Vivimos en un mundo
acelerado, lleno de complicaciones, contradicciones y retos permanentes que
mantienen la mente ocupada para entender las cosas invisibles que motivan los
mayores cambios en el mundo visible. Un pensador contemporáneo nos advierte
sobre esta realidad y nos invita a “darnos cuenta”, a experimentar un despertar
en medio de la dinámica actual, para entender al observador que somos y
descubrir las fuerzas que en el mundo se mantienen en tensión, como una forma
de confirmar las polaridades que se presentan entre las diferentes personas y
sus roles.
Dice Krishnamurti
(2010, p.27) “darse cuenta es ser
consciente del todo, (…) implica percibir completamente todas las reacciones de
uno, las conscientes y las inconscientes”, es descubrirse a sí mismos
dentro del orden universal, como actor participante que sólo observa, conoce y
descubre; no elige, juzga o atribuye, pues al hacerlo deja de percibir y
conectarse con el flujo que existe en el ejercicio de hacerse uno con el todo
superior.
Cuando descubrimos
el observador que somos, es posible observar los condicionamientos del
pensamiento y las creencias sobre las cuales están fundados nuestras
reflexiones. En este estado, hacemos evidentes distinciones que no podíamos ver
desde nuestra posición anterior y por lo tanto, es posible desconectar las
estructuras mentales particulares, para conectar con otras que pueden ser de utilidad,
para reconectar y renovar la postura del observador, y así lograr una vista que
no divida al observador de lo observado.
En este contexto, aprender
deja de ser esa acumulación de conocimientos, que viven residentes en nuestra
memoria bajo condicionamientos particulares en palabras, textos y marcos de
reflexión conocidos, para entender el flujo de las relaciones que se tienen
entre los objetos, las personas y los pensamientos de tal forma que es posible experimentar
quiebres; esos momentos de sorpresa y expectación, donde no se tienen
referentes anteriores, ni posibles explicaciones previas, allí donde caen las “cadenas”
de lo conocido y es posible ver y dejar que la dinámica del todo revele la
respuesta que estamos buscando.
Es importante
advertir, como afirma Krishnamurti (2010, p. 20), “utilizamos el pensamiento como medio para resolver nuestros problemas,
pero el pensamiento no es el medio para resolver ninguno de nuestros problemas,
porque el pensamiento es la respuesta de la memoria y la memoria es el
resultado del conocimiento acumulado como experiencia”, en este sentido,
nuestros esfuerzos para comprender una situación problemática deben consultar
aquello que se ha aprendido, buscar con insistencia diferentes
aproximaciones y cuando lleguemos al
límite, dejarlo para que, en el silencio del observador que observa al
observador, ocurra el “darse cuenta” “sin
elección, sin ninguna exigencia, sin ansiedad, donde la mente percibe, y esa
percepción es la única que puede resolver todos nuestros problemas” (Idem,
p.22).
Podríamos leer esta
reflexión en la vida práctica como “tomar distancia” de aquellos que pensamos,
para interrogar al observador y reconectarlo con su propia observación, de tal
forma que, sin pretender imponer un criterio particular, logre comprender la
dinámica de la realidad que observa y así pueda ser todo el tiempo parte de la
solución y no un elemento más de la situación problemática.
Cuando somos capaces
de observar el observador que somos, no existen “tu punto de vista o mi punto
de vista”, sólo un continuo de relaciones que revelan los intereses particulares que los humanos tenemos, que no son objeto de crítica o lucha entre los
participantes, sino elementos conscientes que construyen una realidad complementaria
donde solamente las personas “son”.
El Editor
Referencia
Krishnamurti, J. (2010) Darse cuenta. La puerta de la inteligencia. Madrid, España: Gaia Ediciones.
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