Pasión y
perseverancia dos palabras que definen a las personas que a pesar de los
contratiempos y reveses son capaces de alcanzar cualquier cosa que se
propongan.
La pasión es el
oxígeno que nutre el fuego interior, la fuerza que define y moviliza el talento
natural de las personas, ese impulso, algunas veces desordenado, que se niega
mantenerse cómodo y sale a buscar retos y conquistas que persiguen metas que le
dan sentido a su vida.
La perseverancia es
una virtud que insiste y persiste en medio de las vicisitudes; es una gota
insistente de valor y determinación para perseguir una meta, un resultado, un
sueño. El perseverante sabe lo que quiere y está dispuesto a rayar los límites
de sus propias fuerzas para superar cualquier obstáculo que se interponga entre
su realidad actual y su sueño. El perseverante no ve en la vida problemas, sino
retos a superar para hacer que las cosas pasen.
La combinación de
estas dos palabras es lo que Angela Duckworth denomina GRIT: “los grandes
triunfadores tienen una feroz determinación que actúa de dos formas. En primer
lugar, exhiben una fortaleza y tenacidad fuera de lo común. Y en segundo,
saben, a un nivel muy profundo, lo que quieren en la vida. No sólo tienen
determinación, sino que además saben dónde quieren llegar. (…) En otras
palabras, tienen grit” (Duckworth, 2016, p.26).
Las personas que
tienen grit, perciben la vida y lo que hacen como una vocación de servicio, de
transformación personas y de la sociedad. Sus propósitos en la vida, no sólo
persiguen sus propias necesidades, sino que están enmarcados en un propósito
superior que los mantiene y los motiva a continuar en medio de las tempestades.
Los individuos con
grit tienen siempre esperanza positiva por el mañana. Viven intensamente el
presente, teniendo sus metas en el radar, pues saben que mañana habrá nuevas oportunidades
para aprender, descubrir y continuar en su empeño para lograr sus objetivos. No
permiten que el desánimo o los comentarios destructivos comprometan su fuerza
interior y el fluir de su vocación, pues saben que mentalidad de crecimiento y
diálogo interior optimista son la esencia misma de lo que son y de aquello que
persiguen.
La gente con grit se
fijan metas de autosuperación, que les permite practicar y avanzar de formas
distintas, manteniendo el propósito superior todo el tiempo en su mente. Al
mantener una práctica deliberada en eso que los apasiona, alcanzan con
frecuencia estados de fluir, donde el tiempo y el espacio se suspenden y sólo
se encuentran la vocación y el propósito como única fuente de energía y
transformación que los hace uno con el momento para superar sus retos.
Las personas con
grit crean una atmósfera de colaboración, de logro y motivación permanente. Sus
exigencias personales, los motivos transcendentes y su necesidad de cruzar los
límites de lo conocido, generan un efecto viral que contagia el entorno donde
se encuentra, pues cada uno de ellos, se convierten en ejemplos vivientes de la
forma como cada día se comprometen a superarse a sí mismos y distinguir formas
de apoyar a otros.
Vivir la cultura
grit, es un ejercicio de formar la identidad y el carácter, para exigirse a sí
mismo, sabiendo claramente la persona que es. Una lógica que no encuentra
siempre sentido en los costos y beneficios de la pasión y la perseverancia,
sino en la plenitud de poder alcanzar nuestro propio potencial.
El Editor.
Referencia
Duckworth, A. (2016)
Grit. El poder de la pasión y la
perseverancia. Barcelona, España: Ediciones Urano.