Llegando casi a la segunda década
del siglo XXI, pareciera que estamos ante un dilema muy importante a nivel
personal y social: “Aceptar que no tenemos control”, que el mundo abierto y
dispuesto a compartir, nos empuja con más fuerza cada día para motivar
relaciones donde fluye la información y se definen nuevas formas de comunicar.
Para ser abierto, advierte
Charlene Li, “usted necesita librarse de la necesidad de tener el control. Pero
para llenar ese vacío, debe desarrollar confianza, ser capaz de creer en que,
cuando usted renuncie al control, las personas en quienes usted delega el poder
actuarán con responsabilidad”. Esta frase, es una apuesta personal y
corporativa, para explorar el reto de ser parte de una sociedad altamente
interconectada y socialmente motivada.
Si lo anterior es correcto,
estamos ante un desafío que está íntimamente relacionado con las creencias,
valores y actitudes de las personas, un paradigma de control que se ha venido
resquebrajando desde que la publicación y flujo de información se ha acelerado
con el uso de las tecnologías de información y comunicación vigentes. Hoy no es
la información por sí misma la que genera u otorga poder, es la capacidad de
acción que tiene las personas con ese recurso para transformar su entorno.
En este contexto, Charlene Li,
establece cinco nuevas reglas de las relaciones, en un contexto abierto y donde
el control, es una expresión que está más allá de condicionamientos por cargo,
posición o recursos económicos, para convertirse en un ejercicio de
reconocimiento del otro y la capacidad de conectarnos con las realidades tanto
de clientes como de colaboradores.
1. Reconocer que sus clientes y empleados tienen poder. Esto es
desarrollar una relación de pares, donde las reflexiones de todos suman a la
realidad, y donde claramente es posible mantener una vista de construcción de
futuro conjunta, donde sus expectativas y las de la empresa establecen
sinergias.
2. Compartir constantemente para desarrollar confianza. Intercambiar
con frecuencia ideas, reflexiones, actividades permite un ambiente de
colaboración, donde puede crecer la confianza, esa expectativa que le otorgamos
a otros cuando hace lo que promete, cuando logra transformar con sus acciones y
se hace visible el compromiso con una doctrina o meta.
3. Cultivar la curiosidad y la humildad. Expresar curiosidad por lo
que alguien está haciendo y tener interés legítimo sobre dicha actividad,
permita sintonizar intereses personales y realidades colectivas, que dan cuenta
del ejercicio de la humildad, donde se reconoce lo mucho que se tiene que
aprender y la necesidad de expresar que “no sabemos”.
4. Mantener una apertura responsable. Esto supone tener claridad tanto
de las expectativas que se tienen de la relación, así como de las consecuencias
cuando aquellas no se cumplen. Lo anterior supone un ejercicio de comprensión
de doble vía, que estará mediado por la capacidad y madurez de las personas,
tanto para recibir las cosas positivas, como aquellas que generan tensión y
reto frente a situaciones controversiales.
5. Ser indulgente con el fracaso. Dice Charlene Li, que “la
consecuencia natural de la responsabilidad es la indulgencia”. Cuando algo no
sale bien, no estamos ante una palabra emocionalmente cargada como el “fracaso”,
sino ante un intento legítimo y bien intencionado para transformar un contexto.
Esto demanda una apertura de las partes para aprender, esto reconocer aquello
que no habíamos visto y hacer nuevas distinciones para ver la realidad con ojos
renovados.
Si bien la información es el “lubricante
de cualquier organización”, la tensión inherente de protegerla y compartirla,
genera los dilemas de control que se reportan en la actualidad. En este sentido
construir apertura, exige no solamente la disposición política y mediática para
motivar la transparencia, sino un ejercicio de virtudes y prácticas personales
que establecen un adecuado tratamiento de la información basado en la
confianza.
El Editor
Referencia
Li, C. (2014) Liderazgo abierto. De qué modo la tecnología
social puede transformar su manera de lidera. Buenos Aires, Argentina:
Ediciones Gránica, S.A.
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