domingo, 28 de octubre de 2012

Significado y Propósito



Anota Douglas Conant y Mette Norgaard, en su libro Touchpoints: “ (…) el significado es una cuestión de contexto, de entender cómo su trabajo agrega valor a alguien, en alguna parte. El propósito, en contraste, es profundamente personal. Se trata de encontrar su lugar en el gran esquema de las cosas, se trata de amar lo que haces, se trata de sentimiento. (…)” dos palabras que cuando viven desconectadas hacen de la vida una constante contradicción, pues el corazón vive en una dirección y la razón en otra.

Dominar el arte de conectar el significado con el propósito, es emprender el camino de la reconciliación de nuestras pasiones con nuestros talentos, un encuentro que nos permite alinear y sintonizar nuestra frecuencia espiritual con las necesidades terrenales. Cuando logramos encauzar significado y propósito en una misma vía, todas las condiciones están dadas para que el universo vibre contigo y logres todo aquello que has querido.

El poder inherente del significado nos permite avanzar en el entendimiento del mundo y sus diversas formas de experimentarlo; una forma de soñar despierto con los lentes de otros, para ver aquello que aún no ha ocurrido. La magia del propósito, es la pócima personal de la virtud que incorpora las experiencias, los sentimientos y las potencialidades humanas para transformar el mundo que lo rodea, un brebaje místico del cual sólo pueden beber aquellos que se arriesgan a ser diferentes.

Cuando soñamos advertimos al universo, que estamos dispuestos a lanzarnos a cumplir su mandato, a dominar el mundo que se nos ha dado, esto es, someter nuestros afectos desordenados, obedecer la gracia santificante y liberarnos de nosotros mismos, para que la energía infinita que hemos recibido fluya y se confunda con luz que emana de la divinidad misma, que, cual fuego inextinguible, nos mantiene protegidos, cobijados y vigilantes para hacer que las cosas pasen.

Bien decía Walt Disney, “si lo sueñas, puedes realizarlo”, una frase que conjuga el poder de un significado y la magia del propósito, una amalgama explosiva que no solo revela en el ser la potencialidad de sus capacidades, sino que moviliza su entorno para que se materialice aquello que ha soñado. Esto, es reconocer que es posible mantenernos concentrados en la armonía de dos (significado y propósito) y no perder tiempo en la exigencia del logro de uno (bien sea propósito o significado).

La próxima vez que enfrentes un reto en la vida o estés dispuesto a superar tus propias marcas, que la sintonía entre significado y propósito te asista como compañera, para que seas capaz de sobreponerte a las condiciones exigentes que demanda ser diferente, ser innovador o transformador, pues allí, estará toda la energía que necesitas para tener la prudencia del sabio que sabe decidir, la fuerza y pasión del gladiador que sabe luchar y, la luz y la fe del santo que sabe meditar y esperar para poder alcanzar.

El Editor

Referencia
CONANT, D. y NORGAARD, M. (2011) Touchpoints. Creating powerful leadership connections in the smallest of moments. Jossey-Bass.

domingo, 14 de octubre de 2012

Re-inventarse


Con frecuencia se escucha en estos momentos de turbulencias empresariales, que es necesario que las organizaciones se reinventen para sobrevivir y mantenerse vigentes en el contexto actual. Si revisamos con cuidado el ejercicio de reinvención debemos atender algunas consideraciones, que nos permitan comprender qué significa esta actividad y los alcances de la misma, toda vez que no es algo exclusivo de la crisis, sino de la vida diaria.

Reinventarse a sí mismo, es volver a encontrarse consigo mismo, enfrentar los miedos actuales, mantener las cosas en perspectiva, remover los filtros emocionales, identificar necesidades, escuchar más y hablar menos, identificar otros con conocimientos y habilidades diferentes, mantener el foco en “quién” y no en “qué” eres, estar abierto a las posibilidades y combinar lo que hemos aprendido con lo que sabemos.

