sábado, 23 de enero de 2016

Poder trascendente

La palabra “poder” es una palabra que generalmente resulta conflictiva y por demás problemática. Tenerlo y usarlo de forma inadecuada, así como no tenerlo y requerirlo trae muchos contratiempos y contradicciones. El poder puede ser una bendición que enaltece y construye futuros impensables e igualmente una “enfermedad”, una pérdida de firmeza personal y espiritual que compromete la salud mental y corporal de una persona, pues se desconecta el mundo material del mundo trascendente.

El poder es una fuerza que seduce nuestros deseos y motiva nuestros instintos. Tener la capacidad de hacer cosas, de transformar mundos y vidas, es un ejercicio personal, que, dominado por las pasiones del ego, es una sombra siniestra que sólo ve en el otro una oportunidad para engrandecerse a sí mismo y alcanzar gloria y reconocimiento sin mediar con el trabajo y las expectativas del otro.

"El poder basado en el ego, es inseguro e inestable, sólo sobrevive basado en la debilidad de los otros".

El poder basado en una visión transpersonal, como lo propone Chopra (2014), es una potencia que “excede lo personal”, un ímpetu que inspira y motiva a otros, una pasión que se funda en la confianza, la compasión, la estabilidad y la esperanza, en pocas palabras, en un ejercicio de compartir las expectativas de los demás para construir cualidades y capacidades que los hagan dignos depositarios del mismo poder, para hacer que las cosas pasen y motivar valores esenciales en cada uno de ellos para que superen sus propios límites.

El poder basado en la conexión interior se mantiene enfocado en lo correcto, en lo santo y sabio. Desconcierta a todos los que lo ven actuar, la estabilidad de sus actuaciones está articulada en su conocimiento interno, donde su único propósito es cómo ayudar a otros a que sean mejores y las tentaciones de los cargos, sólo son distracciones que sabe que estarán disponibles como plataformas humanas para servir y conquistar nuevos retos con aquellos que han descubierto su vocación o están en ese proceso.

Las tentaciones del poder, argumenta Chopra (2014), se pueden superar haciendo consciente su existencia; cuando se pueden integrar a la vida misma. En este sentido, no habrá espacio para negaciones o luchas estériles, sino un ejercicio permanente de armonía de contrarios, de tal forma que sea posible enfrentar la presencia de las tentaciones, en un reconocimiento que somos naturaleza caída y que tenemos la capacidad para sobreponernos sobre las circunstancias, entendiendo aquellos secretos no revelados y apegos que nos fragmentan y no nos permiten ser uno con el universo.

El poder transcendente, que no tiene aspiraciones de elevación, sino de expansión, de comunicación y sintonía con los otros, que acepta cada aspecto de la condición humana, anota Chopra (2014). No existe un final para su viaje, entiende que la naturaleza suele crear a través de la destrucción, que la integridad de la vida depende de la reconciliación de las sombras y las luces, un ejercicio que entiende que somos más que una versión “buena” y otra “mala”, en pocas palabras de un poder que surge cuando conectamos nuestras vidas con la armonía del cosmos que nos rodea.

Recuerda que sólo podemos acceder al poder trascendente, que conecta lo humano y lo sagrado, cuando somos capaces de desapegarnos de lo que hemos logrado, encender la vocación de los otros y hacernos inmunes al deseo de controlar, al deseo de ganar, al deseo de imponer y sobre manera al deseo de acumular.


El Editor

Chopra, D. (2014) El alma del liderazgo. Descubre tu potencial de grandeza. Bogotá, Colombia: Punto de Lectura.

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