Estamos en una
realidad acelerada de cambios y transformaciones que muchas veces no logramos
entender o anticipar. Enfrentarnos a un mundo inestable y complejo como el
actual no solamente implica leer el entorno de forma detallada y sistémica,
sino desconectar las lecturas actuales que tenemos del mundo, deconstruir las
verdades en las que creemos, y así descubrir nuevos textos que permanecen
temporalmente ocultos a nuestras propias autorestricciones.
Lo anterior implica
cambiar el referente desde donde observamos y reconocemos nuestra vida y
sobremanera, redescubrir y reconectar nuestro modelo de negocio, que concrete
una promesa de valor distinta, que haga realidad lo que queremos alcanzar y
transforme la perspectiva de los grupos de interés propios de nuestro ambiente. En
plena era digital se hace necesario entender las tecnologías disponibles, no
como soportes de una función empresarial, sino como una oportunidad para
repensar las experiencias que tenemos.
De acuerdo con
Ramane, Hanelt, Nickerson y Kolbe (2017) un modelo de negocio digital cuenta con cinco (5) componentes: 1)
propuesta de valor, 2) interface, 3) plataforma de servicio, 4) modelo de
organización y 5) modelo de ingresos.
La propuesta de valor establece las razones por las cuales un cliente particular
está dispuesto a pagar por un producto o servicio, ese cambio de
perspectiva y experiencia que nos permite encontrar en el mundo digitalmente
modificado, una forma alterna de comprensión de nuestro entorno que nos
habilita para entender y aprender sobre los cambios actuales y futuros.
La interface es la interacción que se desarrolla entre el cliente y la
plataforma de servicio, esa mediación que permite a los interesados y
tecnológicamente conectados, tener un espacio para concretar opciones e ideas
que le faciliten aspectos propios de sus vidas. Un escenario digitalmente
modificado donde pueden construir y elaborar propuestas viables y útiles que la
tecnología puede habilitar de forma rápida y efectiva.
La plataforma de servicios es aquella que
le permite entregar los productos o
servicios de forma ágil, fácil y confiable. En el momento actual existen
múltiples opciones que pueden ser usadas por cualquier persona para desplegar
servicios o propuestas de productos, que pueden ser versiones mejoradas cada
vez, creando un imaginario de innovación permanente basado en las experiencias
propias de los clientes, quienes con sus comentarios ofrecen la base para
aumentar la oferta de servicios o productos digitalmente modificados.
El modelo de organización requerido
establece la estructura y los procesos
que se deben articular para producir los productos y/o servicios del ecosistema
digital. La organización que se requiere hoy sólo necesita conocer las
expectativas del cliente, concretar conexiones y relaciones con personas que
saben y desarrollan sobre las plataformas de servicios, con el fin de acelerar
el despliegue de lo que se requiere. Mayor flexibilidad y potenciación de
habilidades personales y colectivas.
El modelo de utilidades es la manera como
se distribuyen las utilidades y los costos
entre los participantes del ecosistema. No es una economía central dominada
por unos pocos, es una contribución y suma de fortalezas que hacen del producto
final una oportunidad para transformar el entorno y crear nuevas fuerzas de
mercado que puedan motivar nuevas inestabilidades a futuro.
Si como personas
tenemos claro estos cinco elementos y cómo interactúan para crear un nuevo momentum de innovación y creatividad, estaremos siempre tratando de avanzar para
estar delante de la curva, deconstruyendo lo que hemos alcanzado, como una
forma de movilizar y hacer que sucedan los retos del futuro.
El Editor.
Referencia
Ramane, G., Hanelt,
A., Nickerson, R. y Kolbe, L. (2017) Discovering digital business models in
traditional industries. Journal of
Business Strategy. 38, 2. 41-51