”, de “nuevos horizontes” y
futuros distintos que empieza a forjar desde el aquí y el ahora. Esta lectura de la resiliencia, le da un nuevo vigor
y sentido a la existencia, que no es ajena a la inestabilidad actual y futura,
sino que permite amplificar e incorporar nuevos sensores internos y externos
que le dan mayor capacidad de adaptación y reinvención frente a los sobresaltos
frecuentes del ambiente.
Un ser resiliente,
es un ser transformado por su propia experiencia, por sus propios retos y por
su proyecto de vida. Es un ser que
conecta y desconecta los puntos visibles de su realidad, para descubrir
aquellos invisibles a las certezas declaradas, con el fin de trazar nuevos
mapas y rutas sobre un territorio que aun permanece inexplorado a los ojos y
visiones más especializadas. Este individuo resiliente no es una respuesta
más a la adversidad, es energía potencial que canaliza y ejemplifica con su
vida para mostrar caminos en medio de la inestabilidad.
La resiliencia
implica rebote y al mismo tiempo constante evolución, fortaleza y aprendizaje
como resultado frente a los eventos aleatorios. Es una declaración permanente
que asume la inestabilidad como su fuente de energía y capacidad de
reinvención, que proyecta al ser humano para alcanzar una nueva versión
mejorada de sí mismo. Ser resiliente es expresar que “no se sabe”,
y al mismo tiempo, abrir y explorar ventanas de aprendizaje/desprendizaje que
miren al mundo y la realidad como un patrón de prosperidad y bendición
abundante que lo habilite para caminar sobre aguas inciertas, a pesar de los
pocos y escasos archipiélagos de certezas.
El Editor
Referencia
Russell, J. (2013) Resilience Ain’t Enough. De: http://thrivable.net/2013/02/resilience-aint-enough/
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