Todos los seres
humanos ejecutan un plan de vida. Algunos inician concentrados en cosas
efímeras, otros en temas trascendentes y algunos viven el sueño de su propio camino,
con aciertos y desaciertos. Es decir, cuando dicen que algunos andan perdidos
en la vida, es que ejecutan un plan que no tiene un norte, ni retos, ni
motivaciones definidas, una opción que no tarda en dar resultados contrarios, con
noticias tristes que hablan de un ser sin sueños ni esperanzas.
Cuando las personas tienen un plan de vida, saben qué
cosas deben abandonar y cuáles reinventar para dar cuenta con los retos que se
plantean. Quien sabe que quiere alcanzar en la vida, reconocer sus aciertos
y sus limitaciones. Sabe levantar la mano y pedir ayuda, así como esforzarse e
insistir para conquistar sus propios miedos y superar los obstáculos que la
vida le pone. Nunca ve la adversidad como “mala suerte”, sino como una oportunidad
para aprender, retar sus saberes previos y construir nuevas formas de conocer.
Cuando las personas tienen un plan de vida, se concentran
en sus habilidades, sus virtudes y fortalezas, pues saben que en la aplicación
sistemática de las mismas, no sólo alcanzarán eso que tanto desean, sino que lograrán
maestría en ellas, lo que los hará brillar y distinguirse para abrirse
camino creando archipiélagos de certezas en medio de las inestabilidades del
mundo. Concentrarse en las fortalezas, es elegir ser el mejor en lo que se hace
y hacer pleno el ejercicio de alcanzar el potencial.
Cuando las personas tienen un plan de vida, las mueve la
imaginación, el ejercicio de superar las restricciones autoimpuestas que
permite explorar posibilidades y nuevos lugares para sorprenderse. La
imaginación es la herramienta más poderosa para descubrir aquello que podemos liberar,
desatar y conjurar para dejar correr la sabia de la innovación y encontrar
respuestas a preguntas claves trascendentes de la vida: ¿qué es aquello que me hace
diferente?, ¿cómo puedo superar mis retos?, ¿cómo genero valor a los demás?
Cuando las personas tienen un plan de vida, los riesgos
son sus principales aliados, no representan amenazas sino oportunidades no concretadas.
La percepción del riesgo, es una experiencia de balances que inicia en la
cámara secreta de nuestros pensamientos, se proyecta en las opiniones y
experiencias de los otros y se confirma en las apuestas novedosas que somos
capaces de ejecutar. Un balance de corto y largo plazo, que te permita avanzar,
aún sin conocer todas las respuestas, y decidir, aún sin conocer muchas de las
variables.
Cuando las personas tienen un plan de vida, mantienen una
postura analítica de todo lo que ocurre en su entorno, de las tendencias que
afectan sus decisiones y de las condiciones que su realidad le impone. La
capacidad analítica de aquellos que tienen un plan de vida, nunca se detiene
por falta de información, opiniones sesgadas y comentarios destructivos. Es un
ejercicio de construcción y ajuste permanente de escenario posibles y
probables, que abre nuevas posibilidades para construir caminos inéditos,
descubrir relaciones invisibles y realidades inexploradas.
Cuando las personas tienen un plan de vida, nunca olvidan
el compromiso y la esencia de quienes son; saben que su vida es un don sagrado que
está dispuesto para “servir a otros” y que es la mejor forma de encontrar el camino
de la trascendencia en la vida. Quien tiene un plan de vida, sabe cómo
quiere ser recordado, qué legado quiere dejar, y sobremanera, vive cada momento
con plenitud, sin distracciones, ni reparos.
El Editor
Magnífica reflexión e impecable la justificación de cada párrafo. Coincidimos. Un cordial saludo.
ResponderEliminarGracias por tus amables y generosas palabras. Gracias por tu tiempo para revisar esta reflexiones!
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