Decidir es el acto supremo
para determinar quiénes somos, qué queremos y para donde vamos. Bien dice la
sabiduría popular, que quien no decide en la vida, otros deciden por él. El
sacerdote Eudista, Alberto Linero, nos indica en su reciente libro: “EL poder
de las decisiones. Tu siguiente decisión puede cambiarlo todo”, algunos
elementos que exigen las buenas decisiones:
* Inteligencia: Una decisión
exige un racionamiento basado en la lógica y la coherencia. Tratar de
comprender las razones que mueven la realidad y explorar con sentido crítico
las diferentes alternativas que se plantean para establecer y conjugar argumentos,
intuición y datos.
* Carácter: Anota el
religioso que este elemento “tiene que ver con la solidez con la que somos
capaces de sostener la decisiones que hemos tomado (…)”, con el compromiso frente
al reto que hemos asumido y la templanza requerida para posponer nuestra
victorias locales, para concentrarnos en las realidades del futuro. Carácter,
es la firme convicción de caminar por cañadas oscuras, con la luz de la
esperanza encendida, para alzarme con la copa de la vida.
* Solidaridad: Este elemento
nos habla de nuestra responsabilidad social de nuestras decisiones, de las
implicaciones que nuestros actos tienen en las realidades de los otros. No
vivimos aislados en el mundo y por tanto, reconocer que somos responsables de
una realidad social donde nuestras determinaciones moldean el futuro de nuestra
comunidad.
* Valentía: Esto significa
entender los riesgos, los impactos y los costos para tomar las decisiones. Es
una expresión de conciencia sobre los resultados que queremos alcanzar, vencer
el miedo que paraliza, animar la conquista de los retos que transforman y
aceptar que la vida se construye día a día en el filo de la incertidumbre, de
la ambigüedad donde todos entendemos, que no todo está asegurado.
* Confianza: La capacidad de
confiar en sí mismo, en las capacidades, en los talentos y habilidades, es la
fuente fundamental para motivar nuestras decisiones. De otra parte, debo
igualmente confiar en otros, en nuestra estrecha relación para alcanzar los
sueños, en el compromiso íntimo que nos une para transformar la realidad y lanzarnos a
construir nuevos mundos y nuevos proyectos.
* Plan estratégico: Bien
comentaba un asesor de tesis: “La planeación es el mejor sustituto de la buena
suerte”. No se puede construir la vida de improvisaciones, de impulsos o
pálpitos sin fundamento. Es necesario desarrollar una vista integral y
directiva que permita establecer derroteros concretos y decisiones prácticas
que movilicen nuestros objetivos y hagan que las cosas pasen.
* Eficiencia personal: Anota
el clérigo eudista sobre este tema: “(…) Una persona eficaz es aquella que es
capaz de manejar sus habilidades personales para moverse con libertad y superar
los problemas en todas la dimensiones en las que se desarrolla la vida. (…)”
Toda decisión es motivada por
la voluntad, por ese movimiento volitivo que existe en cada una de las personas;
esa búsqueda permanente para cambiar la realidad vigente y tomar las riendas
del juego. No hay formulas mágicas, ni discursos metafóricos, sólo posibilidades
y probabilidades que estarán en juego para lanzarnos a predecir el futuro, es
decir, crearlo.
El Editor
Referencia
LINERO, A. (2014) EL poder
de las decisiones. Tu siguiente decisión puede cambiarlo todo. Editorial
Planeta Colombiana S.A.
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