Vivimos en un mundo de
desconfianza, marcado por las dobles agendas y discursos acordados. No logramos
descifrar si lo que nos dicen es cierto o no, si lo que desean realmente para
nuestra vida es el bienestar o solamente servir a otros intereses. Esta suerte
de eventos, que ocurren en el mundo, nos define una postura incrédula respecto
de la bondad y la generosidad de las personas.
Sin embargo, cuando vemos las
manos suplicantes de un recién nacido pidiendo cariño, las manos orantes de un
sacerdote pidiendo por su comunidad, la mirada suave y bella de un enamorado
para su amada; cuando podemos ayudar a otros a salir de una situación difícil,
cuando somos capaces de dejar de hacer algo por encontrarnos con los demás,
volvemos a creer que las cosas pueden ser diferentes y que los hechos de bondad
y generosidad son más que las manifestaciones egoístas y oscuras.
Como quiera que la vida es un
paisaje lleno de figuras con distintos colores y matices, no esperes que las
personas sean aquello que tu esperas, o que los momentos sean aquellos que
tienes en mente, pues estamos en medio de una dinámica especial que nos
sorprende en cada momento, para que no nos habituemos a las condiciones
actuales, sino que nos mantengamos en movimiento para continuar creciendo y
desarrollando nuestras capacidades y habilidades.
La vida es una demostración
permanente de quiebres conceptuales y personales que nos permiten descubrir las
posibilidades que podemos crear y las cimas que podemos alcanzar. Cada ser humano viene dotado de
talentos y dones especiales, que en la medida que los descubra y los potencie en el servicio
a los otros, será capaz de obrar grandes transformaciones y revoluciones, las
cuales serán el preámbulo de la impronta que debemos dejar como evidencia de
nuestro paso por el mundo.
Nunca pienses que las cosas
contrarias permanecerán para siempre, pues estamos hechos de energía y de luz,
dos elementos que sólo vibran y fluyen en la naturaleza con la fuerza de nuestros
deseos y oraciones, con la bondad de nuestras acciones y con la ilusión de los
que creen. Por tanto, es preciso crear una visión retadora y generosa para
alcanzar, una ruta de esperanza y poder, para que todo lo que hagamos sea
ocasión de alabanza y adoración a tu DIOS (cualquiera sea de tu idea de él),
como ofrenda permanente de tu donación entera hacia su presencia.
Por tanto, vive intensamente
cada momento como si fuese el último, con la confianza de alcanzar todo cuando
queremos, con la certeza de que fuimos ungidos y elegidos desde la eternidad
para transfigurar nuestra esencia humana en un fluido de luz interior, que logra
todo cuanto toca, todo cuando ve y todo cuanto dice.
No te dejes distraer por
aquellos que retrasan tu evolución: los egoístas, los orgullosos, los
arrogantes, los altaneros y los vanidosos, quienes con su doctrina caduca y
vacía, se resisten a doblegarse delante de la humildad, ese trono de sabiduría
y poder, que esta reservado para aquellos que viven vaciados de sí y heridos
por DIOS.
El Editor