sábado, 14 de febrero de 2015

Pedagogía del error

Nuestra formación desde que iniciamos la vida académica, está fundada en la pedagogía del éxito. Una pedagogía donde el error, como anota De la Torre “no posee un valor educativo por sí mismo. (…) se considera un aspecto defectuoso, inadaptado y que debemos eliminar”. Mientras en la pedagogía del éxito, se habla de satisfacción de objetivos y logro de metas, en la pedagogía del error, se habla de diagnósticos e intervenciones en el proceso.

En esta realidad, al ser educados en la pedagogía del éxito, si bien nos ocupamos en alcanzar los objetivos planteados, equivocarnos significa perder el rumbo y recibir el señalamiento de otros, el cual afecta nuestra autoestima y genera inseguridad al individuo para seguir intentando para alcanzar sus resultados. El éxito se convierte en un verdugo de la persona, en su adicción y en la única fórmula que lo hace sentirse bien consigo mismo y recibir el reconocimiento de otros.

Nada más equivocado que pretender que durante el proceso de aprendizaje las personas no se equivoquen. En este proceso el error es un indicador que le permite al maestro establecer los puntos de refuerzo particular del educando, así como el ajuste de estrategias y aptitudes permanentes que le darán seguridad y confianza (De la Torre, 2004, p.8). En este sentido, los errores se convierten en la manera de crear nuevas distinciones antes ignoradas tanto por educador como por educando, para repensar el proceso de aprendizaje.

Siguiendo a De la Torre (2004) “el error nos permite adentrarnos en los mecanismos cognitivos, (…)”, es un síntoma que debe saber aprovechar el educador para hallar la causa raíz del reto que tiene el educando. Entender el error como una experiencia para descubrir y continuar explorando; para avanzar con foco en la búsqueda del entendimiento, es una forma de potenciar el talento del educando que fortalece su capacidad de observación y perseverancia para comprender y apropiar un nuevo campo de conocimiento, y no sólo conocer y memorizar para aprobar exámenes.

La pedagogía del éxito procura una individualización de la enseñanza, mientras que la pedagogía del error trata de atender las diferencias individuales y características sociales, menciona De la Torre (2004). Esto supone que en el ejercicio del error, se detectan con mayor facilidad los elementos del aprendizaje, que se ocupan de revelar la forma como el educando encuentra sentido a lo que hace y no solamente se concentre en el indicador fallido de un resultado.

La pedagogía del error procura un aprendizaje autónomo del educando, una búsqueda en profundidad de lo que ocurre, una excusa para sorprenderse en el ejercicio de aprehender de su realidad y no sólo en la sola ejercitación y aplicación de fórmulas preestablecidas. En el error el educando se enfrenta su propio potencial y renuncia a la comodidad de lo conocido y explorado, y se aventura a descubrir y avanzar en medio de lo desconocido e inexplorado.

Al ser el error parte consustancial del proceso de aprendizaje y propio al progreso de la ciencia, es preciso dudar permanentemente de nuestras certezas para que al confrontar nuestra realidad, podamos quebrar los lentes de la cotidianidad y reescribir el mundo con la novedad de nuestras lecciones aprendidas.

Referencia

De la Torre, S. (2004) Aprender de los errores. El tratamiento didáctico de los errores como estrategias innovadoras. Buenos Aires: Ed. Magisterio del Río de la Plata

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