El mundo actual se mueve en medio de tres tendencias inestabilidad, incierto e incertidumbre. Tres palabras que confirman que estamos en un contexto donde abundan los inciertos y escasean las certezas. En este sentido, las buenas prácticas y los estándares proponen respuestas limitadas para atender la emergencia de eventos y escenarios para los que posiblemente no estamos preparados. Por lo tanto, se requieren competencias distintas para navegar en medio de situaciones “no estándar” y desde allí, establecer mapas de ruta que se ajustan con el tiempo y con los cambios.
Avanzar en una sociedad líquida (Bauman, 2017) como la actual, implica al menos desarrollar tres capacidades (patrones de aprendizaje) claves como fundamento para permanecer vigentes y aprovechar las oportunidades potenciales de aquello que “no sabemos”. Las capacidades son: (Schneider, 2025)
- Entender y manejar el incierto.
- Entender y manejar sus efectos.
- Entender y manejar el logro de los objetivos.
Entender y manejar el incierto, es permanecer incómodo con lo que hemos aprendido. Es retar de forma permanente el saber previo y lanzarse a explorar nuevas posibilidades para plantear alternativas que habiliten al ser humano para permanecer y encontrar nuevas formas de entender el mundo. Esto es, pactar con el incierto, como una apuesta para distinguir patrones emergentes que pueden cambiar la manera de entender el mundo y la forma para evolucionar y llevar al ser humano a su siguiente nivel.
Entender y manejar los efectos del incierto, es contar con una mente experimental. Es mantenerse en modo beta, en modalidad pruebas y avances frente a lo que “no se conoce”. La mente experimental es una mente que entiende aquello que no ha salido como estaba previsto, como una fuente inagotable de ventanas de aprendizaje, que le permite cuestionar su propio presente, su base de conocimiento y desprenderse de los referentes académicos, para avanzar en un territorio desconocido y aprender a equivocarse de forma inteligente: recoger aquellos elementos que aparecen y de los cuales poco se conoce.
Entender y manejar el logro de los objetivos, es entender que pueden existir diferentes rutas para llegar a aquello que nos hemos propuesto. Es reconocer que en medio del incierto, no sólo existe un camino, sino que es necesario plantear desde el “no saber”, alternativas que deben ser revisadas y analizadas para comprender mejor las diferentes formas de llegar a lo que nos hemos comprometido. Los objetivos son el referente y la especificación de un deseo, de una expectativa, pero no representa el fin último de lo que se pretende. Los objetivos, en medio de la vida, son blancos móviles que se ajustan y revisan sobre un territorio que cambia, y que exige, flexibilidad, adaptación y dinámica de nuestra parte para movilizarnos y nutrirnos de lo que el incierto produce.
Superar la ilusión del control, de que el plan se va a cumplir todo el tiempo, implica abrazar el incierto como fundamento de nuestra actuación, permanecer desacomodados de lo que hemos aprendido, y sobremanera, abrirnos a explorar y experimentar para descubrir como afinar lo que vamos encontrando, en un ciclo infinito de aprender, desaprender y reaprender, que nos transforma en otros distintos, cuando aparece aquello para lo cual aún no tenemos respuestas.
El Editor
Referencias
Schneider, G. (2025). Presiliencia. Presilience: How to Navigate Risk, Embrace Opportunity, and Build Resilience. Herdon, VA. USA: Amplify Publishing Group.
Bauman, Z. (2017). Reflexiones sobre un mundo líquido. Paidos
No hay comentarios:
Publicar un comentario