sábado, 8 de diciembre de 2018

Ciclos de la vida


Durante estas épocas del año se cierran ciclos y se abren nuevos. Muchas veces los seres humanos no estamos acostumbrados a este tipo dinámicas, que son tan permanentes en la naturaleza, pues nuestra necesidad de certezas y poca capacidad de mirar y descubrir en el incierto, paralizan las reflexiones que deben ser cotidianas sobre la forma de abordar la vida y sus retos.

En la naturaleza casi todos los eventos representan ciclos, algunos largos, otros cortos. Las plantas tienen particularmente una dinámica acelerada de intercambio de nutrientes y permanecen en movimiento constante con su entorno, creando un ciclo virtuoso de vida, que se nutre de su propia dinámica interna y de los retos que su ambiente le provee para encontrar su sitio en este ecosistema.

Los ríos y las fuentes hídricas en general representan la dinámica y la savia que conecta la vida del ecosistema. Un complejo y detallado conjunto de relaciones que crean una armonía en medio de un aparente caos, que se genera frente a las diferentes interacciones que reciben, bien por agentes externos que los afectan o por los flujos inherentes de renovación que tiene en sus propios procesos. El agua no es simplemente una ecuación química conocida, sino una declaración de conexión entre la vida y sus fuentes de energía que viven en la naturaleza.

En este contexto somos seres que vivimos y existimos en conexión con otros, con la dinámica del entorno, no sólo para ver sus movimientos y tendencias, sino poder intervenirlos y modificarlos de tal forma, que nuestras mediaciones creen nuevos escenarios de destrucción creativa, de renovación de aquello que conocemos, para rasgar el velo de lo conocido, desconectar nuestros supuestos y habilitar nuevos espacios para construir aquello que aun no podemos comprender.

Comprender la dinámica de estar conectados, es saber que los ciclos de la vida se abren con una posibilidad y se cierran con retos cumplidos y lecciones aprendidas. Esta necesidad humana de mantenerse abierto al cambio y a renovar su “caja de herramientas”, es lo que da al hombre la capacidad de reinventarse y repensar sus propios conceptos, creando una zona inestable interior, que por lo general termina con una propuesta disruptiva exterior.

No hay nada en el mundo visible que permanezca en su sitio, que no cambie de rumbo o se mire de maneras distintas. Cuando en la vida nada pasa, hay que levantar las alarmas pues algo esta pasando y no nos hemos dado cuenta. Mientras los cambios en el mundo exterior continúen alterando la forma de ver las cosas, en tu mundo interior deberá estar ocurriendo nuevas conexiones y experiencias que preparen los nuevos retos que te transformen en otro diferente siempre vivo, siempre nuevo y siempre joven.

Vive intensamente los momentos de la vida, libérate de tu exceso de equipaje, incomoda aquello que sabes y has aprendido, para que un nuevo renacimiento llegue a tu existencia, ese que te permite ver tu pasado en perspectiva, aceptar tu presente como verdadero regalo y experimentar tu futuro como posibilidad permanente para hacer la diferencia.

Recuerda: Una vida llena de certezas, es una vida con inercia intelectual y aridez espiritual. Una vida con certezas e inciertos, es una vida con dinámica reflexiva y sintonía trascendente, un ejercicio que demanda mudar con frecuencia al hombre viejo, y encontrarnos con el hombre nuevo.

El Editor  

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