Los amigos
constituyen un activo muy valioso para las personas y el mundo. Son ese oasis
en medio de la inestabilidad y la tempestad que brinda apoyo, cobijo, ternura,
fortaleza y energía para seguir. Los
amigos son esos seres de luz que están allí, aún tu no los puedas ver, pues su
cariño y su pensamiento están cerca de tus reflexiones y tus acciones. No
te abandonan nunca, no te señalan, ni te juzgan, pero si te interrogan, te retan y te
mueven fuera de la zona cómoda para que evoluciones y alcances mayores niveles
de desarrollo individual.
Los amigos se reúnen
para conectarse y renovarse unos a otros. Son una fuente inagotable de ideas, de
sonrisas cómplices y de oportunidades para ver más allá de nuestros propios sesgos
cognitivos. Los amigos nos ayudan a crecer como personas y como
profesionales. Son habilitadores del crecimiento individual y colectivo, cuando
se animan a avanzar en medio de proyectos y retos novedosos, cuando planifican
un meta superior y marcan objetivos de mediano y largo plazo que logran juntos,
cuando identifican aquellas renuncias necesarias y evitan las distracciones del
entorno para lograr aquello que no se hecho antes.
Los amigos nos
recuerdan que la mejor inversión que podemos hacer es fomentar relaciones de
largo plazo, donde de forma conjunta es posible darle forma a la realidad y
lanzarse a transformarla. Los amigos nos revelan ejemplos de vida que ilustran
y configuran imaginarios que nos llevan a hacer que las cosas pasen, esa
lectura personal en clave de humanidad y sensibilidad que hacemos para superar el
peligro de creer que “llegamos a la meta”. Los amigos son provocadores de cambios
cuando logran conectarse con nuestros retos y sueños, son detonadores de potencial
acumulado para que perseveres en el cumplimiento de la esencia de tu propia
misión.
Los amigos están
en el centro de la cultura del “ser” antes que la del “tener”. Son guardianes
de valores prioritarios como la espiritualidad, la familia, la integridad, el
respeto, la honestidad, la esperanza y la fe. Nos permiten ver nuevas opciones y caminos para
explorar y lanzarnos a continuar avanzando en nuestro proceso de formación
interior, donde los límites desaparecen y la abundancia de bienes materiales y
espirituales se desborda en cada momento de la vida, según los tiempos y
momentos que marque la dinámica del universo.
Si un amigo no te
anima a perseverar en el bien ni en el desarrollo de tus talentos, no es
realmente un amigo, es un ser en las tinieblas que no busca tu bienestar y que
en su boca sólo encontrarás engaño. Los verdaderos amigos quieren que surjas,
que progreses, que prosperes y que alcances todo tu potencial. Te
ayudan a liberarte del exceso de equipaje, a ser estratégico para dar las
batallas claves de forma inteligente y a movilizarte en medio de las tensiones
y olas de la vida, para que tu mente y corazón esté sintonizada con ideales
nobles. Recuerda todo el tiempo que, como afirma González (2016, p. 147): “Eres libre de elegir tus sueños, y ese es
un privilegio que no te puedes negar”.
El Editor
Referencia
González, F. (2016) El lenguaje del éxito. Descubre el código de
los ganadores. Guadalajara, Jalisco. México: Ser Editorial.
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