Pensar distinto
supone ver el mundo de forma diferente, entender la realidad más allá de lo que
dictan las normas preestablecidas. Pensar distinto es la manera como el hombre
se enfrenta su propio destino, al ejercicio de navegar en aguas profundas donde
nadie previamente ha ido jamás. El ejercicio de pensar distinto, es una apuesta
por demás peligrosa, pues la realidad vigente y aquellos que la controlan, no
querrán que alguien les desdibuje todo aquello que con tanto trabajo han
construido e instalado en las mentes de las otras personas.
Cambiar un paradigma,
una manera de ver las cosas, supone una confrontación con lo existente; una
crítica demoledora de lo vigente, que tratará de acomodar la visión del mundo a
lo que todos pueden ver y observar. Mirar con otros ojos la realidad, es una
intervención para enfrentar la hegemonía de una tradición y abrir un espacio en
el contexto vigente, para ver cómo es posible describir las cosas de forma
distinta, caminando por senderos inexplorados o impensados por la ciencia actual.
Pensar distinto
supone, cambiar una forma de pensar, introducir un “pedazo de código nuevo” en
la estructura del mundo, que infecte las diferentes lecturas de la realidad,
para habilitar una transformación que está esperando ser implementada. Lograr
esta propagación viral en un escenario existente, supone pasar las barreras de
los cortafuegos de los “acomodados” en su visiones, los puntos de control de
los “académicos formales” y “violar las reglas” de la lectura vigente de las
estructuras políticas y económicas.
Pensar distinto, no
debería ser algo fuera de lo común, debería ser algo natural que lleva la semilla
del cambio, la esperanza de una realidad distinta y sobre manera una forma de
reinventar la estrategia como entendemos y construimos los referentes del
mundo. Quien piensa distinto hoy, es una amenaza, una forma de vida que es “divergente”
y por tanto deberá ser identificada y nuevamente adoctrinada para que no se ocupe
de crear posturas distintas.
Pensar distinto, es
y ha sido en cada época de la humanidad, un valor y virtud que han logrado unos
pocos. Algunos de ellos cambiando la tradición científica del momento, otros
motivando transformaciones sociales y otros pagando con su propia integridad,
el compromiso y la defensa de su visión del mundo, chocante para muchos y refrescante
para otros.
Pensar distinto es
un regalo que cada ser humano se hace a sí mismo, una invocación permanente de
la divinidad que resalta el carácter único e irrepetible de la humanidad, que
busca todo el tiempo razones y fines para continuar marcando una pauta en la
construcción de un futuro mejor para todos. Todos aquellos que se atreven a
pensar distinto, saben que tendrán que llevar una cuota de sacrificio, de vituperio,
de abucheo y hasta de humillación, igual que aquel que trajo un mensaje de
contradicción para el mundo que implicaba: “amar a quienes no te aman”.
Cuando piensas
distinto el universo abre una brecha de creatividad, una invocación de las fuerzas
de transformación que conspiran contigo para que brille nuevamente en el cielo
la luz de oriente y se haga en ti, un nuevo Belén donde la vida se haga plena y
tu energía fluya sin límites.
El Editor
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