Todas estas condiciones, exigen de nosotros, darnos la oportunidad de encontrar en cada momento una forma diferente de ver el mundo y potenciar nuestros talentos, anticipando condiciones disruptoras de la realidad, para continuar aprendiendo y compartiendo nuestro presente para crear el futuro. Reinventarse, es hacerse voluntario de la vida, es decir, una persona que se dona así misma para que otros encuentren su voz interna y alcancen su vocación.

Volverse a inventar a sí mismo, exige que realmente nos interesemos por las necesidades de los otros, encontrando en cada una de ellas formas de mercadearnos, esto es, movilizarnos desde las personas a los hechos, como una forma de construir a partir de la fuente de oportunidad (la necesidad) y adquirir las habilidades requeridas, que no sólo permiten superar la situación identificada, sino que generan valor, es decir, aquello que inspira y transforma a terceros.

Hablar de reinvención, requiere hablar el lenguaje de los negocios, de los emprendedores, un lenguaje escrito en clave de fe y esperanza, en acciones de convicción y desafío, para que, conscientes de los desafíos que exige la vida, se escriban las memorias de un futuro que ya ha sido creado en el corazón. Reinventarse, no es algo que se hace cuando se advierte una crisis, es una estrategia permanente de los seres que aspiran a ser únicos e irrepetibles, improntas indelebles que dejan historia en el mundo.

Cuando escuches que se requiere reinventar una empresa, piensa en cómo vas a reinventar tu vida y quebrar el molde de la realidad que te rodea, para así transformar tu potencial y ser vitrales de luz, traspasados por la gracia infinita que ha sido elevada y consagrada en un madero.

El Editor

domingo, 7 de octubre de 2012

Desprendimiento humano


Recientemente estudios revelan que personas de más de treinta años, aún viven en el hogar con sus padres, situación que para algunos es irrelevante, pero para otros es signo de posponer el abandono de la casa paterna. Dentro de lo que anotan los estudios sobre esta situación, se indica que las personas en esta condición desean mantener su libertad, ganando lo suficiente y teniendo acceso a muchas comodidades.

Lanzarse fuera de la casa paterna, registra muchas interpretaciones, las cuales hayan su asidero conceptual en cada una de las personas y sus situaciones particulares. Para algunos el continuar en casa de los padres, es signo de inmadurez, signo de indefinición y temor a enfrentar la realidad del mundo. Para otros, es apego a la condición de protección, no asumir la responsabilidad de sus propios gastos y responsabilidades, generando dependencia pasiva del resguardo de sus padres.

En la naturaleza los animales y sus crías viven los procesos de desprendimiento, de abandono y salida fuera del seno familiar. Es una forma natural de lanzarlos a conquistar su propia independencia y valerse por sí mismos frente al mundo agreste y salvaje, donde sobrevivir es la consigna principal, para lo cual el instinto es la función básica que les permite moverse y aprender del entorno que les rodea.

El ser humano al ser una especie pensante, llena de virtudes y defectos, no es la excepción para surtir el proceso de abandono de la seguridad del hogar paterno. Está escrito en la genética humana, que se necesario continuar el camino de la evolución fuera del seno familiar, fuera de la zona confortable de los padres, para terminar de forjar el carácter y el criterio necesario para dar testimonio de las enseñanzas de casa en la construcción personal que todos hacemos a diario.

No es la intención criticar a aquellos que aún continúan viviendo en casa con sus padres, asumiendo responsabilidades y compartiendo la vida con sus progenitores, sino advertir que la naturaleza es fiel a sus designios y sabe que cada ser viviente deber completar su proceso de desprendimiento natural. Al igual que Cristo, se desprendió hasta de sí mismo para alcanzar la plenitud de su obra: amor a la cruz, que sólo fue posible soltando las amarras del amor familiar y el amor personal, para abrazar el amor comunitario, el amor trascendente que todo lo abarca y todo lo llena.

Así pues, que nuestro camino personal de crecimiento, fundado en el amor de familia, en el amor propio y en el amor trascendente (DIOS con nosotros), experimente su máxima expresión en el ejercicio de nuestra libertad, esa condición humana que nos exige el dominio de sí mismo, el compromiso con el recto orden y la práctica de la virtud.

El Editor