En un mundo como el
actual, donde la efectividad y la eficiencia priman como factores para mantener
un permanente nivel de productividad académica o profesional, pareciera que existe poco espacio para pensar
en aquello que nos conecta y nos sintoniza con nuestra voz interior, o que el
ruido del mundo y sus afanes, tratan de apagar esa llama que ha sido encendida
en cada uno de nosotros por el dueño de la vida, cualquiera que sea la idea
o imagen que tengas de él.
Muchas veces
entramos en el ritmo acelerado de los resultados a toda costa, para satisfacer
una meta empresarial, brillar ante un cuerpo ejecutivo o ganar una bonificación
generosa para todo el que se esfuerza más allá de lo que su cargo le dice que
hacer. Si bien, son relevantes los
logros, los reconocimientos y dar la milla extra, es importante tomar distancia
cada cierto tiempo, para revisar si esto que estamos haciendo nos permite potenciar
esos talentos que hacen la diferencia cada vez que los dejamos actuar, que los
dejamos salir y bailar con ellos.
Sentirse bien
consigo mismo, es tomar decisiones en la vida que te conectan con tu savia
interior, con tus retos personales y con tus deseos trascendente más profundos.
Bien anota en este sentido, el Dr. Alberto Linero Gómez, en su libro “Mi vida
de otra manera” que “si una decisión de
vida no implica transformación, incomodidad, desconcierto, riesgo, entonces lo
que se toma no es una decisión, sino que apenas se le hace un cambio de nombre
a algo que ya hemos venido haciendo” (Linero, 2018, p.43). Palabras que
necesariamente generan incierto y reto para cualquiera que quiere un cambio en
su manera de ser y actuar.
Cuando somos conscientes
de estas decisiones, podemos luego identificar los pesos de las esclavitudes
modernas que tratan de engañar al hombre y a la fuente natural de motivación que
son sus propios talentos, sueños y desafíos. Allí, yacen las mociones espirituales más fuertes y profundas que le permiten
al ser humano ejercer su libertad, entendida como el compromiso con las causas
comunes que lo sacan de su zona cómoda y lo lanzan a explorar fronteras donde
ponen a prueba sus seguridades y descubren nuevas posibilidades.
En este contexto, cuando tomamos decisiones como las que hemos
comentado, no se anulan los momentos de felicidad, gozo y alegría que tuvimos
antes de ese momento, sino que se nutre el corazón con la energía y el sabor de
lo vivido, como el combustible necesario para avanzar en el siguiente escenario
dispuesto donde nuevas aventuras y desaprendizajes estarán esperando. Por
tanto, al continuar el camino, hacer un inventario de lo que se aprendió y experimentó,
es un acto de humildad y agradecimiento que permite al hombre abrirse a lo
novedoso sin soberbia, sin rencores, ni resentimientos y con toda la
disposición para trazar un plan de vuelo diferente.
Afirma el Dr. Linero
“No hay
manifestación de libertad más grande que poder elegir lo que uno quiere
llegar a ser, más allá de lo que tiene ganas de hacer” (Linero, 2018, p.82),
por tanto, sabrás que muchos no querrán que logres eso que “quieres ser” y te
darán todas las razones para que entres en el molde que es conveniente para ellos.
Esto debe mantenerte alerta, para comprender las presiones, los comentarios y
sugerencias sobre aquello que es una vocación, un fuego que te quema y motiva
en tu interior.
Pide al DIOS de la vida,
sabiduría, iluminación, serenidad y entendimiento para “mudar eso que quieres
dejar” y vivir la decisión más humana y trascendente que nos ha heredado un
galileo, la noticia de un sepulcro vacío.
Referencia
Linero, A. (2018) Mi vida de otra manera. Bogotá, Colombia: Editorial Planeta
Colombiana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario