Termina un año lleno de retos e inestabilidades globales. Un mundo lleno de contrastes, contradicciones y tensiones se advierte para los próximos 366 días que pronto comienzan. Todos debemos estar atentos para atender eventos no previstos y escalamientos inesperados de los conflictos actuales y otros latentes. La humanidad está en medio de un nuevo amanecer de pugnas y luchas por nuevas supremacías globales, novedosos medios tecnológicos e inéditos bloques de alianzas no tradicionales (que no son necesariamente amigos).
Esta nueva realidad donde lo que vemos no es lo que parece, está ahora influenciada por los medios sociales, por las noticias y despliegues de los “influenciadores”, una nueva suerte de participantes que tienen la capacidad de mover multitudes como cardúmenes de peces siguiendo una visual expuesta por una figura, donde no hay mayor capacidad de discernimiento, ni contraste, sólo vinculación afectiva y efectiva con contenidos muchas veces sin fondo ni sustancia.
Hoy es necesario desarrollar pensamiento crítico, estrategias para aprender/desaprender y capacidad de resiliencia. Es necesario moverse desde el presente hacia el futuro o futuros que deseamos. No es momento para mantener o sostener un status quo, es tiempo de transformarnos a nosotros mismos, para avanzar en medio de los retos que se avizoran en el horizonte. Es momento de confrontar nuestra zona cómoda y avanzar en territorios desconocidos y allí experimentar y encontrar nuevas fuentes de inspiración y acción.
El nuevo año que inicia debe ser la mejor inversión en aprendizaje, innovación y transformación personal y digital, para encontrar nuevas maneras de entender y sensar el entorno, para identificar aquello que nos hace distintos y crear ventajas competitivas, para reconocer en el otro una oportunidad para crecer juntos y sobremanera, un espacio de reconciliación entre todos frente a aquellos que sólo alimentan el discurso del odio, la manipulación informativa y las tensiones sociales desde las tribunas físicas y digitales. Este nuevo ciclo de la tierra alrededor del sol debe llevarnos a un viaje hacia nosotros mismos para encontrarnos y reconocer al otro como verdadero otro.
Cuando amanezca el nuevo año que nos encuentre dispuestos en cuerpo y espíritu, para entender las nuevas señales del mundo, para surfear las olas de inestabilidad que aparezcan y aprovechar las oportunidades que de ellas puedan surgir. Que sigamos abiertos para reconocer aquello que nos permite transformar nuestra vida y que seamos ocasión de transformación para otros. Este nuevo año no puede pasar desapercibido en nuestra propia vida, debe ser un año que nos eleve hacia nuevas metas y nos acondicione para superar nuestras propias expectativas.
El año que inicia sea para cada uno de nosotros un espacio de reflexión personal, espiritual y familiar, para entender que es desde las diferencias donde se construyen nuevas identidades y acuerdos, que es desde los desencuentros donde se establecen y renuevan los conceptos actuales, que es desde las contradicciones donde encontramos oportunidades y ventanas de aprendizaje inesperadas, y que es desde nuestros propios temores e inciertos, donde podemos sacar lo mejor de nosotros mismos para transformar el mundo y hacer realidad aquello que siempre hemos soñado.
El Editor.
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