sábado, 16 de enero de 2016

Marcar la diferencia

La vida es una serie de decisiones, escoger una cosa o la otra. Por lo general, se habla de lo que se termina escogiendo, pero no de lo que se deja. ¿Se ha puesto a pensar en aquello que ha debido dejar para continuar su camino? Dejar implica un desprendimiento, un liberarse de aquello que nos hizo bien en un instante, pero que un momento debe mudar para poder avanzar.

Una pregunta que plantea Maxwell (2015) nos permite ver en perspectiva el sentido de las cosas que dejamos. La pregunta es: ¿Qué está dispuesto a dejar para marcar una diferencia?, interrogante que nos sumerge en el reto interior de conocimiento de sí mismo y de la búsqueda de sentido trascendente que todo ser humano le ha sido legado desde el inicio de los tiempos.

Bien anota Maxwell (2015) que cada decisión “implica un intercambio”, tomar un lugar u otro. Las decisiones que tomamos nos definen: ¿Qué trabajo voy a escoger, el que me dé más dinero o el que me dé una mejor experiencia?”, pero aquellas que nos llevan a los momentos de verdad, a situaciones donde se pone en riesgo la zona de comodidad, exigen grandes saltos de fe y creer firmemente que en el nuevo lugar habrá nuevas oportunidades para desatar aquello que fluyen dentro de ti y que nutre la esencia de lo que eres.

Vivir una vida aceptable, es una opción que muchos hemos tomado, pero vivir una vida excelente, demanda estar fuera de la zona cómoda y transformar cada momento de nuestra existencia en un intercambio permanente de retos y visiones que nos habiliten para hacer que las cosas pasen. Mientras más logros y éxito tenemos, las decisiones trascendentes se vuelven más difíciles de tomar, las transiciones más demoradas y la adopción de nuevos paradigmas más lenta.

Quedarse en un punto de la existencia (cómodo y bajo la inercia de lo conocido) por mucho tiempo empobrece nuestras habilidades, acomoda nuestros sueños y sobre manera perdemos flexibilidad en el músculo de nuestra energía. 

"Pasamos de tener una respiración profunda, que nutre el flujo sanguíneo, para oxigenar nuestros deseos y anhelos, y nos quedamos con una respiración basal, que escasamente se nota y nos basta para mantener la existencia."

Hacer la diferencia exige cambiar y transformar el momento y lugar donde estas, cambiar la forma de hacer las cosas, experimentar nuevas fronteras y contactos, abrir nuevas perspectivas antes inexploradas, forzar un cambio de enfoque y procurar un crecimiento personal, que sea motivo de conversión de otros, es decir, de cambios positivos y generosos que remuevan la experiencia propia y habilite posibilidades en los demás.

En este camino que emprendas para hacer la diferencia, deberás alimentar tu fe y someter tus propios temores, ¿cómo? Avanzando en tus metas, asumiendo tus nuevos normales y posicionando tus referentes de conquista personal, los cuales hacen posible, lo que para otros parece imposible. 

DIOS (cualquiera sea la idea que tengas de él) será tu guía permanente en este empeño, en el silencio de tu oración, en los momentos de tribulación y en los de logro, pues estará atento a darte lo que necesitas, no para coronar tus sueños, sino para marcar la diferencia en ti, que eres su creación más amada.

El Editor

Referencia

Maxwell, J. (2015) Vivir intencionalmente. Escoja una vida relevante. New York, USA: Center Street.

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