El prolongado momento de incierto e inestabilidad que nos ha tocado vivir, ha puesto a prueba nuestra condición mental, psicológica y espiritual para continuar abriendo oportunidades y ver el mundo de formas distintas. Los largos silencios, las amplias ausencias y la carencia de abrazos han sido la constante durante más de 365 días, y que aún, según estudios recientes, no tienen una fecha concreta para terminar.
La esencia de la vida que es el encuentro con el otro, que ahora reemplazado por pantallas y videoconferencias, crea una entorno de relaciones que si bien, abren una oportunidad para reinventar nuestro sentir, propone un reto intelectual y emocional que rompe con el tradicional “cara a cara”, que transmite y comunica con cada expresión y movimiento en tiempo real. Es una experiencia distinta y muchas veces incómoda que desafía nuestra propia dinámica humana.
Los cansancios acumulados por sesiones de trabajo sucesivas, sin descansos o movimientos corporales, la suma de emociones que se guardan y no se expresan, las tensiones que se transmiten y las presiones por resultados, ahora son el nuevo insumo de los terapeutas que ha encontrado en esta nueva realidad, un campo de trabajo y exploración que había estado presente (y ausente al mismo tiempo) como una bomba de tiempo que se ha liberado y detonado por cuenta de una emergencia sanitaria internacional.
Este escenario desinstalado de la antigua realidad, desconectado del contacto físico y desacoplado de la realidad material, demanda un llamado a una resistencia, a una robustez y a una reinvención que habilite tanto a los individuos como a las organizaciones a encontrar nuevos lugares comunes para superar la zona de inestabilidad y compromiso que vivimos, y no dejar que la condición temporal de ausencia conquiste el lugar interior donde siempre podemos explorar, descubrir y trascender.
Por lo tanto, es necesario motivar una postura resiliente que incluya al menos los siguientes elementos: (Fiksel, 2015)
- Inteligencia organizativa: Integrar múltiples voces y la diversidad de pensamientos.
- Ingenio: Innovar para superar nuestras limitaciones autoimpuestas.
- Robustez: Desarrollar un comportamiento propositivo y vigilante para evitar las trampas de nuestros temores.
- Flexibilidad: Efectuar los cambios necesarios basados en la experimentación y el ensayo.
- Tenacidad: Afrontar los retos en lugar de aceptar la adversidad o la derrota.
Cuando entendemos esta postura como la base de nuestra nueva carta de navegación, es posible ver el territorio, no como un lugar de amenazas, sino como un paisaje de oportunidades, de exigencias y zonas incómodas, que nos permite interrogar nuestros saberes previos, explorar alternativas y construir rutas alternas que lleven a la conquista de algunos archipiélagos de certezas.
Lo que ocurre hoy, no es otra cosa que una experiencia concreta y real que nos invita a renunciar a nuestra seguridades, a caminar en los pasos de los niños que disfrutan cada momento con lo que tienen y logran, una búsqueda permanente de sentido y conexión con lo que nos rodea, una oportunidad para renacer en nuestro interior y ponernos en paz con la ansiedades de un mundo que hoy se ha detenido, y nos brinda una ventana de aprendizaje para reinventarnos sin perder nuestra propia identidad.
Referencia
Fiksel, J. (2015). Resilient by design. Creating businesses that adapt and flourish in a changing world. Washington, D.C. USA: Island Press.
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