lunes, 20 de noviembre de 2017

Pedagogía empresarial

Mientras en la vida haya misterios que conocer, retos que conquistar y sueños que cumplir, siempre habrá una oportunidad para aprender, para sorprender y sorprenderse, para descubrir aquello que nuestra ceguera cognitiva no nos permite ver. En este ejercicio por encontrar nuevas formas de ver la existencia, debemos entender que nuestro conocimiento es limitado y reconocernos como tal, nos permite experimentar la sensación de conquista interior, esa que nos mantiene con el polo a tierra y lejos de las “luces vistosas” de la arrogancia y de la necesidad de “tener respuesta para todo”.

Somos sistemas abiertos que interactuamos y reconocemos a múltiples actores en nuestro entorno que nos permite abrir posibilidades, como una forma de encontrar “espacios en blanco” donde la imaginación puede proponer y concretar opciones para retar el status quo vigente, no para continuar con la carrera de la productividad personal, sino como una opción para “escribir en el margen de las hojas” y lanzarnos a ver la globalidad de lo que ocurre desde la tribuna privilegiada como la incertidumbre y la inestabilidad del entorno.

Cuando tenemos la posibilidad de desconectar nuestros supuestos y darnos la oportunidad de ver a través de los lentes de otras disciplinas, es viable tener visiones más ambiciosas que permiten identificar puntos en un espacio de creación nunca antes vistos y comprender relaciones emergentes entre objetos de análisis, que se revelan cuando consentimos que los supuestos de nuestras reflexiones sean interrogados desde perspectivas ajenas a sus fundamentos.

Motivar este tipo de ejercicios de exploración y reto para la práctica profesional, es una inversión que cada persona puede capitalizar, no sólo desde la esencia misma de su formación, sino desde la práctica de su participación en las organizaciones. Esto es, superar la visión “taylorista” de producción industrial y masiva, para transformarla en una experiencia de construcción e innovación, que permea la base misma de sus saberes previos, como fundamento para recorrer los caminos del aprendizaje y desaprendizaje, que repercute en la manera como los seres humanos ven el mundo y sobremanera, como encontramos nuevos retos para continuar avanzando en la existencia.

Hoy las empresas han aprendido a superar el modelo capitalista, explotador del trabajador, creando escenarios de aprendizaje, donde es posible combinar las exigencias pedagógicas necesarias para articular los desafíos del aprender y, los objetivos de negocio y retos empresariales, con el fin de crear una sinergia entre estas dos realidades, las cuales se alimentan y nutren mutuamente desde una lectura sistémica. Lo anterior, supone salir del paradigma “causa-efecto” basado en la “sanción por el error”, para diseñar “espacios psicológicamente seguros” donde el “error es una oportunidad” que nos sorprende y nos ilustra nuevas formas de comprender.

Si bien la educación mantiene su postura “respecto de educarnos y formarnos” como tarea que ocupa toda la vida, las organizaciones reclaman su espacio de formación específica, una pedagogía empresarial, como fundamento no solo de capitalizar nuevas oportunidades de negocio, sino como una forma específica de mejorar la calidad de vida de la persona y como escenario para la realización personal. Parafraseando a Esteve (2010): habilitar un salto cualitativo, donde el aprendizaje y el conocimiento, sean la base para motivar nuevas ideas, que nos lleven a comprender el mundo o incluso a nosotros mismos.

El Editor.

Referencia
Esteve, J. (2010) Educar: un compromiso con la memoria. Barcelona, España: Octaedro.

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