domingo, 10 de marzo de 2019

Desiertos modernos

Dicen que en los desiertos pasan cosas interesantes. En los desiertos nacieron las religiones más importantes del mundo. En los desiertos se corren las carreras más retadoras y arriesgadas del planeta. En los desiertos se encuentran las temperaturas más extremas, aquellas que producen insolación y otras que generan congelación. Los desiertos son escenarios de reflexión y expectativa para muchas personas, donde es posible que cada una de ellas experimente situaciones trascendentes donde el encuentro consigo mismo siempre es posible.

Cuando los nómadas caminan en el desierto, no van sin norte o perdidos bajo el sol incandescente sobre las arenas, llevan un espíritu abierto a la sorpresa y la aventura, que les permite estar alerta y en permanente aprendizaje sobre el entorno que le rodea. Cuando ellos navegan en el desierto, ven en el horizonte diferentes posibilidades y alternativas, descubren los secretos de los vientos y se encuentran con el oasis de la alegría que registran en sus bitácoras.

Tener un desierto en la vida, no significa ir perdido o desamparado, es encontrar ese momento de meditación y reflexión que le permite al hombre encontrarse consigo mismo y reinventar sus propios sueños. Los desiertos son signos de exigencia y humildad, son caminos que descubren la esencia de lo que el hombre es, para pasar de la oscuridad a la luz, de la desesperanza a la alegría, del temor a la valentía, y sobremanera, de la vulnerabilidad a la ductilidad.

Los desiertos marcan en el planeta signos de deforestación y erosión de la tierra. Para los hombres los desiertos, son escenarios de renovación y encuentro. Son camino de apertura de horizontes, de recarga de energía y de reconstrucción de verdades aprendidas. Es el momento para ver la vida en perspectiva, no con tristeza o desolación, sino con pasión y entrega, pues allí están delineados los caminos alternos que se pierden en la inmensidad de sus arenas.

Cuando tienes la oportunidad de conquistar el desierto, sabes que has abierto la posibilidad para aprender/desaprender, has puesto en el asador de tu vida toda la carne de tu conocimiento, de tus deseos y logros, así como tus desaciertos y aspectos que no has podido lograr. En el desierto, no existen malos momentos, ni equivocaciones, sólo lecciones de vida que logras capitalizar cuando sabes que tu existencia se erige sobre la fuerza de tu fe, la perseverancia de la verdad y la exigencia de tus convicciones.

El desierto es, entonces, un lugar privilegiado para el hombre que busca constantemente su potencial, que no abandona su proyecto de vida, sino que lo fortalece y lo renueva desde la realidad que vive día a día. El hombre del desierto, no es un hombre penitente, es un hombre de aventuras, en meditación permanente y abierto para comprender las señales del camino. Un hombre que no teme verse tal cual es y sabe que los retos del camino, sólo son los saberes necesarios para alcanzar los nuevos destinos que la vida le tiene preparados.

¡ Vivir el desierto en el mundo actual, es vivir como extranjero en tierra conocidas !

El Editor

No hay comentarios:

Publicar un comentario