Dos frases pronunciadas
por dos personas de tiempos distintos, crean una vórtice de reflexión que busca
comprender la esencia misma de lo que somos como humanos. La primera de Séneca:
“Hay una gran diferencia entre un persona que elige no pecar y alguien que
no sabe cómo hacerlo” y la otra de un director de investigaciones de la
Agencia Nacional de Seguridad Norteamericana (ya fallecido), Richard Proto que
afirmaba: “Las teorías de la seguridad provienen de las teorías de la
inseguridad”.
Estas dos frases,
establecen un marco de reflexión por el complemento que pocas veces utilizamos
para descubrir y hacer evidentes nuestras cegueras cognitivas. Pensar por el
complemento, es una invitación a caminar por la mente del contrario, como un
espacio de diversión y análisis, para descubrir aquellos efectos no
documentados que pueden surgir cuando hacemos evidente perspectivas que
permanecen en las sombras, por la marcada postura mecanicista en la cual hemos
sido formados.
De igual forma
afirmaba Dérrida, “el objeto es por su complemento”. Es decir, un objeto
no se puede descubrir o analizar en perspectiva, sino es por su cara oculta, por
su relación de contraste, que es tan real, como el objeto mismo. Dicen que
hemos escuchado muchas veces, el cuento de “caperucita roja y el lobo feroz”
siempre en la persona de “caperucita”, pero no necesariamente en la voz del “lobo”.
Cuando logramos entender y no negar nuestras propias limitaciones y zonas “oscuras”,
podemos avanzar con mayor profundidad en el crecimiento personal y colectivo.
Recorrer las zonas
de luz y oscuridad que tenemos como seres humanos, nos permite construir una
visión del mundo más enriquecida. Esto es, diseñar y desarrollar propuestas que
potencien las capacidades humanas, desde las especificaciones de las propiedades
emergentes deseadas; un ejercicio que permite a los individuos reconocerse a así
mismos como los facilitadores de sus propias transformaciones, de sus propios
cambios, sin juzgarse ni acusarse de aquello que los avergüenza, buscando nuevas
oportunidades que lo lleven a nuevas fronteras de conocimiento antes ignoradas.
Cuando contrastamos
las zonas de luz y oscuridad que los seres humanos tenemos, hacemos un ejercicio
donde revelamos las argucias y movimientos del adversario, para crecer en sabiduría
y visión, no para imitarlo en su acción reprochable, sino para comprender mejor
“porqué los atacantes adquieren frecuentemente la ventaja” y cómo éstos logran
materializar sus acciones con el mínimo de esfuerzo y el máximo de beneficio.
Hacer este ejercicio, nos permite no sólo construir barreras para demorar al agente
agresor, sino visión sistémica para advertir la relaciones emergentes que
podrán afectarte de forma efectiva en el futuro y prepararse para ello.
Cuando tu corazón se
debate “entre el mal que no quieres hacer y el bien en el cual has sido creado”,
estas en una zona de tensión interna y espiritual, que muchas veces fatiga tu fuerza
interior, cuando tratas de superarla. Mira mas bien y estudia tus propias
tendencias proclives, sin prevenciones o juzgamientos, para que, abiertos a la
gracia sobrenatural, puedas iluminar esos puntos ciegos que persisten en tu
mirada trascendente, y así concretar una experiencia generosa y abundante de la
vida, para aquellos que se saben seres necesitados de la misericordia divina, y
que son un proyecto humano en permanente evolución y construcción.
El Editor.
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